La pasión por la cocina que el chef Cadena proyecta cada domingo como juez en MasterChef es parte de su herencia paterna, que ahora también transmite a sus hijos.
Sergio es un padre exigente que comparte con sus tres hijos, Sergio, Antonia y Victoria el amor por la profesión artística.
A Erik Hayser, Liam de cuatro años, le ha cambiado la vida, y lo considera su gran maestro de vida.
Salvador Loyo luchó por ser papá soltero, y lo logró a los 30 años de edad, a través de la gestión subrogada.
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Pasión en Cadena
Como buen norteño, el sonorense precisa que compartir la cocina tanto con su padre, el chef Ignacio Cadena, como con sus hijos, Poncho (19 años) y Mateo (16 años) le ha generado “momentos entrañables”.
“La cocina crea un vínculo muy especial, es un lugar donde compartes emociones muy bonitas, aprendizaje y hasta reflexión. El chiste es que te guste para que lo disfrutes. Yo tuve la suerte de compartir la cocina con mi papá, y ahí decidir qué sartén usar, crear el menú, viví momentos muy especiales con él. Y ahora tener la suerte de hacerlo con mis hijos es muy satisfactorio”, dice al iniciar la entrevista con MILENIO, en la que comparte que esas experiencias se han dado tanto en la realidad como a través de la pantalla, pues con su papá cocinó en el programa Más cadena; y con su hijo más pequeño lo hizo en Parrilla a la mexicana, donde rodeado de fogones se acompañó de uno de los ingredientes que más atesora, “el fuego”.
“Ese programa fue muy especial porque ocasionalmente cocinaba con Mateo y lo grabamos en el jardín de la casa de mis papás”.
Como papá, agradece y se enorgullece de que sus hijos de alguna forma sigan los pasos de la tradición familiar.
“Poncho me ayuda mucho en los eventos. No pretendo que mis hijos sigan mis pasos, ellos deben seguir su camino, pero sí les he inculcado que aprendan, porque saber cocinar es una herramienta muy buena, en cualquier etapa de nuestras vidas”.
Y comparte que su papá le dejó grandes enseñanzas: “El gran consejo que me dio fue la importancia de seleccionar el producto que vas a cocinar y tener las herramientas necesarias; mi abuelo era médico cirujano y de ahí mi papá heredó el orden y el cuidado con sus cuchillos, con sus instrumentos. Lo fundamental, la prioridad para él era seleccionar el mejor producto”.
Y recuerda el gran tip que le dio su papá: “Usa mantequilla y ajo y todo te va a salir muy bien”.
La fortuna de ser papá
Sergio es un padre exigente con su hijos Sergio, Antonia y Victoria; para él lo principal en la vida es ser congruentes, actuar conforme a los valores que les ha inculcado, que sean responsables y disciplinados.
“Ser padre es un gran compromiso y responsabilidad, no es lo mismo cuando tus hijos están recién nacidos; es un gran compromiso el que tengo con ellos, la responsabilidad que adquirí, porque no nada más es engendrar. Nunca terminas, siempre hay que estar ahí cuando más te necesiten”, aseguró.
El ejemplo es la mejor forma de educarlos, porque si ellos ven que sus acciones tienen que ver con sus ideas, valores y principios, es más fácil que aprendan y los lleven a cabo en su vida.
“Les enseño que sean generosos con el tiempo y las personas, que sean agradecidos con la gente que les ofrece trabajo y les da oportunidad de hacer algo, por supuesto les inculco valores como la lealtad, el agradecimiento y la gratitud”, explicó.
Compartir el amor por la profesión es un punto en común con sus tres hijos, Sergio está más encaminado como artista, Antonia y Victoria apenas están iniciando en esto, porque por ahora es para ellas un entretenimiento.
“Ellos ven con el ejemplo que tienen que ser personas comprometidas, responsables y disciplinadas, hábito fundamental para lograr todos tus objetivos en la vida. Antonia y Victoria ya han hecho películas, ha sido como diversión y saben que cuando toman un compromiso lo tienen que cumplir a cabalidad”, puntualizó.
Sus hijos le han enseñado que cada uno es distinto, por eso la educación debía ser de acuerdo con cada personalidad.
