Más de 20 años de experiencia avalan la carrera de improvisador de Piolo Juvera, quien se presenta todos los jueves de marzo con su show Más vale Piolo que mal acompañado en el Foro Contigo América, cuyo show lleva al público a reflexionar sobre la forma en la que cada día hay que improvisar en la vida.
“El próximo año cumpliré 20 años con ‘Más vale Piolo que mal acompañado’ y desde entonces he estado en más de 11 países. Todo lo que ven es improvisado a partir de sugerencias del público. En 20 años ninguna función ha sido igual a la otra; depende de lo que me platique la gente, improviso historias, sketches, canciones, poemas, reguetones, raps, de todo”, explica el improvisador.
No sólo se trata de tener una mente privilegiada para lograrlo sino también estar dispuesto a entrenarla a través de diversas herramientas.
“Todo el mundo podemos aprender a improvisar, yo les enseño a hacerlo en mis talleres. Hay quienes tienen un poco más de facilidad, pero es como otras disciplinas. A todo el mundo le sirve aprender a improvisar para tener actividad mental y despertar la creatividad, la atención y escuchar. Esta es una técnica que cualquiera puede aprender”.
Dedicarse a improvisar le genera niveles altos de adrenalina, como si practicara un deporte extremo y así lo describe el speaker.
“Es muy estimulante ser improvisador, llevo 22 años aprendiendo y no domino el tema, la única confianza que siento es que hay una posibilidad de que salga bien porque a la gente le gusta. Como todo es improvisado, siempre estás en riesgo, existe la probabilidad de que no llegue la idea en un momento adecuado o que se me olvide un dato importante y por eso es tan estimulante, es aterrador, es como un deporte extremo. El escenario es el lugar donde más me arriesgo”, confiesa.
La impro como salvavidas
Piolo asegura que la improvisación le salvó la vida: “Conocí la improvisación en una de mis depresiones más fuertes, cuando vi que me generó oxitocina y dopamina, me salvó porque volví a sentirme contento, emocionado y en ese momento decidí dedicarme a esto. No sabía quién iba a pagar por esto, y llevo varios años viviendo de esto en el escenario, al impartir talleres en las aulas y dar conferencias en empresas”.
Las satisfacciones que le han dejado son varias; el escritor valora en especial la que a nivel personal ha permeado en otros.
“Lo que considero más importante es que no sólo sirve para mejorar mi vida, sino también la de mis alumnos. En el lado profundo y humano he encontrado un punto de valor de la improvisación para el desarrollo. Cuando le enseño improvisación a mis alumnos y me dicen que mejoró su relación, que viven más alegres, ligeros y que les va mejor en su trabajo, me hace sentir bien”.
El reconocimiento también es un apapacho al ego: “En la parte egocéntrica las más grandes satisfacciones las he recibido en el extranjero. El año pasado en un festival en Portugal, tras muchas advertencias de que era un público serio y que sólo hablaban portugués, terminaron aplaudiendo de pie y eso me conmovió mucho”.
Pareciera que todo es miel sobre hojuelas, sin embargo en más de una ocasión Piolo ha dejado sus shows, aunque siempre regresa.
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“En mis 20 y 30, alguna vez me volvieron a ofrecer un trabajo corporativo o, peor aún, en televisión; fue perfecto para darme cuenta en unos meses que soy infeliz, que lo emocionante de la quincena asegurada se acaba pronto y que soy un idiota por haberlo dejado y siempre regreso con la cola entre las patas a pedirle perdón y me ha recibido con los brazo abierto”.
Tomar clases de improvisación también es otra forma de adquirir un conocimiento personal y estar presente, un tipo de coaching diferente.
“He tomado la improvisación no sólo por el camino del arte escénico sino por la vía del desarrollo y la filosofía de vida, incluso mi libro La vida es una improvisación, lo ponen como de autoayuda y no me molesta ”, finalizó.
Digno representante
En junio representará a México en el Festival de Improvisación en Valladolid, España.
MGR