La colaboración con Armando Manzanero, una enseñanza brutal: Xavier López Miranda

Entrevista

El productor, escritor y compositor se dice un amante de las motos que adora la música, pues ha estado con él desde la niñez; comparte aspectos de la relación con su papá, Chabelo, de quien admira su filosofía de trabajo

“La creatividad es una disciplina, no creo en las musas ni en la inspiración divina, sino en el trabajo diario”. Especial
Norma Ponce
Ciudad de México /

Expuesto desde pequeño al mundo de la música y el espectáculo, Xavier López Miranda se declara fanático de todo lo que haga ruido y cuente historias. El productor, escritor y compositor adelantó que para el próximo año se avecina un proyecto al lado de su padre, Chabelo.

¿Cuál es tu mayor pasión?

La música, mi papá es un melómano absoluto y músico frustrado, de tal manera que la música siempre fue parte de mi infancia; él siempre tenía invitados en la casa: a cantantes, músicos y compositores. Luego estudié música en Berklee, en Boston, Massachusetts. La música ha sido el hilo conductor de lo que he hecho en el teatro y en el cine. 

¿Cómo se encuentra actualmente la industria musical?

El estado de la música es preocupante, tristísimo. Si de por sí la industria ya estaba desangrándose, mucho por el cambio tecnológico, el covid terminó de destruir lo poco que quedaba. El futuro es absolutamente incierto. Toda la cadena, desde el artista hasta el que carga los cables, se ve afectada. Tendrán que regresar los shows, pero quién sabe cómo y bajo qué bases económicas. Me espanta un poco que de unos años para acá todo se homogeneizó y pareciera que no hay más que reguetón y género urbano, pero son ciclos. Me gustaría ver un panorama un poco más diverso en términos de géneros.

¿Cómo fue trabajar con Armando Manzanero?

Todo empezó por una relación familiar, lo conocí desde niño. En una plática informal le dije que debería hacer un musical y así comenzamos a colaborar; le mostré un guion y al día siguiente ya tenía escritas cinco canciones de Ciudad Blanca, que se estrenó en 2006. Don Armando hizo toda la música, era una orquesta en vivo, con un elenco de más de 40 personas. Colaborar con él me dio una enseñanza brutal, siempre fue un tipo muy generoso con respecto a su conocimiento y era muy cariñoso.

¿Qué le aprendiste a tu padre?

Su filosofía de trabajo. Papá es un hombre de trabajo absoluto, se entregó a él por encima de todo y por eso logró lo que logró. Levantarte temprano todos los días y darle el cien por ciento a todo lo que haces es su gran enseñanza. La trayectoria de él es sui generis, lo que aportó a muchas generaciones ahí está. A pesar de que está retirado, sigue increíblemente presente en la memoria colectiva de México. Es un gran orgullo.

¿En qué te influenció?

Papá es mi gran escuela, mi decisión de dedicarme a la producción fue por él. Lo que muy poca gente sabe es que él producía todo lo que hacía. Él escribía, dirigía, producía y actuaba. Verlo con todos esos sombreros puestos al mismo tiempo fue mi inspiración. Hemos hecho discos juntos y siempre es como una especie de colaboración entre iguales.

¿Cómo es como papá?

Otra persona completamente diferente al personaje. Se quitaba los pantalones cortos y era otro. Tiene un increíble sentido del humor. Mi papá creció en un rancho en León, con dos padres muy estrictos y una educación tradicional. Él le habla de usted a mi mamá y con sus hijos es muy recto, todo tiene que ser muy derecho con él; es vieja escuela, con muchos valores, honesto, claro, respetuoso. Esa es la educación que nos dio y yo se la agradezco.

Dicen que Chabelo es inmortal

Ojalá lo sea. Espero que mi viejo me dure más años. Hoy tiene 86, está bien, aunque ha tenido problemas de salud en los últimos años. Él está empezando a disfrutar esta nueva etapa de su vida, porque mi papá empezó a trabajar a los siete años en el rancho, fue el sostén de su familia y se tuvo que hacer responsable a muy temprana edad. Chabelo, el personaje, tiene que ver mucho con su historia personal.

¿Cuál es tu sueño por cumplir?

Crear más cosas, hacer más teatro, contar más historias, en específico para niños, porque es un público que tenemos un poco olvidado. Lo que ven los niños mexicanos tiene una óptica extranjera y a mí me dan ganas de ver algo en la pantalla que tenga que ver con nosotros. Hemos estado trabajando un par de proyectos para plataformas como Netflix, las cuales han tomado una fuerza imparable.

¿Qué ha hecho durante esta pandemia?

Tengo muchas ganas de mostrar un proyecto que traigo con mi papá para el año que entra. Queremos ofrecer más contenido para Chabelo, pero tal vez él en otro papel. Que Chabelo regrese en una encarnación nueva al mundo del espectáculo.

¿Mayor miedo?

La paranoia permanente de cualquier creador, que es equivocarte. Soy perfeccionista, mi miedo más grande es quedarme corto.

¿Cómo hacerle entonces para que no muera la creatividad?

La creatividad es una disciplina. Yo no creo en las musas ni en la inspiración divina, creo en el trabajo diario. No paras, sigues haciendo, te equivocas, fracasas, te caes y te levantas, pero no paras. Los fracasos son tu mejor lección.

¿Pasatiempos?

Las motos, desde los siete años mi papá nos subió a una.

¿Comida y bebida favoritas?

Japonesa y el agua de jamaica.

¿Cuál es tu libro favorito?

Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta, de Robert M. Pirsig.




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