En Valor sentimental, Joachim Trier vuelve a uno de los terrenos que domina con precisión: el de los vínculos familiares. Su nueva película indaga en ese legado intangible que pasa de padres a hijos, las culpas, las ausencias y las expectativas que, sin ser explícitas, termina por definir la identidad de una familia, la manera en que se ama, pero también se hiere.
La historia sigue a un cineasta que, tras años de distancia, intenta reconectar con sus hijas. Rachel, una de ellas, es una actriz famosa que lucha por ser tomada en serio y romper con los moldes que la industria le ha impuesto.
En el cruce de estas trayectorias, Trier construye un relato sobre el peso del pasado y la dificultad de reparar lo que alguna vez se rompió. Stellan Skarsgård aporta a Gustav una dimensión marcada por la experiencia vital.
El actor sueco que ha sido un colaborar habitual de Lars von Trier en historias como Breaking the Waves, Melancholia y Nymphomaniac, reconoció que el conflicto central de su personaje es universal; de hecho, “podría ser cualquier artista, un pintor, un músico, un actor”.
“Esos problemas los he enfrentado durante 50 años: la competencia entre la vida familiar y la vida artística. De hecho, en los últimos 20 años he pasado ocho meses al año en casa, cocinando y cambiando pañales, y solo cuatro meses trabajando. Pero mi corazón siempre ha estado con esta amante: la actuación. La necesito, la necesito para ser quien soy”, dijo Stellan.
Al igual que el prestigio que revela su personaje, Skarsgård es un actor con cimientos importantes en Hollywood. Formó parte de franquicias como Dune y Piratas del Caribe, y en series como Chernobyl, la cual le valió el Globo de Oro al Mejor Actor de Reparto, o recientemente Andor, junto al mexicano Diego Luna, donde interpreta a Luthen Rael.
“Tener un balance entre la vida familiar y la actuación es una ecuación que no siempre funciona bien. Pero, soy diferente a Gustav (su personaje). Él es de una generación mayor, es un hombre del siglo XX, y es más indefenso que yo, no sabe comunicarse ni resolver los problemas con sus hijas, y termina siendo torpe, divertido y triste al mismo tiempo”, dijo.
Para Elle Fanning, su personaje dialoga con experiencias personales y profesionales: “He sentido emociones similares a las que siente Rachel”, explicó la actriz, “usualmente la gente quiere ponerte en una caja. En esta industria pasa muy fácilmente”.
“Estamos tan sujetos a este tipo de situaciones que te etiquetan y esos son los papeles que te ofrecen. Y es algo de lo que tienes que salir”, explicó la actriz sobre cómo, al igual que su personaje, toca ese punto de quiebre: una mujer que comprende que nadie más va a otorgarle el reconocimiento que ella no se atreva a reclamar.
El miedo a brillar por sí sola
Fanning explicó que su personaje atraviesa por un proceso de transformación profunda, “ella no ha sentido que se le reconozca su talento o que se le haya dado la oportunidad, y aprende que tiene que crear esas oportunidades por sí misma”.
En ese camino, la relación laboral y personal con Gustav, su padre, se vuelve tan compleja como decisiva. “Siento que es un personaje hermoso porque realmente evoluciona y crece a partir de la relación con su padre, quien vuelve a encender su pasión por la actuación”.
Sin embargo, el aprendizaje no llega sin pérdidas, “aunque la situación no termina como ella pensaba, al final aprende algo más grande, logra llegar a un nivel mucho más humano”.
Rodada en un entorno multicultural, la película refuerza la sensación de extrañeza que acompaña a sus personajes.
Fanning reconoció que esa experiencia fue clave para su trabajo, porque “Rachel también es una outsider. Ella entra en un mundo en el que no ha estado antes, muy parecido a mí en esta película y con este equipo tan amoroso”.
Su experiencia filmando Valor sentimental fue tan grata como su conexión con Joachim Trier, quien logró crear un ambiente sensible en el set, “él tiene un superpoder y es hacerte sentir segura. Fue uno de los mejores rodajes en los que he estado, es toda una experiencia cinematográfica. Y Joachim es simplemente un director brillante”, explicó la actriz.
Lejos de ofrecer respuestas simples, Valor sentimental plantea una pregunta incómoda: ¿qué estamos heredando emocionalmente a quienes amamos? En esa reflexión, Trier demuestra que el cine puede ser un espacio para mirar de frente aquello que, generación tras generación, preferimos no nombrar. Y eso fue lo que reconoció el jurado de Cannes.
hc