Carlos Alberto Pérez Ibarra, mejor conocido como el Capi, es un presentador que ha refrescado el panorama cómico de TV Azteca, pues además de su exitoso programa dominical de parodias, La Resolana, se ha convertido en uno de los rostros más queridos del matutino Venga la Alegría. Y ante el éxito que goza actualmente, el nacido en Aguascalientes recordó cómo llegó a la televisión durante una una entrevista con Yordi Rosado.
Primero, el conductor habló sus trabajos previos a la fama, donde hizo "de todo". Destaca que la actividad que le generó sus primeros ingresos fue ser repartidor de volantes: "Recuerdo que trabajaba deshonestamente porque agarraba un bonche como de 40 y lo aventaba en un buzón. Después, trabajaba vendiendo de casa en casa; tocando las puertas y vendiendo cuchillos, rastrillos encendedores. En aquel tiempo me iba muy bien, yo creí que toda mi vida iba a ser vendedor".
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"Me di cuenta que me gustaban las ventas. Después me fui a Estados Unidos con mis tíos los Ibarra, los que son bien pedotes. Ellos en Los Ángeles trabajan en un mercado, venden fruta al mayoreo, entonces ahí trabajaba: era cajero, vendedor, me daban chamba con visa de turista", conto Pérez.
Luego, habló de su incursión en la pantalla chica, que comenzó "cuando me gradué de la universidad, estudié mercadotecnia en la Autónoma de Aguascalientes. En ese tiempo tenía mi negocio de burritos, vendía coches, trabajaba de maestro de inglés y en una de esas un compa me dijo: 'Vamos a hacer un casting en Azteca Aguascalientes'. Y yo: 'Vamos, chingue su madre'.
"Fuimos a hacer un casting para un programa que se llamaba Échale primo, programa grupero. Entonces, como a las dos semanas, me dijeron 'Ya te quedaste'. Me dijeron: 'Necesito que te presentes aquí con ropa vaquera, porque no hay presupuesto, y te queremos ver en el Fiesta Americana el jueves porque vas a entrevistar a Grupo Pesado'. Eso fue lo que hice en mi carrera", agregó.
El conductor señaló que en esa primera experiencia frente a las cámaras "estaba nerviosísimo, porque yo era fan de la música grupera. Entonces, ver ahí a Beto Zapata todo hermoso, con su pecho de palomo, que olía a esa Polo verde de señor... y yo todo pendejo ahí con mi sombrero que me prestaron. Esa fue la primera experiencia. De hecho, años después platiqué con Beto Zapata y él muy amable me dijo: 'Sí me acuerdo, estabas muy pendejo, la neta'.
"Empiezo a hacer contenido de todo tipo, llamó la atención de productores en México, trabajo en Guadalajara, en Azteca Jalisco, y me llaman a México: 'Vente como reportero en un programa que se llama Los del 7'. Un programa que fracasó horrible, yo hacía reportajes", relató Pérez sobre su llegada a la Ciudad de México.
" A mi mamá le afectó mucho que me viniera, ella dijo: 'Ten cuidado hijo, ahí asaltan mucho'. Nadie de mi familia había venido al DF. Yo nunca en mi vida había venido al DF, llegué directo a chambear; cometí la pendejada de rentar un departamento que decía 'A 15 minutos de TV Azteca', pero era en el Ajusco, pasando los gotchas. Ahí vivía yo, en un cuartito; la cama ni siquiera tenía nada de sabanas, sólo estaba un colchón todo miado", agregó.
yhc