Roberto Sosa es un actor con una trayectoria amplia y respetada, basta saber que películas donde ha sido protagonista hoy son consideradas de culto, por ejemplo: Gringo viejo (1989), Ángel de fuego (1992) y Borderland (2005).
Además, ha trabajado bajo las ordenes de grandes cineastas, como Paul Leduc, Arturo Ripstein, Tony Scott y Oliver Stone. Y precisamente de este último habló durante una entrevista para el programa en YouTube de El Burro Van Rankin.
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Primero, Sosa señaló que cuando era adolescente empezó a hacer cine en inglés “sin hablar nada de inglés”.
“Me empiezan a dar personajes de chavo banda, chavo de la calle, marginado, personajes lumpen. ¡Y me encanta! Porque empiezo a hacer cine que se dedica a viajar a festivales, porque en aquel entonces, finales de los 80, se empieza a recuperar el que empezaron a llamar ‘Nuevo cine mexicano’, que me ha chocado el término porque nuevo es siempre en la medida que se hace”, detalló.
Al irle bien con sus proyectos, comenzó a trabajar con directores “que respeto y quiero”, como Oliver Stone.
Y al escuchar la mención del cineasta estadunidense, Van Rankin quiso entrar en detalles, entonces el actor recordó: “Me puso una regañada porque tenía 15 años y nos agarró fumando mota en los pasillos del hotel”.
“¿Apoco no se daba sus gallos?”, cuestionó el ex integrante del programa Miembros al aire.
“Claro, lo que no le gustó fue que anduviéramos balconeándonos fumando en los pasillos del hotel, pero de chavillo ahí el cotorreo, el relajo”, señaló Sosa.
Ante la pregunta de cómo se portaba en su rol de director, Roberto lo definió como un “tipazo, un buen neurótico, un profesional de su trabajo, un hombre muy entregado”.
Asimismo, especificó que en esa ocasión “estábamos haciendo una película que hablaba sobre las guerrillas salvadoreñas”: Salvador (1986).
“Hablaba de reporteros, periodistas norteamericanos matados en El Salvador”, agregó.
Tras esta anécdota, Roberto Sosa dijo que luego de ese proyecto con Stone, “me voy con el hijo de Luis Buñuel, Juan Luis Buñuel, a trabajar seis meses a Oaxaca para contar una historia de B. Traven, La rebelión de los colgados”.
hc