“Estoy listo para lo que venga”, solía decir Ignacio López Tarso cada 15 enero que apagaba una velita para celebrar su cumpleaños, la última fue la 98, a inicios de este año, cuando expresó su deseo por llegar al siglo de vida, “como mínimo”. No fue así, hace unos días, el primer actor fue hospitalizado de emergencia por una oclusión intestinal que se complicó con neumonía, lo cual le causó la muerte este sábado 11 de marzo.
López Tarso fue un actor multifacético, durante 75 años de carrera se caracterizó por su entrega y compromiso. En 1948 pisó su primer escenario en la Escuela de Teatro de Bellas Artes, donde le pidió una oportunidad, y también un autógrafo, al maestro Xavier Villaurrutia, “tenía 23 años, ahí comenzó mi carrera”, primero como oyente, y después de unos meses, como alumno oficial de la ENAT.
En entrevista con MILENIO, el actor recordó momentos clave en su vida, siempre con esa sonrisa que compartía con quien tuviera de frente:
“Mi vida ha sido muy bonita, me siento tranquilo, he sido muy productivo y me ha ido muy bien. Es una bendición, me siento muy contento cada que despierto en mi cama y vivo un día más, tengo unos ánimos enormes y un gran gusto por la vida”.
Así describía López Tarso su vida, enmarcada por el éxito profesional, primero en teatro y a partir de 1950 en televisión, pero fue el cine y su participación en Macario (1960) lo que le dio alcance internacional, porque Roberto Gavaldón “tenía poco tiempo para ir a festivales de cine”, así que el actor fue al festival de Cannes para presentar la historia que lo llenó de gloria, y ahí, Figueroa recibió el premio por la fotografía.
Fue cuestión de meses para que Macario se convirtiera en la primera película mexicana en ser nominada al Oscar en la categoría de Mejor Película Extranjera y a partir de ese momento, el trabajo el actor hizo historia, “me mandaron a todos los festivales de cine, desde la India hasta Cannes y el Oscar, me mandaban solo, porque no podía ir ni Gavaldón ni Figueroa, ni el resto del elenco; así que, yo llevaba la película conmigo”, recordó.
“Me fui a la India, a Rusia, fui a Israel, Irlanda, muchos otros países a los que llegué con Macario bajo el brazo. En la India estuve más de un mes, lo mismo que en Israel, en Moscú, fui también a Leningrado y a Georgia, la tierra de Stalin, conocí todos estos lugares por Macario, anduve para arriba y para abajo”, agregó el actor, respecto a la historia del campesino que anhelaba comerse él solo un guajolote en el Día de Muertos.
La historia dirigida por Gavaldón, con base en el texto Macario: el ahijado de la Muerte, le dio múltiples satisfacciones al actor, “la filmé hace más de 60 años y desde entonces la he presentado varias veces en teatro, sobre un escenario lleno de velas, como en la cueva: una de las escenas más importantes de la película, cuando huye de las tropas del virrey y se encuentra a la muerte, quien le enseña las velas y le dice que son la humanidad”, recordó.
La escena es una metáfora de la vida y la muerte, “representa momentos como este, cuando hay un problema como la pandemia y se apagan muchas velas –dijo Tarso refiriéndose a las muertes a causa del covid-19–, se han apagado muchas velas en esta cueva. Pero, la gran ambición de Macario era comerse él solo un guajolote sin invitarle a nadie, no sabía que eso le costaría la vida; es una historia muy terrible la de Macario”, agregó el actor.
Sobre el escenario
En los años 60, Macario le dio a López Tarso la fama internacional, pero el teatro representó su mayor satisfacción profesional, sobre las tablas dio vida a los grandes personajes del teatro universal: El rey Lear, Cyrano de Bergerac, Edipo rey, Otelo, Macbeth, los clásicos españoles como Lope de Vega, Pedro Calderón de la Barca. Esto fue solo el inicio de una carrera que forma parte de una de las generaciones más poderosas en México.
“Estuve en un grupo de teatro experimental, en el Teatro de Bellas Artes, en la Compañía de Teatro Español de México, dirigida por Álvaro Custodio, luego en los teatros del Seguro Social en la época de López Mateos y don Benito Coquet, con ellos trabajé mucho, ahí se hizo muy buen teatro, ahí hice Edipo rey, Cyrano de Bergerac, Un tigre a las puertas de Jean Giradoux y Tío Vania de Chejov, obras muy buenas con grandes personajes”, dijo.
A Tarso le resultaba difícil decir cuál de todos estos personajes era su favorito, aunque sentía una conexión especial con El rey Lear, pues, “según los conocedores de la literatura de Shakespeare, es la obra más compleja y hermosa de todas, y lo creo así; he hecho mucho más que teatro clásico, también he hecho a mexicanos que son muy buenos, como Vicente Leñero, Emilio Carvallido, Hugo Argüelles y Sergio Magaña”.
De hecho, una de las obras que marcó su paso por los escenarios fue Moctezuma II (Sergio Magaña), una gran tragedia mexicana que, “según yo, es la mejor obra de teatro que se ha escrito en México; habla sobre el día en que Moctezuma recibe a los españoles en la antigua Tenochtitlan. Él sale con su gran penacho a recibir a los que, según ellos, podían ser dioses, porque venían en caballos”, explicó el actor.
“Ha sido una carrera muy bonita y eso me ha ayudado, estar contento con mi trabajo, con mis proyectos. Y el hecho de que el público me haya recibido con tan buenos augurios, que me aplaudan y estimulen, ha sido hermoso, yo también los quiero mucho y doy lo mejor que tengo cada vez que piso un escenario o cuando estoy frente a una cámara de televisión o cine; todo lo gozo, pero también soy disciplinado, tengo una gran educación”, agregó.
Se va con los suyos
Su relación con el cine llegó de la mano de Roberto Gavaldón y Gabriel Figueroa, con quienes tuve una buena amistad, hasta el día que lamentó sus muertes: “Así ha sido con muchos amigos, los del elenco de Macario ya están muertos, Pina Pellicer, Enrique Lucero; igual con Días de otoño y La rosa blanca, es una tristeza, pero así es la vida”, dijo López Tarso melancólico.
“Rosa blanca es una película que me gustó mucho, que Gavaldón y Figueroa también hicieron juntos con la mujer más hermosa del mundo: Christiane Martel, esposa de Miguel Alemán Velasco; la filmamos en Veracruz con gente preciosa, con colores, mucha fruta, un hermoso lugar”, agregó el actor, respecto a la cinta que hace dos años se presentó en Hollywood como parte de una retrospectiva de Gavaldón.
Su paso por el cine estuvo marcado también por historias junto a la gran diva, María Félix, “hicimos como siete películas juntos, era tan hermosa y cariñosa conmigo, me invitaba a comer en las locaciones, incluso la invité a hacer teatro, pero no aceptó”, dijo
En esta última entrevista para MILENIO habló largo de su vida y de su trayectoria el actor disfrutó de cada momento de su carrera en los escenarios y las pantallas. Descanse en paz, al gran actor de México.
ledz