La herencia sexual de la inmortal Marlene Dietrich

La actriz ha sido, durante décadas, ejemplo de lo que se supone son una "sex-symbol" y una "femme fatale". A 28 años de su fallecimiento, repensamos la idea.

Marlene Dietrich (Especial).
Verónica Maza Bustamante
Ciudad de México /

La larga vida de Marlene Dietrich (murió a los 91 años de edad el 6 de mayo de 1992) estuvo marcada tanto por la historia del siglo XX como por una industria del entretenimiento que buscaba adaptarse a los nuevos tiempos generados por el nacimiento de la cinematografía y por una serie de libertades sexuales nunca antes vistas.

Nacida en Berlín, Alemania, en 1901, Dietrich vivió ambas Guerras Mundiales, aunque su impacto fue absoluto durante la segunda, cuando apoyó a las tropas estadunidenses y financió bonos de guerra. Estas acciones la convirtieron en figura de deseo de muchos soldados, que en el campo de batalla fantaseaban con una mujer como ella, definida, en pocas palabras, como “de otro mundo”, pues enfundada en pieles, perfectamente maquillada y peinada, desbordando glamour o atreviéndose a lucir como varón, era la antítesis de las amas de casa, temerosas de cualquier situación en ese universo quebrado por intereses políticos y económicos.

Conocer de verdad a una figura pública es complicado, pues siempre habrá versiones diversas de su vida. En el caso de Marlene Dietrich, tras su muerte, su hija María Riva publicó un libro en donde la acusa de alcohólica, adicta a los somníferos, madre totalmente ausente, mujer que en realidad odiaba la sexualidad, que coleccionaba amantes de ambos sexos, se acostaba con medio mundo y nunca fue feliz.

Para otros biógrafos e historiadoras, fue legendaria por su disciplina y dedicación a su oficio mientras rompía las barreras sociales y asumía la independencia femenina. Ella se dejó llevar por un mainstream que primero la utilizó y después tuvo que ceder ante la hermosa criatura que había creado. El término femme fatal se inventó para ella, que defendió el amor libre, la bisexualidad, los acuerdos matrimoniales, pero también reconoció sus miedos: a la muerte, al envejecimiento, a perder la compostura y el garbo.

Durante casi toda su vida estuvo casada con el cineasta Rudof Sieber, con quien tuvo un matrimonio abierto que le permitió tener encuentros eróticos con figuras reconocidas, como Jean Gabin, Erich Maria Remarque, Mercedes Acosta (quien también fue amante de Greta Garbo), Gary Cooper, John F. Kennedy, Ernest Hemingway, Yul Brynner y el compositor Burt Bacharach, entre muchos y muchas más.

Hoy en día se le sigue considerando una mujer de cuidado, sin filtro, con un apetito sexual desmedido que no conoció la palabra “compromiso”. Sin embargo, si su vida sexual (o lo que de ella se ha dicho y escrito) se analiza con lo que actualmente se ha establecido en torno a la sexualidad humana y las relaciones de pareja, su gran logro sería haberse atrevido a llevar a cabo prácticas, acuerdos y expresiones del amor y del deseo que no habían sido expuestas públicamente, generando con ello un camino que se fue abriendo lentamente hasta llegar a nuestros días, en los que la bisexualidad, la moda andrógina, el sexo fluido, las relaciones abiertas, los acuerdos de pareja y más se ven como parte de la experiencia cotidiana en quienes desees explorar estas opciones.

Como ella misma dijo, “la imaginación exagera, la razón subestima, el sentido común modera”. En el caso de este enigmático Ángel azul, todo se mezcló para hacerla inmortal.

vmb

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