Hoy, Carlos Villagran, uno de los actores más queridos de la televisión mexicana, está cumpliendo 76 años, y, por supuesto, México entero debe celebrarlo, pues gracias a él, nuestras infancias estuvieron iluminadas por risas incontrolables y enseñanzas de vida sobre lo que un niño debía evitar ser, también.
Pero a pesar de haber ya pasado a la historia por aquél papel, quizá haya algo que no te imagines, pues las intenciones de Villagrán no fueron siempre dedicarse a la actuación y menos a la comedia, sino que empezó su carrera siendo un reportero gráfico. Aquí te contamos un poco de su vida y de cómo fue que logró trabajar con Chespirito, para celebrar su cumpleaños.
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Carlos Villagrán nació el 12 e enero de 1944 y fue el segundo de cuatro hermanos. Sus padres fueron Carlos Villagrán y Eva Eslava, quienes provenían de una familia de bajos recursos pero que, con gran esfuerzo y dedicación lograron sacar adelante a sus hijos, a pesar de que Kiko sólo estudió hasta segundo de secundaria.
Aún así, y habiendo aprendido el oficio de la fotografía de su padre, Villagrán obtuvo su primer trabajo en 1967 como reportero gráfico de un conocido periódico mexicano y este empleo se convirtió en su pase de entrada a un mundo que terminó por robarse su corazón: el de la actuación y la comedia.
Dentro de las instalaciones de Telesistema mexicano, fue abriéndose camino él mismo solicitándole trabajo a los comediantes de la época, como capulina o los polivoces, quienes le dieron la oportunidad de aparecer a cuadro como extra en sus programas.
La llegada de Pirolo, uno de los personajes más icónicos de Villagrán
Así es, Kiko no fue siempre Kiko, y, aunque muchos lo recordemos por aquél divertido personaje, la verdad es que el que lo llevó a alcanzar la fama fue nada menos que Pirolo, a quien daba vida en el programa El Club de los Millonarios cuando migró a Televisión Independiente de México, y en el que conoció a su buen amigo Rubén Aguirre.
Así llegó Kiko
Gracias a una buena jugada del destino, Villagrán fue invitado a una fiesta a la que también había sido requerido Chespirito y, luego de que todo se acomodara a su favor, terminó realizando un sketch frente a los invitados, que encantó al creador del Chavo del Ocho.
El resto es historia. Villagrán supo llenar con excelencia aquél traje de marinero que vestía a un niño malcriado, que muchas veces, logró robarle protagonismo al mismísimo Chavo.
A veces, todavía nos preguntamos cómo lograba tener los cachetes así y hablar de un modo tan curioso, aunque la respuesta la reveló el mismo. El secreto simplemente consistía en un habilidad que mejoró con los años: inflar los cachetes mientras repetía las inmortales frases de "Te voy a acusar con mi mamá"; "Cállate, cállate, que me desespeeeee....ras" y el famosísimo "Chusma, chusma... prrr" con el que solía molestar a Don Ramón.
Pero tal como inició, se fue. La amistad con Roberto Gómez Bolaños se esfumó, dicen algunos, por problemas de amoríos que involucraron a Florinda Mesa y, luego de unos años después de que Kiko saliera de El Chavo del 8, ambos se vieron envueltos en varios problemas legales reclamando cada uno la autoría del personaje de grandes cachetes.
Por fin, logró quedarse con el personaje, rebautizado como Kiko, y produjo una serie en Venezuela en donde volvía a encarnar en personaje, en el proyecto llamado "Federrico y las nuevas aventuras de Federrico", aunque por supuesto, no tuvo el mismo alcance que la serie de donde salió. Finalmente, en la década de los 80, continuó dándole vida al niño en el llamado "Circo de Kiko".
En 2013, en un espectáculo en vivo, Carlos Villagrán soltó el último "Qué me habrá querido decir" y se despidió de Quico y Kiko luego de 30 años de haberlo interpretado.
Ahora, Villagrán acaba de registrarse para buscar candidatura a gobernador de Querétaro pero, aunque quiera dedicarse de lleno a la política, en nuestros corazones nunca dejaremos de recordarlo como el niño malcriado y de cachetes inflados que solía hacerle a vida imposible a El Chavo, a pesar de también ser un buen amigo.
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