“El Oscar no es un estímulo para mí”: Steve Carell

El exitoso comediante de la teleserie The Office protagoniza un profundo drama en la cinta Foxcatcher, historia real en la que encarna a un millonario cuyo apoyo al equipo olímpico de lucha deriva en una tragedia criminal.

Steve Carell.
Miguel Cane
Ciudad de México /

En Hollywood, los buenos comediantes a veces buscan demostrar sus dotes histriónicas con películas dramáticas que den variedad de géneros a su repertorio, el riesgo puede ser incluso recompensado con el reconocimiento de la crítica, del público o de la Academia. Así es como Tom Hanks obtuvo dos Oscares consecutivos y Jim Carrey fue nominado por encarnar a otro comediante en una cinta.

Quien parece indicado para seguir esta tendencia es Steve Carell (Boston, 1962), pues luego de su intenso protagónico en la teleserie cómica The Office y una serie de exitosas cintas como El Superagente 86, Little Miss Sunshine, Loco y estúpido amor y Buscando un amigo para el fin del mundo, ahora recibe su primera nominación al Oscar por su interpretación de John E. du Pont, en la aclamada cinta Foxcatcher, dirigida por Bennett Miller (Capote, Moneyball), un personaje trágico en una historia sobre un auténtico crimen estadunidense.

Se te considera comediante, pero has declarado que eres actor y estás dispuesto a hacer todo tipo de papeles. ¿Es difícil que el público acostumbrado a verte en papales cómicos pueda aceptarte en un drama?

Algunas veces pasa eso. Hay quienes al verte en una película que no es comedia, como cuando hice Dan in Real Life, esperan que haya como mínimo un chiste o alguna puntada. Y se decepcionan, me temo, si no es así. En Foxcatcher no hay nada de cómico. Es una tragedia. Y es una tragedia real. Eso es lo que la hace más atractiva. La posibilidad de adentrarse en un aspecto más oscuro de la naturaleza humana. Lo que dices es verdad. Soy un actor y por lo mismo puedo trabajar en cualquier género, si el argumento me interesa. Por eso hice esta película y la reacción del público siempre es una moneda en el aire. Pueden abrazar tu trabajo en un filme oscuro, o pueden rechazarlo. Pero como actor, simplemente no puedes rechazar la oportunidad de hacer un personaje como Du Pont. No debes. Es de esos personajes que solo llegan pocas veces.

¿Cómo describirías a John du Pont?

Creo que era una persona muy triste, alguien que pese a su inmensa fortuna siempre se sintió inseguro y muy solo. Hay una escena en la película que me conmueve mucho: cuando le cuenta a Mark Schulz (Channing Tatum), al que por fin considera su amigo, que él, John, tuvo un gran trauma en su niñez al descubrir que su madre, Jean (Vanessa Redgrave), pagaba a otros niños para que fueran a jugar con él. No conocía la amistad y lo subestimaban mucho. Supongo que necesitaba que lo quisieran y lo respetaran y no lo creía posible. Esto eventualmente lo llevó a perder un ya de por sí tenue contacto con la realidad y a cometer un crimen atroz. No es algo para nada común, pero siento que nunca sintió amor o afecto por parte de los demás, y esto acabó por conducirlo a un sendero muy destructivo y trágico.

¿Dirías que Foxcatcher representa un cambio total en tu carrera profesional?

No quiero sonar pretencioso y darte una respuesta que menosprecie un género como la comedia, al que debo grandes satisfacciones. Eso sería hipócrita de mi parte y muy injusto para las otras películas que he hecho y que me dieron una carrera. Como actor, lo mismo puedo interpretar un rol dramático muy diferente al de una comedia, pero uno no es mejor que otro. Foxcatcher es lo más oscuro que he hecho y yo no quería esforzarme en convencer a la gente de que puedo hacer esto. Simplemente quería interpretar al personaje y tratar de hacer la mejor representación de este ser humano dentro de mis posibilidades. No quería agregar la sensación de “espero que la gente me la crea”, porque la gente no necesariamente me ha visto haciendo este tipo de papel antes. Así que tenía que superar esto y hacerlo, y Bennett Miller comprendió perfectamente esto y era lo que ambos buscábamos.

¿Es mucho más difícil actuar en un drama como éste que en una comedia?

Sinceramente, no creo eso de que un género sea más fácil que otro. Cada película es un mundo en sí misma. Algunos trabajos son más fáciles que otros, pero eso pasa en todo. Éste en particular fue un gran desafío, me dio pánico por momentos, porque no tenía nada que ver con lo que había hecho antes y llegué a pensar “no sé qué hago aquí”. Bennett, Channing y Mark Ruffalo me ayudaron a sentirme más seguro al interactuar. Le dimos forma a la historia, que por ser real, desafiaba incluso lo que podíamos haber imaginado. Y fue una experiencia estupenda. Pero una comedia, por ser más ligera, no necesariamente te exige menos como actor.

Cuando actúas, ¿utilizas el archivo de tus experiencias personales?

Supongo que sí. Tal vez sea aventurado decirlo, pero creo que todos los actores y actrices en un momento u otro han hecho eso. Cuando estás construyendo un personaje, recuerdas y haces referencia a los momentos que viviste a nivel personal, para así lograr un trabajo más natural y más honesto. No me parece bueno buscar una completa creación con ninguna actuación. Uno siempre aprovecha la vida, las experiencias propias y la gente que uno también conoció. Creo que eso hace que una interpretación sea más honesta. En Foxcatcher interpreto a un personaje real y eso es más difícil…

Exacto. ¿Cómo te preparaste para personificar a John du Pont?

Desde un principio le dije a Bennett que no iba a intentar imitar a John du Pont de ninguna manera, pero fue necesario estudiarlo, porque había ciertos movimientos específicos o su forma de hablar, en los que era necesario observarlo para tratar de mostrar la esencia de la clase de persona que era. Antes de rodar hicimos mucha investigación; de hecho, el documental que se muestra en la película lo pude ver en la versión original sin cortes. Y fue muy valioso para mí, porque me permitió ver todos los aspectos de todos los personajes, conocerlos más íntimamente.

Como actor, ¿a quienes consideras una inspiración?

Admiro muchísimo a Jack Lemmon, Walter Matthau y Bob Newhart. Ellos hacían esa clase de personajes que tanto me gustan. Hombres cualquiera que tienen aventuras que no se imaginan. Muy clásicos. También admiro a Peter Sellers. Doctor insólito y Desde el jardín son dos filmes que me impresionaron mucho y que me enseñaron lo que te decía antes: un actor puede hacer cualquier película y salir victorioso. Todo es cuestión de compromiso con la cinta que se hace.

Ahora, la pregunta inevitable, al acercarse la temporada del Oscar. ¿Aspiras a él?

No, no. El Oscar no es un estímulo para mí. Para algunos actores, comprendo, sí que lo es, pero para mí, no. Imaginarlo es algo con muchas aristas y puede ser contraproducente. Es como cualquier aspirante a actor que entra en este negocio. Si todo lo que quiere es ser una estrella o una celebridad, está entrando por las razones equivocadas. Deberían querer ser actores, deberían aprender a serlo, disfrutando el proceso de la actuación, en vez de buscar el potencial de lo que puedan llegar a conseguir haciéndolo. Definitivamente esta es la película más compleja en su temática que he hecho y el hecho de que Bennett haya tenido fe en mí para hacerlo, recibir ese tipo de reafirmación de un gran director, fue en sí un premio. Con eso, cuando eres actor, te basta. Los demás reconocimientos son maravillosos, pero no pueden ser la razón para querer hacer esto que hacemos.

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