Bajo el cielo de un México en ebullición, donde la pólvora de la Revolución se mezcla con los clásicos aromas de una cocina ancestral, renace la historia de Como agua para chocolate; esta vez, la novela de Laura Esquivel, se expande con una serie producida por Salma Hayek para recordarnos la fuerza de un amor prohibido por el deber y las tradiciones familiares.
Ese México revolucionario no solo fue un campo de batalla, también fue una prisión para muchas mujeres atadas por el deber familiar y social. Irene Azuela, quien da vida a Mamá Elena, habló del reto de revivir este clásico del realismo mágico: “Se trataba no de cómo hacerlo mejor, sino cómo hacerlo distinto, de entender los porqués de cada personaje”.
- Te recomendamos Gael García Bernal, Eiza González y Diego Luna protagonizan La máquina Espectáculos
Esta Mamá Elena es algo más que el arquetipo de la maldad; es una mujer cuyo corazón, incendiado en su juventud, quedó reducido a cenizas. Desde esas cenizas, ella gobierna su hogar, imponiendo reglas para evitar que sus hijas ardan en las llamas de una pasión prohibida, “y si para lograrlo tiene que impedir que salgan de casa o no se casen, lo hará”.
Una versión para las nuevas generaciones
La adaptación encabezada por Jerry Rodríguez plasmó en cada capítulo la esencia de la novela, pero con un enfoque moderno, en el que el rol de las mujeres toma un camino de cierta emancipación, a pesar de la época: “Tita no es la misma Tita que conocemos”, explicó Azul Guaita, “le dan un poder muy cañón a la mujer, y más en esa época que era muy difícil”.
“Mamá Elena es una mujer muy fuerte y a pesar de todas las circunstancias logró sacar a su familia adelante. En cierto modo, ella se convierte en un ejemplo a seguir, todas las mujeres están empoderadas, todo lo que hacen lo hacen con una fuerza que estaba muy avanzada para la época en la que les tocó vivir”, agregó Guaita, quien da vida a Tita de la Garza.
La serie sigue a Tita y Pedro Múzquiz (Mauricio García Lozano), dos jóvenes enamorados, separados por las tradiciones. En la familia de Tita, la hija menor está destinada a la soltería para cuidar a su madre, lo que impide su unión con Pedro. Tita encuentra refugio con Nacha y en la cocina, donde sus recetas se vuelven un grito de sus emociones más profundas.
“Para mí, la cocina es el lugar del corazón, es donde se gestan las cosas”, explicó Ángeles Cruz, quien tiene a su cargo el rol de Nacha: “Es un personaje mágico que nos toca a todas las personas que siempre hemos tenido alguien cerca de nosotros que nos cura con lo que hace con sus manos, con lo que hace con su sazón, con lo que comparte de corazón”.
Y es en ese momento donde “la cocina se convierte en ese corazón y ahí está Nacha recibiendo también a Tita como una hija y lo que yo puedo transmitirle es el conocimiento que tengo y el único conocimiento que tengo es el sazón y el sabor, cómo poder sentir la sal, los olores, a mí me toca desde mi comunidad”, agregó la actriz de origen oaxaqueño.
El amor y la comida se convierten en válvulas de escape. En la cocina, los personajes encuentran consuelo, rebeldía y conexión con lo que han perdido o jamás pudieron tener: “Hay una necesidad de buscar la libertad y Tita lo hace a través de la comida, es fundamental”, dijo Anouk Aaron, Head de Producción de contenidos para Warner Bros. Discovery.
De alguna manera, las mujeres en Como agua para chocolate se convierten en elementos místicos: “Laura Esquivel explora el poder femenino a través de lo místico, a través de los cuidados, de la cocina y de las tradiciones, esas cosas muy femeninas que muchas veces en lo audiovisual pasamos por alto”, agregó Ana Valeria Becerril, quien da vida a Rosaura.
El tiempo, como el guiso que se cocina a fuego lento en Como agua para chocolate, permite que la serie explore con más detalle las sutilezas de los personajes y la novela: “Una de las grandes oportunidades que te da revisitar la historia con una serie de seis capítulos es que tienes más tiempo de contar más momentos de la novela”, explicó Irene.
“Lo que me parece interesante de retomar estas historias es hacer el ejercicio de ver dónde estábamos versus lo que está pasando hoy en día. De pronto, podríamos sentir que como humanidad no hemos evolucionado, pero sí; lo que se pensaba en la vida de una mujer o con una familia de hoy en día es muy distinto de lo que era hace más de 100 años”, agregó.
México y sus locaciones destacan en la serie
La Hacienda San Nicolás El Grande, ubicada en el estado de Puebla, cobró nueva vida con la presencia de la producción. Este lugar, lleno de historia, fue elegido para representar el espacio central en la vida de Tita y Pedro; la hacienda, con su imponente arquitectura colonial, brinda un ambiente que nos transporta a la época de la Revolución Mexicana.
