Conversar con el maestro Manuel Alejandro (Jerez de la Frontera, Andalucía, 1933) es aprender de música, de historia y de humildad. Siempre de buen humor, cercano, el famoso compositor, arreglista y productor musical español recibió a MILENIO en su casa de Madrid, donde habló de muchas cosas, de recuerdos, de su libro, de la vida, y de esa especie de psicólogo en la que se convierte para saber encajar una canción en la personalidad de cada artista.
“México es mi tierra”, aseguró el maestro al que una lesión en el codo (que le dejó poca movilidad en el brazo) le impidió convertirse en músico de música clásica. La entrevista se hace en el salón, al lado de su estudio, donde se gestaron algunos de los grandes éxitos de Julio Iglesias, Raphael, Emmanuel, Rocío Jurado, José José y Luis Miguel, entre muchos más, y donde hay un piano, decenas de reconocimientos y fotos. “Lo más importante es la familia”, afirma.
¿Qué le falta por hacer a estas alturas de la vida?
Me faltaba un libro, aunque hoy lo hace casi todo el mundo. Yo he tardado muchísimo en escribirlo, 90 años, antes no me había atrevido. El libro no va a hablar de mi vida, sino de mis pensamientos, de criterios que he tenido. Se va a llamar “Vibraciones y elucubraciones de un ‘escribidor’ de canciones”. Empiezo hablando de la vida, de porqué estamos en este mundo, e incluso a dónde iremos.
Sentí la necesidad de escribirlo desde hace mucho tiempo, desde muy joven venía tomando notas de mi padre, un gran compositor sinfónico, de sus enseñanzas. Otra cosa que me falta es decir mis canciones, no cantarlas, decirlas, acompañado solo por un piano. Eso lo quiero hacer yo, con esta voz que tengo a medias.
¿Cuánto tiempo le llevó escribir el libro?
He escrito durante muchos años y me puse a construirlo, lo hice en meses. Saldrá a la venta en febrero. Estará en España y en América Latina, en México, por supuesto. Mi gran público está en toda América, hemos crecido juntos con la pandilla de los grandes cantantes: Emmanuel, José José, Luis Miguel, “El Puma” (José Luis Rodríguez).
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¿Cómo se definiría?
Además de una “escribidor” de canciones, soy una persona que duda siempre mucho de lo que hace, que nunca está conforme con lo que hace, que nunca cree en lo que hace hasta que ya ha pasado.
Eso sí, creo que tengo una sensibilidad grande para escribir canciones, ninguna ha sido obligada, todo han sido sentimientos que he querido demostrar y lo he demostrado.
A José Alfredo Jiménez, por ejemplo, le llegaba la inspiración con el alcohol, ¿usted qué proceso sigue para escribir una canción?
A pesar de todo, José Alfredo Jiménez se emborrachaba poco, le quedaba la cabeza libre para escribir. Yo cuando me emborracho, me emborracho de verdad (risas). Yo creo que en la vida no he escrito bebido, nunca. No se sabe cómo se hace la canción, cómo viene esa canción que de verdad va a llegar al público, que la gente va a sentir como suya. Eso no se sabe nunca, hay ponerse, la inspiración en ponerse a ello, buscar y tocar en el piano o la guitarra. En mi caso, yo estudio con el piano y en un momento dado tonteas con el instrumento, tienes una idea en la cabeza, una letra, y empiezas a darle forma. Hay que vivirla, que te haga sentir la piel de gallina, incluso llorar.
De todos los artistas mexicanos con los que ha trabajado, ¿cuál era el más “travieso”, en cuanto a disciplina?
