El cineasta australiano George Miller está en la cumbre de su carrera. La última entrega de Mad Max, la saga post-apocalíptica que lo colocó en el mapa del cine mundial, ganó numerosos premios y ahora se dispone a presidir el jurado del festival de Cannes.
"Mad Max, Fury Road" no le dio el Óscar al mejor director, que recayó en el mexicano Alejandro González Iñárritu por "El renacido", pero eso no le resta méritos a este realizador ecléctico que ha explorado con éxito numerosos géneros.
"Os equivocaríais si estuvierais decepcionados cuando hemos tenido un gran éxito", decía en marzo el director, de 71 años, al Sydney Morning Herald, después que la película hubiera cosechado seis premios Óscar y cuatro Baftas británicos.
George Miller, director, guionista y productor, es un antiguo médico reconvertido en cineasta casi sin quererlo, según explicó el año pasado a la cadena de televisión ABC.
"Cuando empezamos a hacer películas en los años 1970, no era una carrera de verdad. Tengo un hermano gemelo, John, que es médico. Estudiamos juntos y nuestros caminos se separaron", pero "nunca fue una decisión".
El cineasta contribuyó al renacimiento del cine australiano en los años 1980, junto a figuras como Peter Weir ("El club de los poetas muertos"), Bruce Beresford ("Paseando a Miss Daisy") o Phillip Noyce ("Patriot Games").
En 1979 comenzó la saga Mad Max, con un joven Mel Gibson que se ganó una gran notoriedad internacional.
Miller explica que para esta serie, que juega con los códigos de las road movies, el western y la ciencia ficción, se inspiró en su infancia rural en la provincia de Queensland, donde las distancias son enormes y la cultura del coche es omnipresente.
- Un director multigéneros -
"Sólo cuando me hice médico de urgencias y vi la carnicería provocada por los accidentes de coche y de moto empecé a darle vueltas al tema", dijo en 2006 al Australia Screen Online, el sitio web de los archivos audiovisuales australianos.
"El asunto me perturbó, y creo que todo eso forma parte de los 'Mad Max'. Sobre todo del primero", agregó.
En el intervalo de casi 40 años que separa el primero del cuarto episodio, el cineasta se aventuró en diversos géneros, como la comedia fantástica ("Las brujas de Eastwick"), el cuento de animales ("Babe, el cerdito valiente"), el drama intimista ("El aceite de Lorenzo") o el filme animado con vocación ecologista ("Happy Feet"), que le valió un Óscar en 2006.
"Fury Road" le rondaba por la cabeza desde hacía mucho tiempo pero eso no le impidió producir también el thriller "Calma total" (1989) con Nicole Kidman y el drama psicológico "The Year My Voice Broke", sobre el paso a la edad adulta.
George Miller es reconocido por sus pares como la encarnación misma de un cine espectacular y popular que supo reconciliar lo que esperaba el público con altas exigencias artísticas.
David White, que ganó el Óscar al mejor montaje de sonido por "Fury Road", elogió la capacidad de Miller para imprimir su visión en la pantalla a pesar de las dificultades logísticas y las obligaciones de tiempo.
"Solo hay probablemente un puñado de personas como George en el mundo", dijo al Herald. Es "el hombre más inteligente que he conocido".
El director, casado con la montadora Margaret Sixel, colaboró también exitosamente con la televisión australiana en series como "The Dismissal", "Bangkok Hilton" y "Bodyline".