Disney presentó en Buenos Aires la serie documental sobre Mafalda, inconforme y siempre atinada niña argentina que creó el maravilloso Quino, comienza a revelar sorpresas desde su primer capítulo.
La historia estará muy bien contada en la voz del mismo creador (grabaciones hermosas), y de quienes lo conocieron, lo editaron y quienes fueron inspirados por sus creaciones a levantar la voz con preguntas que quizá solo una niña puede hacer. Los adultos tendrían, tenemos, que tomar responsabilidad por esas respuestas, y eso no es cosa fácil para las buenas conciencias.
Por eso, hablar con Fernando Semezanto, VP de producciones originales de Walt Disney Company al respecto fue casi una urgencia para nosotros. Mafalda significa tanto para tantos. Como el mismo Quino dijo:
“En el 62 me llamaron para hacer una campaña de publicidad y me encargaron una tira para un campaña publicitaria de electrodomésticos, había que crear una familia para ello”.
El nacimiento de Mafalda
La idea era excelente: hacer una historieta en los diarios en la que la convivencia familiar se diera alrededor de estos productos. Se ofrecía gratis y la publicidad vendría al final.
Solo que Mafalda no sabría mucho de aires acondicionados y similares. Nadie hubiese imaginado que sería el primer encuentro de millones con el feminismo, el reclamo ante la injusticia, la preocupación por lo que le hacíamos al planeta, las dinámicas familiares que tantos dábamos por hecho… y las risas, esas risas que desde nuestros primeros momentos compartíamos con toda la familia. Seguramente, sabemos ahora, por motivos distintos según los momentos de nuestras vidas.
Los demás personajes, como Susanita –mi némesis personal– fueron naciendo por la necesidad de comentar otros aspectos y personajes clásicos de la sociedad. Ella, la que solo quería familia, hijos, marido y todo resuelto, resultaba ser bastante contrastante con las exigencias de Mafalda, quien de pronto se daba cuenta de que su madre "algún día tendía vida".
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Mafalda se revelaba contra la sopa. Para los niños eso que no nos gustaba necesariamente comer, para otras interpretaciones en este documental de varios capítulos, la representación de un sistema que te obligaba a tragar lo que se dictaminará sin discutir. Mafalda discutía claro. Pero con su clásico “¡puagh!” de protesta sabía que se comería esa sopa.
El deleite de esta serie también viene de archivos e imágenes nunca antes vista, interpretaciones y recuerdos de cineastas y escritores quienes también se formaron con ella e incluso lecturas en voz alta a un ritmo perfecto, de muchas de las más icónicas tiras que claramente, un tiempo después, ya nada tenían con vender electrodomésticos, sino con ideas y compartir risas.
No podemos olvidar la Argentina de los 60, 70… la de hoy. No podemos divorciar eso de México. De la burocracia (no la tortuga, la que no funciona en absoluto) de las diferencias sociales que nos enfrentan y —confieso que eso es lo que más me conmovió de esta primera parte de la aventura de ver esto por adelantado— la realización de la fragilidad de nuestros propios padres cuando éramos pequeños. Cuando nada en el mundo se supone que podía pasarles. Pasarnos. Cuando nos decían que solo había un sistema, uno al que había que alinearnos.
Saber que las preguntas de Mafalda y sus amigos aun no sabían de resignación hace que uno examine de nuevo su vida desde esa perspectiva. Por eso es perfecto el título de la serie documental llamada Releyendo Mafalda. Una, dos, cien lecturas. Toda una vida de encontrar cosas nuevas en ellas. Pero ahora hay algo nuevo. Algo que la ausencia de Quino en este mundo tampoco puede borrar: la historia de cómo Mafalda se convirtió en Mafalda.
Como una consigna de vender televisores con mercadotecnia, antes de que esta se pusiera de moda, acabó siendo la voz de tantas conciencias. Me incluyo. Cómo fue cambiando y por qué. Quién en la vida real de Quino, como Raquel su esposa y amor eterno, inspiró a tantos de esos personajes. ¿Qué tuvo que ver Charlie Brown y cómo fue superado por y para siempre, sin que esa fuera la intención siquiera?
Hay mucho más que contar, esto ocurrirá en septiembre a través de Disney+ y para entonces podremos contar más, mucho más.
Mientras tanto celebro estar en la tierra de la niña que tantas conversaciones disparó con mis padres, y poder decir gracias por ello. De aquí a diciembre pienso releer todo Mafalda de nuevo. Y entonces hablamos una vez más sobre sí el mundo se va a curar o si lo dejamos lleno de vendas y termómetros en cama.