Irena Azuela e Ilse Salas, un nuevo reto en sus carreras con 'Cabaret'

Ilse Salas e Irene Azuela viven muchas coincidencias. Su nombre se lee en la marquesina del teatro Insurgentes, donde protagonizan el musical Cabaret. Ilse dando vida a Sally Bowles e Irene interpretando al maestro de ceremonias en el Kit Kat Club, Elcee.

Para las dos es su debut en los musicales y ha representado un riguroso ejercicio de disciplina, como nunca lo habían tenido en su profesión. No obstante, están felices, emocionadas, sorprendidas del trabajo que implica el género teatral que las une en el escenario con el ensamble, que les ha dado una gran lección de profesionalismo.

El reloj marca las 5 de la tarde, las actrices ya han ingresado al teatro, poco más de tres horas antes de la función que ofrecerán a las 8:30 de la noche.

El equipo técnico del teatro checa cada uno de los elementos, vestuario, calzado, mobiliario que se requiere para ambientar la historia de Cabaret que se sitúa en Alemania de 1929. El resto del elenco también empieza a llegar; unos vocalizan, otros realizan su calentamiento, así que poco a poco la historia que se vive todos los fines de semana en el teatro Insurgentes va cobrando vida.

La hora permite hablar con las protagonistas, quienes antes de atender la entrevista con MILENIO, se saludan e intercambian un par de frases.

“Soy un manojo de emociones”: Ilse Salas

Ilse se sienta en la primera fila del Cabaret, cuya ambientación ha provocado un gran cambio en la sala del teatro. Ahí comparte que dar vida a Sally Bowles “siempre fue mi sueño”, aunque tras enterarse de que ya la estaban montando y no le hablaban para ser parte del elenco, pensó que ya se le había pasado el personaje.

“Me enteré que ya estaban armando el casting. Nadie me habló para castear, y dije: ‘Bueno, seguramente ya no doy la edad’. Luego me dijeron que aún no encontraban a Sally, que a alguien más joven, pero ninguna les convencía: ‘¿Te aventarías a hacer la audición?’. Y dije: ‘Pero, claro’. Llegué a la última colita, me dieron el personaje, y al día siguiente me temblaban las piernas; ‘Dios mío, ¿qué hice?’, pensé, y aquí estoy”.

Ilse reconoce que no ha sido nada fácil su debut en los musicales, pues en la preparación de la obra que producen Carlos Carrera, Daniela Romo, Tina Galindo y Diego Luna ha constatado su grado de complejidad. Y confiesa que lo que más trabajo le cuesta es “cantar y bailar al mismo tiempo”.

Para tener condición física, como parte de su preparación, “me metí a mis aerobics de señora, para poder aguantar, cantar o hablar y bailar, para entrar en condición. Soy una mujer sana, hago ejercicio, pero no a este nivel. No tengo un cuerpo fit, ni la educación vocal para aguantar seis funciones a la semana”, por lo que, comparte, está aprendiendo mucho.

“Cuando tengo que cantar y bailar me aflige demasiado, ese es mi coco. Actuar es lo que hago, es el medio que transito, entiendo los textos, entiendo a mi compañero; ahí me siento muy cómoda, libre, pero bailando y cantando siempre me provoca el cuestionamiento: ¿seré lo suficientemente buena, estarán viendo el show que se merece la gente?”.

La actriz que está saliendo de una afección en la garganta que le impidió dar la función del domingo, no deja de jugar con sus manos mientras sigue compartiendo cómo ha sido la experiencia profesional que la tiene en total aprendizaje.

“Es un reto gigante, nunca había hecho esto, me siento vulnerable, cansada, frágil, y al mismo tiempo emocionada, ilusionadisima; la respuesta de la gente es avasalladora.Todo junto. Estoy hecha un manojo de emociones”, comparte.

“Es lo más cansado que he hecho en toda mi vida, estoy muy impactada del trabajo monumental que requiere estar aquí; todas las actrices y actores que han estado aquí merecen mi respeto; me sorprende la energía y fuerza que tienen”.

