L a historia se inició durante la Semana Santa de 1973 durante la transmisión del programa infantil Vacaciones con Cepillín, que se desarrollaba en vivo en la terraza del piso 27 del Condominio del Norte, a 115 metros sobre la calle Juan Ignacio Ramón esquina con Mariano Escobedo, en el centro de la ciudad de Monterrey.
A mitad del programa, el director de cámaras creyó ver un destello en la Loma Larga, en donde se localizaba una de las zonas más populosas, y dio instrucciones al floor manager para que le dijera a Cepillín lo que estaba sucediendo en ese día de sol radiante y comprobar si era una señal accidental o intencional.
Inmediatamente al adivinar la intención de Javier Álvarez Guajardo, director de cámaras, Cepillín les pidió a los niños y familias que veían el programa desde la colonia Independencia que hicieran señales con algún espejito, para que así Cepillín les mandara un saludo y desde el canal captarlos con las cámaras, hacer acercamientos y ver con qué hacían las señales.
Todavía no había terminado de decirlo Cepillín cuando se empezó a apreciar toda una cascada de señales de arriba abajo y viceversa, de izquierda a derecha y al revés, ¡todo un espectáculo!
Las señales se hacían con pequeños, medianos y grandes espejos, y hasta con algunos espejos fijos de roperos tradicionales que eran mecidos en algunos casos hasta por dos o tres miembros de una familia.
Los niños, niñas, sus papás, tíos y hasta abuelitos respondían así al llamado de Cepillín desde la terraza del Condominio del Norte, habilitada como estudio al aire libre de televisión.
A las familias de la colonia Independencia se sumaron las de sus vecinos de la Nuevo Repueblo, Centro y Pío X, en esa tarde inolvidable del mes de abril de 1973.
La trascendencia
Casi 30 años después, en agosto de 2002, en la última visita del papa Juan Pablo II a México, el pontífice fue despedido en el Valle de México con cientos de espejitos a los pocos minutos de haber despegado del Aeropuerto Internacional Benito Juárez, de la Ciudad de México, con destino a Roma.
Mientras cerraba su crónica en la transmisión, un comentarista señaló que le habían contado que esa forma de saludarse o despedirse se había inventado en un programa infantil de Monterrey.