Clapton, con el blues en su metabolismo

El pasado 30 de marzo, el virtuoso guitarrista cumplió 75 años y aquí se le recuerda a propósito de su autobiografía en la que no se guarda ningún secreto.

“Blues Breakers: John Mayall with Eric Clapton fue el disco clave que me dio a conocer de verdad al público”, dice en sus memorias el músico inglés.
Israel Morales
Monterrey /

Eric Clapton nació el 30 de marzo de 1948, en Ripley, Surrey, Inglaterra. Lo dice en su libro titulado Clapton. La autobiografía: tuvo una infancia marcada por el desconcierto: nunca conoció a su padre y hasta los nueve años creyó que su madre era su hermana; para su fortuna en la adolescencia un ritmo lo cautivó e hizo que fuera parte de su metabolismo para trazar su propio camino en la vida y en la música.

Desde que escuchó a Buddy Guy, Robert Johnson, Muddy Waters o Howlin’ Wolf ya sabía qué le tenía deparado el destino: ejecutar el blues con su guitarra tanto o mejor que ellos, para después pasar por muchas encrucijadas en su vida, como el las llama.

Su vida es el blues, sin embargo, Clapton ha transitado por distintos géneros y bandas, estuvo en Cream de 1966 a 1968, banda con la que le dio categoría al blues rock con canciones intensas como “Sunshine of your love” o “White room”, en Blind Faith y Derek and the Dominos, donde probó algo de pop y legó una canción extraordinaria titulada “Layla”, de 1970, o ya de solista con su disco postadicción 461 Ocean Boulevard, de 1974, al que le agregaba reggae al blues; de este álbum destaca la rola “I shot the sheriff”, entre muchos discos.

Sabemos que su autobiografía, publicada hace años por Global Rhythm, está llena de bellas frases y otras que se volvieron canciones. Las malas frases las procesa de otra manera. Y las frases que calan, Eric Clapton también las hizo rolas que significaron su reinvención. Enseguida retomo del libro las “frases claptonianas”, que hay que decir se nota su estilo de blusero, de rockero nostálgico, de un ser que desnuda su alma, sus dichas o su dolor en estas memorias.

La primera guitarra: “Solíamos ver Sunday Night at the London Palladium… Una noche presentaron a Buddy Holly en el programa, y yo pensé que me moría y subía al cielo. Ésa fue además la primera vez que vi una guitarra Fender”.

El Clapton de verdad: “Blues Breakers: John Mayall with Eric Clapton fue el disco clave que me dio a conocer de verdad al público”.

El sonido Clapton: “Cuando tocaba una nota, la mantenía haciéndola vibrar un poco con los dedos, y así sostenida se transformaba en un feedback distorsionado. Todo esto, junto con la distorsión, dio lugar a lo que, supongo, podemos llamar mi sonido”.

Cream: “La simple idea de que un trío de guitarra, bajo y batería pudiera triunfar en la era de los grupos pop parecía como mínimo disparatado. El siguiente paso era pensar en un nombre para la banda. A mí se me ocurrió Cream por la simple razón de que todos nos creíamos ‘la crema de la música’”.

Sobre Pattie Boyd y ese capítulo de la historia del rock muy conocido al enamorarse de la pareja de su amigo George Harrison: “… le dije que si no dejaba a George me haría adicto a la heroína. La verdad era, por supuesto, que llevaba bastante tiempo consumiendo casi a diario”.

“Layla”: “… fue la canción clave, un intento consciente de hablarle a Pattie sobre el hecho de que me estuviera dando largas y no quisiera venirse a vivir conmigo… ‘¿qué harás cuando te quedes sola?’”.

Conor, su hijo de cuatro años, perdió la vida en un accidente el 20 de marzo de 1991; a la postre, una composición bella evocaba su franqueza, “Tears in heaven”: “Siempre me había cautivado la canción de Jimmy Cliff “Many rivers to cross”, y quería tomar algo prestado de su secuencia de acordes, aunque en esencia escribí esa canción para preguntar algo que me llevaba cuestionando desde que había muerto mi abuelo. ¿Nos volveremos a encontrar? Es difícil hablar de estas canciones con detalle; ésa es la razón por la que son canciones”.

Esta rola salió como single de la banda sonora que compuso para la película “Rush. Un viaje al infierno”, de 1992, y se convirtió en un éxito masivo, el único número uno que Clapton ha conseguido con un tema escrito por él.

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