'El Costeño' recuerda cuando le dieron una cachetada en un show; "la gente paga para reírse de usted"

Fue durante una entrevista con Matilde Obregón que Javier platicó sobre sus inicios.

El Costeño | Instagram
Ciudad de México /

Dentro del mundo de la comedia en México hay un nombre que resulta muy importante: Javier Carranza, mejor conocido como El Costeño, quien logró cautivar al público con su gran sentido del humor y rutinas sobre el escenario.

Sin embargo, no siempre fue así ya que, con el paso de los años, tuvo que ir moldeando su comedia hasta encontrar ese estilo tan característico que tiene.

Fue durante una entrevista con Matilde Obregón que Javier platicó sobre sus inicios y recordó una situación muy peculiar en la que una cachetada hizo replantearse toda una serie de cosas y redefinir su carrera.

"Los bares de Acapulco fueron mi cuna, ahí inició mi carrera. Un humorista surge de ahí. A mí me tocó una época en donde yo tenía 16 años y andaba cabareteando con gente muy mayor. Yo no tenía recursos, ahora a los chavos les enseñan las reglas de la comedia o cursos de stand up; yo era de ensayo y error", recordó el costeño.

Fue en esos bares que El Costeño se encontraba descubriendo qué tipo de comedia quería hacer, probando chistes, estilos y rutinas.

"Un día estaba un señor de cliente con una morrita muy guapa. Salí al show y lo empiezo a joder diciéndole 'está bien bonita su nieta, a qué hora se la tiene que llevar porque mañana tiene escuela' y todo el mundo se cagaba de la risa menos el señor".

Momentos después de estar molestando constantemente al señor, El Costeño entró a camerino en donde ya lo estaba recibiendo un hombre con una cachetada y un consejo detrás que cambiaría por completo su vida.

"Esa noche, entrando al camerino, había un cantante que me dio una cachetada y me dijo 'mire, mi cabrón. La gente paga para reírse de usted, la gente no paga para que te rías de ellos' y desde ahí fue un giro total en mi carrera", platicó.

Finalmente, el comediante reconoció que esa experiencia hizo que estructurara mejor su rutina y que si se pensaba burlar de alguien, tenía que hacer lo propio con él mismo.

"Ahora me rio de mí, de mi familia, de mi situación y eso me permite jugar con la gente, en el sentido de el que se ríe se lleva, pero sin agredir", terminó.

DAG

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