Para Javier Bátiz, los últimos días han sido de gran ajetreo, por la promoción que hace del homenaje que le hará el Gobierno de la Ciudad de México el próximo sábado 15; sin embargo, ni el peso de sus 72 años ha aminorado “la emoción y felicidad” que siente por la distinción que recibirá en lo que llama “el centro de nuestra tierra”.
De hecho, al referirse al reconocimiento, donde compartirá el escenario con su hermana La Baby, Eugenia León y la Orquesta Sinfónica; se escucha ilusionado, pero sobre todo agradecido con el público y en especial con su Dios, con quien, dice, “siempre he caminado de la mano”.
¿Qué representa un homenaje a esta altura de su vida?
Me encanta la idea, me sorprendieron con una grata noticia de que me hacían un homenaje, por medio de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de México y no me la acabo, no sé ni qué decir. Estoy feliz. Ando invitando a todas las familias, a todas las abuelitas que quieran venir a oír algo que nunca más va a pasar, a los viejitos, a los jóvenes, a los niños, a todos.
Lo que no ha vivido en seis décadas, ¿verdad?
¡Qué no! ¡Qué bárbaro! Y ha sido un tiempo siempre de rockanrolero, aunque los rocanroleros somos como un estigma para la gente, la gente culta, que muchas veces tiene razón, porque hay grupos que cantan puras groserías y mentadas de madre. Y luego dicen: Ahí viene Bátiz, y pues le da miedo y ya no me contratan. Es un horror. Pero aquí en la Ciudad de México me invitaron y vamos a estar con la Sinfónica, entonces se va a limpiar el nombre a todo lo que da.
¿Qué ha sido lo más complejo para subsistir por esos prejuicios que han existido para el rock?
Precisamente eso, poder salir adelante, sin importar lo que me digan, lo que digan de mí, que no me toquen en la radio, que no me pongan en la tele; yo sigo trabajando y haciendo mi música, estudiándola, y aquí estoy.
A qué atribuye la vigencia?
Yo voy caminando de la mano de Dios, agarrado; y si caminas así, no te falla nada, todo te sale bien, haces tus cosas, logras brincar obstáculos, abrir puertas y salir adelante; pues todos me preguntan: ¿cómo? Y yo digo: pues creo en Dios y voy de su mano y hasta ahí.
¿Cómo inicia su historia en la música?
Bueno, hace 60 años, tenía 12, era un bebito, y ya decía yo: gracias a Dios; y los chamaquitos, que eran mis amigos, decían; ‘Ay loca’. Pero siempre fue, ha sido y será así.
Ha sido un camino sinuoso, largo, no ha sido fácil, ha sido trabajar y trabajar y después de eso, trabajar y trabajar para salir adelante.
¿Cómo se ha adaptado a las transformaciones de la música?
En la música, la gente manda y el músico da lo que la gente quiere, no es que sea a la medida, pero si es con el gusto de poder complacer; es muy diferente estar comprado y vendido, que estar agradecido y educado y dar las gracias.
Invita a todo el público, incluso a los niños, hay generaciones que no conocen su música, si hubiera que definirla, ¿cómo lo haría?
Bueno, las nuevas generaciones me están conociendo por el ipad, todos me traen grabado y se lo comparten, pero mi música es una música amable, escrita con el corazón, es una propuesta sincera, es algo que todas las edades pueden disfrutar; música que se puede tocar en radio, que se puede pasar en la televisión. Quizá después del Zócalo me programen en la radio, pero si no, yo sigo tocando.
¿Ya seleccionó su repertorio para el sábado?
Claro, porque como es con Sinfónica no puedo improvisar, puedo cambiar de posición alguna canción, pero improvisar no; así que va a estar muy preparado, muy ensayado y sobretodo muy bien tocado.
¿Cuáles son los temas que tiene que tocar esa noche?
“El vuelo del ángel”, “Caminata con Jesús”, “La montaña” y “Solo”, entre muchos más.
Dice que siempre ha complacido a la gente...
“He tratado, pero no sé si lo he logrado, pero esta (el homenaje) es una prueba de que a lo mejor sí.