Antes de que la actriz suba al escenario para hacer sus fotos, se da tiempo de comentar que piensa seguir aprovechándola al máximo su experiencia en el musical: “Estar en Cabaret ha sido un gran crecimiento y es una experiencia que es una vez en la vida. No, bueno, a lo mejor la hago de Froilan Schneider, después, ya más viejita (risas)”.

“Ya me urgían ver las reacciones de la gente”: Irene Azuela.

Irene Azuela deja su camerino y ha salido a la sala, se sienta en la parte de atrás del teatro, y posa para la cámara, inicia la charla compartiendo cómo llegó Cabaret a su vida.

“Fue una invitación rebelde, divertida y ocurrente de parte de Mauricio García Lozano, que es el director de la obra, para hacer el maestro de ceremonias, que normalmente había interpretado un hombre. Me pareció súper atractivo el reto y nos dimos a la tarea de convencer a todo el equipo creativo de que Elcee iba a ser una mujer”.

Ese fue el preámbulo para su debut en el género teatral de manera profesional, pues recordó que su pasión por este se gestó en preparatoria.

“Había hecho musicales en la prepa, había un grupo de teatro musical muy profesional que todos los años hacía producciones muy espectaculares; tenías que hacer audición para entrar, era una de las actividades estrella de la escuela. También compraba discos, me sé muchísimos (musicales), pero cuando decidí dedicarme al teatro dramático, como que los hice a un lado, aunque siempre me gustaron mucho. Y cuando me llegó la invitación para Cabaret fue inevitable decir que sí”.

En la experiencia de llegar al musical de manera profesional ha descubierto —y en eso también coincide con Ilse— que el momento más difícil es cuando “tengo que cantar y bailar”, pues requiere de una gran preparación.

“El musical implica un compromiso con tu cuerpo, con tu voz, con tu interpretación; Ilse y yo venimos de otro tipo de teatro, por eso tuvimos que ponernos a la altura del ensamble y de los compañeros: si se trata de bailar 30 veces al día, lo vamos a hacer; es un género noble, exquisito y muy disfrutable, el hecho de mover el cuerpo y sacar la voz te hace estar muy en contacto contigo misma, y eso es lindisimo”.

Irene da vida al personaje que interpretó Luis Roberto Guzmán, en la anterior puesta que se presentó en el teatro Insurgentes. Incluso dice que ella vio el montaje con Itatí Cantoral, por lo que está consciente de que se pueden dar las comparaciones.

“Eso pasa con las obras clásicas, que mucha gente conoce y van a tener una referencia, una opinión, una versión; está bien que, como público, defendamos nuestras experiencias. Pero no porque funcionó y fue maravilloso en el 2000 vamos a dejar de hacer las obras. Me parece increíble que a través de las obras entendamos quiénes vamos siendo y hacia dónde vamos evolucionando”.

Irene precisa algunas características del montaje que protagoniza y le llevó ensayos extenuantes desde enero pasado.

“Este montaje apela al trabajo de los actores, bailarinas y por supuesto de la orquesta; el show somos nosotros, y Cabaret es muy así, muy desnudo, muy crudo”.

El reloj casi marca las 7 de la noche y el staff prende y apaga los focos de las mesas del Cabaret y prueba el sonido, el inicio de la función cada vez está más cerca, por lo que las actrices tienen que regresar a sus camerinos. Pero Irene se da tiempo de compartir la importancia de haber iniciado la temporada del musical.

“Para mí era muy importante que ya entrará el público, porque como maestro de ceremonias soy el puente comunicador entre lo que sucede en el escenario y lo que sucede abajo. Ya me urgía ver las reacciones de la gente, ver qué tanto hablaban, qué gestos hacen; ahora me alimento de eso, siento que cuando Elcee entra en contacto con el público, el personaje cobra más sentido”.

DAG