El 2024 fue pródigo en estrenos de películas de terror en las que el embarazo o la maternidad estaban relacionados con Satanás, los exorcismos, las monjas elegidas para concebir y parir al Anticristo, o con los fantasmas, aunque en últimos años cineastas mujeres han cambiado el enfoque hacia el feminismo.
El reestreno de El bebé de Rosemary (Polanski, 1968), la obra maestra y pionera del subgénero, que actualmente se proyecta en Cineteca Nacional de las Artes del Centro Nacional de las Artes, así como la conmemoración del Día de Muertos, son el pretexto para hablar sobre embarazo y maternidad en el cine de terror mundial, que tiene representantes recientes en México, como Huesera (Michelle Garza Cervera, 2022), o una extraña combinación en Desaparecer por completo (Luis Javier Henaine, 2022).
Filmada en el infame edificio Dakota de Nueva York donde vivía John Lennon, frente a Central Park, a unos pasos de donde fue asesinado el ex Beatle, mientras en Los Ángeles el grupo de Charles Mason asesinaba de manera brutal en un culto satánico a la esposa de Polanski, Sharon Tate, El bebé de Rosemary es el magistral relato de una mujer violada por el demonio bajo el auspicio de un clan satánico que se oculta en los apartamentos adonde ella se mudó con su marido, cómplice del ritual.
A esta obra maestra del cine, basada en el best seller homónimo de Ira Levin de 1967, le salió precuela: Apartamento 7 A (Natalie Erika James, 2024), ahora dirigida por una mujer que da un enfoque incluso feminista, en la que un personaje efímero de El bebé de Rosemary, Terry Gionoffrio (Julia Garner), literalmente vende su alma al diablo por un papel en un musical, pero rectifica y, en lugar de ceder al complot en el que participan los malignos vecinos Roman y Minnie Castevet, pone fin a su embarazo.
Sólo en 2024 se han podido ver en las pantallas comerciales o del circuito cultural películas como: Inmaculada (Mohan, 2024), donde Sydney Sweeney, productora del filme, es una novicia que llega a un convento italiano donde descubre que su verdadera vocación es dar a luz al mismísimo Anticristo.
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Pray for the Devil (Reza por el diablo, Stamm, 2022), en la que Jacqueline Byers interpreta a una joven abusada de niña por su madre psicópata, que se ordena como monja después de haber entregado a un hijo en adopción; se integra a una red de curas exorcistas y descubre que tiene el don de exorcizar, en especial a una mujer cuyo sentimiento de culpa por haber abortado se le mete en el cuerpo como Satán.
Y, para continuar con las precuelas, salió La primera profecía (The First Omen, Arkasha Stevenson, 2024), otra visión femenina de un clásico del terror, La profecía (The Omen, Richard Donner, 1976). Se trata de una historia también de violación satánica, como en El bebé de Rosemary, en la que la joven novicia Margaret (Nell Tiger Free) descubre que un convento en Roma al que fue enviada por un supuesto cura protector, es el escenario de experimentos con jóvenes para embarazarlas del Anticristo.
El subgénero de filmes de terror sobre maternidad y/o embarazos satánicos o monstruosos no es nuevo en la cinematografía mundial, aunque en años recientes, cineastas mujeres, principalmente, han dado una visión cargada hacia el feminismo y al cuestionar a la maternidad como una imposición patriarcal.
También en 2024 se estrenó en México en septiembre pasado el filme noruego Pesadilla maligna (Kjersti Helen Rasmussen, 2022), en el que Mona (Eli Harboe) se muda con su novio Robby (Herman Tommeraas) a un departamento en un edificio donde la joven comienza a tener pesadillas sobre su embarazo. Conoce a su vecina, madre de un bebé que muere en circunstancias trágicas y misteriosas.
Pesadilla maligna toma así partido por la psicología de una mujer forzada a ser madre y los conflictos posparto, muy alejada de las simples películas de fantasmas o de posesiones satánicas, sin ser panfleto.
En la producción peruano-mexicana de 2022, Huesera, que obtuvo 17 nominaciones al Ariel y ganó dos por Mejor Guion Original y Mejor Ópera Prima, la joven Valeria (interpretación extraordinaria de Natalia Solián) literalmente “padece” un embarazo con una transformación sobrenatural de su cuerpo, que la lleva a recurrir a brujas ancianas y magia negra. Como en Pesadilla maligna, los sueños son fundamentales para que la protagonista se cuestione la maternidad como imposición social y cultural.
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En la mexicana Desaparecer por completo (Henaine, 2022), aunque el protagonista es hombre, el fotógrafo de nota roja Santiago (Harold Torres), su esposa embarazada Marcela (la maravillosa Teté Espinoza) y él quedan atrapados en una maldición brujeril en la que el no nato puede ser la salvación.
A ellas se suman otras películas ya clásicas del cine de maternidad o embarazos satánicos, con un cuestionamiento al rol social reproductivo de las mujeres, como la joya Swallow (Carlo Mirabella-Davis, 2019), donde Hunter (magistral actuación de Haley Bennet) comienza a tragar objetos punzocortantes o tóxicos cuando, en un matrimonio infeliz, descubre que está embarazada; o la ganadora de la Palma de Oro en Cannes, Titane (2021), de la genial cineasta francesa Julia Ducournau.
Detrás hay una tradición larguísima de décadas de filmes de terror o suspenso donde la mujer confronta su condición, como Carrie (1976), el clásico de Brian de Palma basado en la novela homónima de Stephen King, donde la protagonista (Sissy Spacek) defiende su femineidad vía poderes sobrenaturales.
Otra película de culto para los amantes del subgénero, también dirigida hace ya una década por otra cineasta mujer, la australiana Jennifer Kent, llevó el terror a cuestionar el embarazo y la maternidad con El Babadoock (2014), en la que Amelia (Essi Davis) pierde a su marido en un accidente cuando se dirige al hospital a dar a luz y después tiene que criar sola a un hijo, Samuel (Noah Wisseman), que juega con la magia. El terror a la maternidad solitaria se transforma en un monstruo salido de un misterioso libro rojo, que el niño encuentra en su minibiblioteca de casa y Amelia se lo lee con espanto.
También de Francia, destaca Instinto siniestro (A l’interieur, 2007), dirigida al alimón por Julien Maury y Alexander Bustillo, con Alysson Paradis y la diva Béatrice Dalle (Betty Bleu), en la que una mujer embarazada y viuda, es atacada por una intrusa demente que busca arrebatarle al nonato del vientre.
A estos filmes se pueden sumar otros más tradicionales de terror que relaciona al embarazo con el demonio o con lo sobrenatural, como La maldición del no nacido (The Unborn, David S. Goyer, 2009), el canadiense El no nacido (Still/Born, Christensen, 2017) o el francés Baby Blood (Robak 1990).
YVI