La muerte de Felipe Cazals dejó un gran pesar entre los creadores mexicanos, no solo por su trayectoria, sino porque se convirtió en uno de los principales denunciantes de los problemas sociales del país.
En los 60, Cazals y un grupo de colegas, entre los que estaba Arturo Ripstein, fundó el grupo Cine Independiente de México, una asociación dedicada a la realización de cine experimental, con la cual Cazals dio paso sus primeros largometrajes. A mediados de los 70, filmó Canoa, El apando, y Las Poquianchis, todas historias donde se reflejaba la diversa problemática social de México.
Cazals fue considerado un cineasta de rigor e incluso un líder duro dentro del set. Cuando Damián Alcázar protagonizó Chicogrande, dijo: “Aquí debemos hablar bajito, porque interrumpimos al maestro”, mientras Cazals observaba al cielo y esperaba a que una nube que interrumpía la continuidad de su rodaje se alejara.
Después filmó la que sería su última película, El ciudadano Buelna, , para contar la historia de un militar revolucionario que dio su vida por tener un mejor país. Así era Cazals, alguien que aprovechó el cine para hacer crítica social.