Hablaba de las comparaciones que hace la gente… y citaba a esas bandas que tienen lenguajes …
A mí me dicen el papá del rock y luego la gente oye rock… y dicen no, porque vienen hacer sus desmanes. Y no, yo llegó bien serio con mi familia, siempre viaja mi familia conmigo, voy con el perro y hasta con el perico. Y los niños que tocan conmigo, que por cierto todos son unos niños, el baterista tiene 16, el guitarrista 17, el bajista 19 y la cantante 17.
Suena raro que sean tan jóvenes, es difícil que se apoye a la juventud...
Pues porque la gente es muy, muy fea, y a mí me gusta abrir las puertas para el talento; yo lo que quiero es compartir mi música porque mi música viene de una bendición, no toco la guitarra nada más porque sí, estudio mucho, me preparo, trabajo, pero el talento me lo da Dios. Y por eso lo quiero compartir.
¿Usted tuvo ese apoyo?
Siempre trabajé con gente muy buena que me abrió las puertas, nunca me dijeron no. Gracias a Dios todo fue bien, y al bato que me diga que no, se le seca lo que se le deba secar.
En 60 años, ¿hay algún escenario que le falte pisar?
El Zócalo de la Ciudad de México.
¿Nunca había tocado ahí?
Sí, pero no solo, siempre era compartido con una bola de gente muy fea. Pero ahora voy solo con mis amigos, con mi orquesta, con mi familia; y ahora sí que en el centro de nuestro país, que es un lugar sagrado para que lo respeten.
Nombra mucho a Dios, ¿es religioso?
No, no soy religioso, soy creyente que es diferente, porque hay un Dios que es el creador, porque tanto nosotros como los árboles no estamos de gratis aquí, hay una razón, no fue nada más porque sí.
Las religiones todas tienen sus partes muy bonitas, la católica, por ejemplo. Yo soy católico, doy pláticas católicas en las escuelas y en las universidades, y les encanta porque hablo puras cosas que son positivas, hago que los niños entiendan que hay caminos de la verdad, caminos de la sinceridad y caminos abiertos a la luz.
¿Para qué le ha servido la música?
Si me oyen, uno sale llorando de alegría, otros salen riendo, otros salen encantados, como si fueran hipnotizados; dicen: ‘Qué suave toca este bato’, porque mi música es muy bonita, no estoy buscando ser famoso, estoy buscando comunicarme con el público, y esa es una maravilla.
¿Qué otras satisfacciones le ha dado su profesión?
Haber encontrado una pareja, con la que tengo 26 años, una hija que ya me dio dos nietecitos; es una satisfacción del alma, porque no estoy buscando nada material.
¿Quiénes son los amigos que lo acompañarán en el Zócalo?
Eugenia León, mi hermanita la Baby, César Bono, uno de Moderato, Julio Revueltas y Rosalía León, la chamaquita que va a tocar guitarra conmigo y que toca ¡Qué bruto!
¿Esta nervioso por su homenaje?
Muy nervioso, porque es un evento que es muy grandioso, estoy muy nervioso para que todos esos nervios me ayuden a que todo salga bien.
¿Ha logrado sus objetivos?
¡Uy! El cuate que diga que está satisfecho y diga que ya la hizo, está mal porque hay muchas sosas que se quedan por hacer.
¿Tiene amigos?
Tengo amigos y conocidos, pero amigos, con los dedos de la mano los cuento.
No es fácil hacer amigos?
No, no es fácil, y menos cuando tienes dinero, como yo, que tuve mucho dinero y traía un montonal de gente que no hacía nada, pero gastaba, viajaba, dormía en los aviones y yo era el pagador de todo eso; ahorita ya no.
¿Se acabó el dinero y los amigos?
No, no, no. Se acabó ser menso y andar invitando a una bola de colgantes ahí. El dinero, gracias a Dios, todavía hay.
¿Ha sido buen administrador?
No, pero he tenido suerte de que no se ha acabado el trabajo y cada trabajo te deja una cantidad de dinero.
¿Qué es lo mejor que se ha comprado con su trabajo?
La tranquilidad y la felicidad; vivo en paz, muy feliz con mi familia en mi casita; el que no encuentra la felicidad con todo el trabajo que tiene, mejor que se retire, porque aquí vinimos a vivir felices y contentos.