"Las mutaciones", con sentido del humor hablan de una enfermedad terminal

En entrevista el director Jorge Ramírez Suárez habla de la historia de Raúl, interpretado por Tony Dalton, y con Mónica del Carmen protagonizando

Es un tema terrible, contado con mucho sentido del humor. Foto Ariadna Pérez
Roberto López
Ciudad de México /

Un asalto en Berlín que lo dejó malherido y varios meses en el hospital, fue el detonante para que el cineasta Jorge Ramírez Suárez (Guten tag, Ramón; Conejo en la luna, La gran promesa) decidiera adaptar la novela Las mutaciones de Jorge Comensal, en una película, que se estrena este fin de semana en el Festival Internacional de Cine de Morelia.

“Inmediatamente que leí el libro, me identifiqué porque hace unos años me asaltaron en Berlín, y estuve seis meses hospitalizado. Y de alguna manera esa experiencia me conectó mucho con la novela, porque yo también sufría una cuestión de salud que me mermó mucho, y pensaba: ‘Si ya no me recupero, ¿qué va a ser de mi?’”, cuenta el realizador mexicano a MILENIO.
En la película desfilan muchos personajes, y se antoja conocer sus historias. Foto Ariadna Pérez
La película narra, en tono de comedia, la historia de Raúl (Tony Dalton) un abogado a quien le diagnostican un agresivo cáncer de boca que obliga a extirparle la lengua. Mudo, el hombre tratará de recomponer su entorno familiar y laboral, mientras la enfermedad avanza.

Un tema terrible

Jorge Comensal escribe con un estilo muy parecido, en literatura, a lo que yo hago en cine: siempre mezclo drama y humor. La película puede ser triste a ratos, y también muy divertida, tiene las dos cosas, tratando de balancear para que también la historia, se cuente de una manera que uno pueda identificarse.

¿Crees que el espectador se identifique o conozca a alguien que ha pasado por esto?

Todo mundo tiene un ser amado, alguien que ha tenido esta enfermedad. La película se cuenta desde el punto de vista de él y no es el típico melodrama. Está planteado de una manera muy diferente, realista, y al mismo tiempo con mucho sentido del humor.
¿Cuál fue tu intención al hablar de una enfermedad terminal con este enfoque?
Yo creo que aligera mucho la historia y sobre todo la perspectiva de que no todo tiene que ser solemne. El personaje de Elodia que hace estupendamente Mónica del Carmen, es muy inocente que tiene su forma de ver la vida muy positiva. Creo que eso es lo que tiene sentido del humor, tanto en la película como en la novela, que le da una perspectiva humana y no nada más trágica, solemne y triste.

La enfermedad destruye incluso la dignidad humana, ¿no?

Cuando uno se enferma fuerte, lo que se cuestiona es si va a volver a ser la misma persona; eso es el eje principal de la película: ¿qué va a ser de mí, qué voy a hacer, qué sigue? Y siguen muchas cosas; hay gente que puede seguir la vida sin ningún problema y quien se deprime o ya no quiere vivir.

La gran mayoría quiere vivir y quiere adaptarse a su nueva situación. He conocido muchísima gente que ha sobrevivido a enfermedades graves o accidentes, y que ve la vida de una manera diferente, con más amor; amas la vida, tienes más ganas de vivir porque ya supiste lo cerca que estuviste de perderla.


A Raúl, el personaje, lo agobia no dejar en el desamparo a su esposa e hijos…

En eso la cinta es muy clara: cómo cambia la vida de una familia. Pero también tiene este surgimiento de lo que es el cuidado y el amor y todo lo que hace una familia por alguien que ama, cuando tiene un problema así.

Impresionante el deterioro físico del personaje.

El trabajo que hicimos con Tony Dalton es increíble; cómo lo transformamos, tanto en maquillaje como en algunos efectos visuales. Y su trabajo actoral, Tony ha crecido muchísimo, después de la serie, Mejor llama a Saúl, en Estados Unidos. Cuando leyó el guión me dijo inmediatamente: “Lo tomo” y estoy muy contento con lo que hizo. Sobre todo lo que hizo con Mónica del Carmen, que es una actriz con una energía y un talento impresionante; la escogí por eso, para tener este duelo de actuación, porque los dos estaban en un nivel muy alto.

Para quien leyó el libro, ¿qué más va a encontrar en la película?

¡Uy, mucho! La cinta profundiza más en la relación de la familia; la novela tiene otros personajes que aquí no están. Cuando adaptas un texto no es la novela hecha cine, se vuelve una película inspirada o basada en el libro.
A Raúl, el personaje, lo agobia no dejar en el desamparo a su esposa e hijos. Foto Especial
En la película desfilan muchos personajes, y se antoja conocer sus historias.
Mi eje es el enfermo, el que pierde la lengua, una persona que no puede hablar, pero que escuchamos su pensamiento; esa voz se convierte en un segundo personaje del mismo. Cualquier persona que haya tenido un ser querido, o conozca a alguien que haya tenido un tumor, tiene que ver esta película porque va a encontrar muchísimo de esta humanidad, de lo que somos y de la solidaridad que existe entre las personas.

¿Hay un mensaje para el espectador?

El mensaje es la empatía y la solidaridad humana; preocuparse por el otro y entender que una enfermedad de esta naturaleza no se cura con buenos deseos ni con fe. Es una cuestión genética y biológica, una mutación de una célula que te puede provocar una enfermedad muy grave y que por más que reces, no se va a solucionar nunca nada.

¿Y un llamado a revisarse?

Claro, yo conozco muchísima gente que ha tenido grandes problemas de salud por no haber ido a tiempo al doctor.
Después de Morelia, ¿qué sigue?
La idea es estrenar en salas el primer trimestre de 2025.

¿Y en plataformas?

Quiero salir primero en cines y luego ya veremos. El problema que tenemos con el cine mexicano es que, después de la pandemia, el público va menos a vernos, solamente se acerca al cine a ver las películas grandotas de Hollywood; es una pena. Entonces a los distribuidores les da también miedo lanzar películas mexicanas con más pantallas, porque dicen: “La gente no viene”. Es como el huevo y la gallina: si no le pones al cine más pantallas, la gente no viene y si no viene, al final estamos perdidos nosotros. Las plataformas son una forma de salir después, y también están saturadas y obedecen a un algoritmo y no al gusto del público.

YVI


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