“Volver a contar esta historia es todo un reto, buscamos hablarle a las nuevas generaciones, con nuevas problemáticas, esta es una versión actual. Además, tenemos locaciones impresionantes, lugares hermosos como este, es algo que no encuentras en otra parte, México está lleno de magia y esta hacienda es claramente hermosa”, explicó Anouk Aaron.
MILENIO estuvo presente en esta locación, donde hace unos meses se reunió la producción para dar forma a la versión en serie de Como agua para chocolate. En el lugar hubo completa atención al detalle en cada rincón de la locación, desde la recreación de la cocina hasta los amplios patios donde se han rodado algunas de las escenas clave de la historia.
El elenco destacó la importancia de este lugar para la inmersión en sus personajes, especialmente en la construcción de las dinámicas familiares en la hacienda, un punto esencial de la trama.
La elección de la Hacienda San Nicolás El Grande no solo resalta el carácter visual de la película, sino que también le otorga un significado cultural más profundo.
“Soy apasionada por la historia de México, leí sobre el contexto, sobre los años que estamos retratando, también investigamos sobre la zona. Tuvimos clases de historia. Creo que es una serie que está bien fundamentada, en el sentido de que no solo por su propia investigación, sino que la producción misma nos trajo muchos históricos”, dijo Ángeles Cruz.
“Investigamos qué estaba sucediendo en la época del México revolucionario, qué pasaba en las haciendas, qué estaba ocurriendo en ciertas partes del país, qué sucedía dentro de esos lugares. Y también creo que me ayudó mucho venir de donde vengo (Oaxaca). Estoy muy cerca de las cocinas de mi pueblo, las cocinas de humo. Allí crecí”, agregó la actriz.
El pueblo revolucionario
En Como agua para chocolate, Laura Esquivel no solo narra la historia de amor y gastronomía a través de la vida de Tita, sino que también presenta un retrato del México revolucionario. A través de los personajes, la serie, al igual que la novela, refleja las tensiones sociales, la lucha por la libertad y los cambios que el país vivió durante la Revolución Mexicana.
“Me encanta representar a todos los mexicanos que lucharon, que hicieron el México que ahora vivimos, todas estas personas que se levantaron en armas, y es importante saber que no solo fue el pueblo, se inició también por la gente de dinero que proveía cosas y fueron los intelectuales de la Revolución”, dijo Louis David Horné, quien da vida Juan Alejandrez.
“Fueron millones de mexicanos que murieron a lo largo de esta época. Estoy orgulloso de ser mexicano, de tener a un personaje que representa todo esto, la Revolución Mexicana es un tema que a mí me apasiona y que cuando estaba en la piel de Juan Alejandrez, es inevitable sentirlo en la piel, gente como él luchó y lo estamos viviendo ahora”, agregó el actor.
El pueblo revolucionario aparece en la obra como una fuerza de transformación, un contexto en el que las mujeres desafían las convenciones tradicionales. Gertrudis, en particular, se convierte en un símbolo de la mujer revolucionaria, rompiendo con las normas sociales al unirse a la lucha, reafirmando su identidad fuera de los confines impuestos por su madre.
“Vivimos más el momento de revolución, mucho menos romantizado de lo que es, hay mucho amor, claro, eso no se le quita, hay mucha magia y hay muchísima gastronomía y para mí ha sido todo un viaje bellísimo. Cada punto y cada detalle hace todo lo que es el maravilloso mundo de Como agua para chocolate”, explicó Andrea Chaparro, Gertrudiz.
“Tuvimos mucho apoyo de la producción para preparar a nuestros personajes, tuvimos clases de caballo y clases de cocina con mi querida Azulita, quien tomó clases de gastronomía y yo me colé con ella, es bellísimo ver todo el procedimiento mientras seguían el libro y cada recetita, además de la preparación física, el uso de armas y todas esas cosas”, agregó la actriz.
El retrato del pueblo revolucionario en la historia es multifacético: los campesinos, los soldados y los líderes de la Revolución representan las aspiraciones de cambio en un país que enfrentaba profundas desigualdades. Las escenas de la hacienda no solo retratan la vida cotidiana y la cultura rural, sino también las tensiones políticas y sociales que se vivían en ese tiempo.
“Gertrudis es libre, no se cohíbe y elige agarrar un rifle, porque su abuela lo hacía, es lo más fuerte del personaje, que sabe que dentro de la burbuja que vive puede tener una libertad que solo ella se la puede dar. En un mundo donde ni siquiera lo hace porque la vean, ella se siente libre y quiere correr y quiere sentir el viento y ayudar”; agregó Chaparro sobre su rol.
“Eso es lo que atrae a Alejandrez de Gertrudis, el hecho de ver a una mujer totalmente diferente para esa época. En ese momento quizá las mujeres eran muy diferentes a Gertrudis”, explicó Horné, sobre el trabajo que desempeñó Andrea Chaparro para interpretar a una mujer que salió de los cánones sociales, pero sobre todo que desafió las reglas de su hogar.
DAG