Se considera un padre exigente, porque así lo educaron. “Mi padre fue una persona trabajadora que no tuvo los recursos ni el apoyo que hubiera querido; está hecho a base de esfuerzo, trabajo, aspiraciones, impulso, compromiso y sigue siendo leal a sus principios y valores”.
El padre de Liam
Ser padre de Liam, de cuatro años de edad, le ha cambiado la vida al actor Erik Hayser. Confiesa que el pequeño es su mejor amigo y ha sido un maestro de vida.
“Ser papá es lo más bonito que me ha pasado, cierto día estaba gateando y me tiré al piso a gatear con él y entendí que tenía que aprender a ver la vida desde otra perspectiva, a través de sus ojos; eso me ha ayudado a comprenderlo, a ser un padre que le dé libertad, solidez y fuerza, para que en algún momento vuele con sus propias alas”, compartió
Hayser tiene claras sus prioridades: compagina el tiempo entre sus actividades y su familia para estar presente en la vida de su hijo; su propio carácter y personalidad le han ayudado a entender la paternidad.
“Me gusta hacer muchas cosas y esto me entrenó para ser padre. Alimento mis propios sueños y deseos, para ser una persona completa y brindarle a mi hijo siempre lo mejor, tengo claras mis prioridades”, explicó.
Igual que otros padres, cuando no está con su hijo experimenta un poco de culpa, aunque a veces añore llevarlo a clases de natación, tenis o jugar con él en el parque, sabe que primero debe estar bien para convertirse en su mejor versión y enseñarle con el ejemplo que respete al mundo, a la gente y a sí mismo, que sea honesto y luche por lo que quiere.
Papá soltero
El influencer y activista de paternaje Salvador Loyo Arechandieta, se convirtió en padre a los 30 años, gracias a la gestión subrogada, pasaron dos años para que se hiciera realidad uno de sus más grandes deseos.
“Hubo una donante de óvulos; comencé en México y finalizó en Estados Unidos porque ella es de allá. Viví a plenitud todo el embarazo, fueron meses en los que pasé por una montaña rusa de emociones porque mi vida iba a cambiar para siempre”, recordó.
Estuvo presente en el parto y en cuanto tuvo a Lucio en sus brazos, aunque sus piernas temblaban y salieron algunas lágrimas, supo que no tenía que temer; sintió una fortaleza muy especial.
“Ser papá es el acto más profundo de amor, los hijos se vuelven nuestros grandes maestros de vida, te cambia por completo tus prioridades, lo que te hace feliz y lo que buscas. Convertirme en padre es la mejor decisión que he tomado en mi vida”, aseguró.
La paternidad lo llevó a aprender y priorizar las cosas, conoció el amor incondicional y comprendió mejor a sus padres. No ha sido difícil ser padre soltero porque ha recibido el apoyo de la gente y reconoce que la sociedad ha cambiado.
“Vamos a pasos agigantados, lo veo con mi familia, en la escuela de Lucio y con la gente con la que convivimos. Ahora hay diversidad de familias, y las tradicionales también lo entienden, te habla de muchos aliados y aliadas que hacen que esto avance”, comentó.
No le afectan las preguntas sobre cómo formó su familia, prefiere que las hagan, para juntos en la sociedad reaprender del tema. Al pertenecer a la diversidad cree que poner el tema en la mesa es lo mejor para abrir y normalizar la diversidad.
“Agradezco que se abran los espacios donde se visibiliza la paternidad, somos una generación en la que estamos redefiniendo mucho el papel que tiene un papá en una familia, más allá si es hetero, casado con una mujer o si son dos papás”, puntualizó.
A su hijo le enseña a ser respetuoso y empático con la diversidad, sabe que existen muchos tipos de familia y personas, y que también puede tener amigos con discapacidad dentro del espectro de una diversidad neuronal.
“Lucio sabe que a todos hay que tratarlos por igual y no hacer distinciones, también tiene ejemplos de muchas mujeres fuertes alrededor de nuestra vida, para que crezca como una persona aliada al feminismo. Tiene cinco años y es un niño empático, creo que vamos bien”, finalizó.