Viggo Mortensen recibió el premio honorífico Donostia en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián como reconocimiento a su exitosa trayectoria artística, la cual incluye más de 50 películas. El actor estadunidense acaba de estrenarse como director con Falling, una cinta que captura un implacable diálogo entre padre e hijo con tintes autobiográficos.
"No dormí anoche" de los nervios; "estoy muy feliz", dijo emocionado el actor estadounidense de ascendencia danesa en un español excelente, fruto de su infancia en Argentina.
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'Falling', la película de Mortensen
El actor, de 61 años, llegó a la edición número 68 de San Sebastián para presentar Falling, la primera película que dirige, y no sólo eso, ya que además de tener un rol protagónico es guionista, coproductor y compositor de la música.
En ella encarna a John Peterson, un piloto que vive en California con su marido Eric y su hija adoptiva Mónica, y ayuda a su testarudo padre Willis (Lance Henriksen), granjero, a encontrar un sitio para retirarse.
Es una película "sobre la edad, el miedo de estar enfermo, de morir", según Mortensen. Y también una exploración con toques autobiográficos de la relación entre sus propios padres, divorciados.
Mortensen comentó a propósito que empezó a escribir el guión tras la muerte de su madre, y habló de su padre danés, un hombre terco que tuvo una infancia dura y se crió en un mundo "de patriarcas, donde el padre mandaba". Con la cinta cumplió al fin su sueño de dirigir, que acariciaba desde hacía más de dos décadas, un lapso finalmente fructífero.
"He podido aprender mucho más", y "si hubiera dirigido hace diez años, o veinte años, quizás no hubiera podido evitar muchos errores de principiante", explicó, antes de añadir que quiere "seguir dirigiendo".
Viggo Mortensen, una estrella de la pantalla grande
El titánico trabajo al frente de esta película es un paso más para este actor, que arrancó en 1985 con Testigo en peligro, y brilló con Brian de Palma en Carlito's Way (1993) y con Andrew Davis en el remake hitchcockiano Un crimen perfecto (1998).
Desde entonces se convirtió en una cara mundialmente conocida por su rol de Aragorn en la trilogía de El señor de los anillos (2001, 2002, 2003), o su papel de Alatriste (2006) en la adaptación cinematográfica que Agustín Díaz Yanes hizo de las exitosas novelas de Arturo Pérez-Reverte.
Mortensen trabajó también con David Cronenberg en Una historia de violencia (2005) y Promesas del este (2007). Recientemente causó sensación en Green Book (2018) con su entrañable papel de hombre rústico por fuera y tierno por dentro, en su odisea como chófer de un cantante afroamericano.
"He podido trabajar con muchos directores importantes, guionistas, fotógrafos, y he tenido la suerte de encarnar papeles muy buenos".
Mortensen, cuya película se proyectó en Sundance a inicios de año, vive en Madrid desde hace años y es pareja de la actriz española Ariadna Gil, conocida por sus papeles en Belle Epoque (1992), Alatriste o El laberinto del fauno (2007).
amt