José José. Con José José me perdí alguna vez con la copa y con todo. Total. Me acuerdo que lo llevaba a unos bares y era tremendo. Nos daban las dos, las tres de la mañana, andábamos de copas y de llanto por las mujeres (ríe). Fue tremendo. A José José creo que le hice unas de las canciones más completas que le he hecho, “El amor acaba”, esa la llorábamos mucho. Otra canción que le hice, la que se llama “Nadie como ella”, decía la letra: “Ya me enamorado, hasta de una sombra. Siempre conquistando lo que tenga manos. Nunca he sido fiel (…) Me he dado cuenta que no existe nadie. Nadie como ella, la tendría que inventar…”.
¿Cómo recuerda a José José?
Era un tipo con una vitalidad tremenda, una ironía y un humor. Recuerdo que la industria del disco le hizo un homenaje en Puerto Vallarta. Él estaba ya muy enfermo. Yo iba con mi mujer (Purificación Casas, qepd) del acto hacía el bungalow a dormir y pasó él en un carrito de golf, se quiso bajar, lo tuvimos que sujetar, nos contó un chiste. Ya se caía de tan débil. Se nos fue muy pronto como Armando Manzanero.
Me hablaba de “El amor acaba”, ¿se imaginaba que iba a quedar así cuando la escuchó cantada por él?
Cuando hago canciones ya tengo pensado en todo lo que le va, la palabra que le va a ese cantante, cómo lo ve el público, qué espera de él, y para José José que el amor acabara era comprensible porque siempre estaban tambaleándose sus amores.
¿Era difícil trabajar con cantantes de ese nivel?
No. Me ha sido siempre muy fácil, desde Julio Iglesias a Luis Miguel, con él pasé épocas estupendas. Me acuerdo la primera vez que me invitó a su casa de Acapulco, la pasamos fenómeno y todo eso era para conocerlo más, para saber qué palabras le gustan, que no le gusta. Soy más un psicólogo que un “escribidor” de canciones. Antes de escribir una canción lo que hago es impregnarme de la persona, si esa persona es cercana, como ha sido Julio Iglesias o Raphael es más sencillo. Raphael y yo nos conocimos cuando él tenía 18 años y yo 28, le he escrito 120 canciones, una barbaridad, como digo yo, es una ordinariez.
Hablando del maestro Manzanero, ¿cómo era su relación?
Tuvimos mucha relación y entrañable. Cuando yo entré en la Sociedad de Autores y Compositores de México, de la que soy socio, él me recibió, estaba entonces de presidente.
Tenía preparado hacer una gira con él a dos pianos, en México y en varios países. A dos pianos él y yo, peleándonos con nuestras canciones. Hubiese sido muy bonito. Me acuerdo que ya hasta habíamos pensado en algunas cosas. Yo en una de las canciones, propia para los dos, que empezaba así: “Yo soy aquel, que está tarde vi llover” (risas).
¿Qué opina de la música actual?
Todo está sacado del folclore de cada país, de la cumbia, de la bachata, de las rancheras, escritas por personas de hoy, unos bien formados y otros no. En esta nueva música se muestra lo que hoy es la juventud, lo que hoy se lleva. Las letras son diferentes, aunque esas canciones de reguetones, esas cosas, están más cerca del canto gregoriano del siglo XI. Hay gente muy talentosa haciendo eso, siempre he pensado que a nadie le regalan nada y toda esa gente que está ahora en el candelero es muy valiosa.
¿Sigue escribiendo canciones?
Totalmente, siempre tengo un rato, unas horas para hacer una letrita. El día que me piden algo lo empiezo a perfilar. Yo, hasta ahora, diario me levanto y estudio mínimo dos horas de piano, así desde que tenía siete años. Eso hace que me lleve a leer páginas de la música clásica, recordar canciones, a veces se te van las manos y te sale algo que te gusta.
Este año recibió la Medalla Internacional de las Artes de la Comunidad de Madrid, en breve el Premio Ondas y un Premio-Homenaje en los Grammy Latinos…
Yo creo que me premian porque no se creen que estoy vivo (ríe) o me quieren ver en un escenario para ver si me muevo, pero claro que me muevo y hasta canto.
YVI