El grito de guerra deportivo llegó al Palacio de Bellas Artes: ¡sí se pudo! ¡Sí se pudo! fue uno de los gritos preferidos de quienes desfilaban rápidamente frente al féretro dorado con las cenizas de José José; incluso, fueron más allá, cuando de manera espontánea se empezó a escuchar las letras de México lindo y querido, esa canción hecha famosa por Jorge Negrete y que termina por hacer un ruego: “si muero lejos de ti, que digan que estoy dormido y que me traigan aquí”.
Se dice que ese había sido el deseo del Príncipe de la Canción. Aquí llegó, aunque no como muchos hubiesen esperado, para ser despedido por más de seis mil 500 personas que tuvieron la oportunidad de recorrer el vestíbulo del máximo recinto cultural del país, porque hubo muchos, quizás en el mismo número que no pudieron entrar: fueron menos de tres horas para despedirse del cantante, para dejar que toda una educación sentimental cruzara en cada una de las personas que cruzaban frente a sus cenizas.
Y aquí no importaba la edad. Mujeres y hombres en sillas de ruedas, con una fotografía del cantante sobre su regazo; sus hijos, no tan mayores, que recordaron los discos de acetato extraviados en algún rincón de sus casas y que, si bien ya no hay dónde hacer que suenen, bien valía la pena sacarlos de La nave del olvido.
Pero también jóvenes, con sus audífonos puestos, o niños que en su playlist había alguna canción de José José, “si mi hermano mayor lo escucha todo el tiempo, algo se me quedó”, comentaba un pequeño asediado por las cámaras y los micrófonos del gran número de medios de comunicación que llegaron al palacio.
Un espacio en el que no hubo palabras, sobraban para ese momento, después de tanta polémica pasada. Sólo las canciones que le habían dado un lugar a José José en los recuerdos y el presente de muchos: Regálame esta noche, El Triste, Almohada, 40 y 20, O tú o yo, Tu primera vez…
Pero también llegó el mariachi, a través del Ensamble de la Escuela del Mariachi Ollin Yoliztli o del Mariachi y Coro del Ballet Folklórico de México; incluso huapango, con el Trío Sensontle, proveniente de Huauchinango, Puebla, que no sólo le dio su ritmo a algunas de las canciones de José José, sino hasta una décima le dedicaron.
Sobre el escenario los hijos José Joel y Marysol, también su ex esposa, Anel, y Martín Urieta, Leticia Calderón, Jorge Ortiz de Pinedo, Dulce, Emmanuel o Lucía Méndez, pero también la jefa de Gobierno, Claudia Scheinbaum, el secretario de Cultura de la Ciudad de México, José Alfonso Suárez del Real; la directora del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) o la misma secretaria de Cultura, Alejandra Frausto.
Una despedida en la que tres horas no fueron suficientes, en lo absoluto. Pero había que seguir el camino rumbo a la Basílica de Guadalupe y mientras se escuchaban los acordes de Las golondrinas, los afortunados también comenzaban su despedida. En muchos había tristeza y lágrimas, sí; en otros había alegría porque finalmente allí estaban sus cenizas, en México. Aunque sólo fuera la mitad.
cjr