Fernando Frías de la Parra vuelve al Festival Internacional de Cine de Morelia con “No voy a pedirle a nadie que me crea”, la adaptación de la novela de Juan Pablo Villalobos producida para Netflix, que este año compite por el Ojo FICM. La historia representa para el cineasta una posibilidad de desafiar sus propias habilidades asumiendo “la lógica del absurdo”.
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“No hay una fórmula para adaptar algo, el material te dicta el por dónde y en este caso fue la admiración que tenía por la obra. Mi proceso personal es elegir las cosas que quiero que estén y las voy justificando, lo importante era traducir la sensación que me provocó la novela de Juan Pablo Villalobos”, dijo Fernando Frías, sobre el proceso de construcción de la cinta.
La novela llegó a sus manos en un momento clave: “la encontré en 2017, a medio rodaje de "Ya no estoy aquí", cuando paramos por un año, porque no tenía forma de terminarla, porque al actor le habían negado tres veces la visa y yo estaba estresadísimo, había filmado solo la parte de México y no sabía si iba a poder terminarla”, explicó Frías, a su llegada al FICM.
“No voy a pedirle a nadie que me crea”pone en pantalla lo que ocurre cuando Juan Pablo, el personaje central, se muda a Barcelona para estudiar una maestría, en el proceso ocurren cosas “absurdas” y en entonces cuando la historia se presta para reflexionar sobre la violencia que se vive en México y lanzar una crítica al crimen organizado y la corrupción.
“En esta película, como en Ya no estoy aquí, podía tocar temas reales, pero desde otro punto, sin necesitar el permiso ideológico postcolonial de tener que hacer una película desprovista de contexto y la responsabilidad que ello conlleva, o del salvajismo de nuestra región; sino, permitirnos hacer humor y comentar sobre esta hiperconectividad”, dijo Frías.
“Esta novela me arrancó carcajadas, hablando desde un lugar que no es común y eso me inspiró mucho, es una situación bastante absurda y al mismo tiempo seria”, explicó el director, sobre el proceso para encontrar la forma ideal de contar esta historia, “el reto fue crear el tono; entonces, abrazamos el absurdo asumiendo que vivimos en lo absurdo”.
La película cuenta con la actuación de Darío Yazbek Bernal, quien da vida a Juan Pablo. El actor comentó que su aproximación con la novela fue años antes de realizar el casting, “me emocioné, porque es casi una biografía mía. Leyendo el guion, me llamó la atención la narrativa y la ideología política, pero vista desde el humor, pero con la comedia es complejo”.
“El género va más allá del timing que le puedas imprimir, algo es más chistoso entre más serio sea, eso es muy interesante. Este es el humor que me gusta, somos crueles, pero nos gusta reírnos de lo que pasa a otros; además, creo que todos hemos sido Juan Pablo. El rodaje sí fue muy cansado, tuvimos trabajo previo de un mes y eso ayudó”, agregó el actor.
A Yazbek se suma Natalia Solián, quien da vida a Valentina, su pareja, “en mi caso, conocí la novela después de la película y me di cuenta que Valentina tenía que ver con una evasión de la realidad, en eso compartía con el personaje, entras y te topas con tu propia confusión y la del personaje, pero en términos prácticos tuvimos un gran proceso”, dijo la actriz.
El rodaje, aunque confuso de inicio, debido a que los actores no sabían bien a bien lo que terminaría plasmado en pantalla, fue enriquecedor, porque “estuvimos trabajando un mes antes de filmar y eso fue muy productivo, eso no ocurre todo el tiempo en el cine, detallamos previamente, pero fue el en set donde encontramos el tono”, explicó Solián.
La versión cinematográfica de “No voy a pedirle a nadie que me crea”llegará a Netflix el próximo 22 de noviembre, no sin antes tener proyecciones especiales en salas de cine. La película es el tercer largometraje de Fernando Frías y forma parte de la competencia oficial del Festival Internacional de Cine de Morelia, donde compite por el Ojo, el premio principal.
YVI