Después de anhelar por algún tiempo interpretar a Blanche DuBois, protagonista del clásico Un tranvía llamado deseo, de Tennessee William, al fin Marina de Tavira se encuentra en ensayos para estrenar el 3 de agosto en el Teatro Julio Castillo, bajo la dirección de Diego del Río.
“Los tiempos de Dios son perfectos, no habíamos logrado coincidir Diego y yo, habíamos tenido muchas ganas y propuestas; creo que tenía que ser con esta obra, no puedo imaginar mejor guía para mí en este viaje laberíntico que es este personaje y en esta ficción que Diego del Río”, contó en entrevista con MILENIO.
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El director está seguro de que cuando las cosas son sincrónicas se dan, que hayan coincidido en esta puesta Rodrigo Virago, David Castillo y Carlos Alexis, los actores que están, músicos y creativos, fue lo mejor porque no imagina otro equipo.
“Somos los que somos, estamos creando una gran concordancia, investigando la obra desde lo más profundo y creativo posible para intentarlo”, confirmó Del Río.
Marina de Tavira coincide con la frase que una y otra vez han dicho otros compañeros: el personaje te escoge y aunque tenía el deseo de darle vida a Blanche DuBois, hasta ahora se dio el momento correcto para hacerla.
“Este ha sido un proceso que me tiene obsesionada, estoy pensando en esto todo el tiempo, me despierto y traigo las tonadas de la obra; no puedo parar de pensar en Blanche DuBois, hay algo de esta obra que te agarra y no te suelta, lo cual me encanta pero es cansado. Estoy profundamente agradecida con la vida, el teatro y mis compañeros”, confesó la actriz.
Es la primera vez que la actriz nominada al Oscar vive y siente que el teatro ocupa la mayor parte de su pensamiento; y no es algo que le moleste, al contrario, disfruta mucho esta experiencia, gracias al texto de Tennessee Williams.
El proceso de creación y los ensayos, asegura De Tavira, ha sido mágico, así como la guía: “Recuerdo algo que decía mi maestro Luis de Tavira: ‘La tónica la pone el director’, y creo que este es el caso. Diego es un director sumamente amoroso, y al mismo tiempo muy exigente y te acompaña. Todo es dolorosamente gozoso”, dijo la actriz.
La alegría de dirigirla
Para Del Río coincidir por fin con Marina de Tavira le da una gran alegría, porque hace seis años que viene platicando con la actriz para trabajar juntos; más de un dos veces había intentando trabajar con ella pero sus agendas no habían coincidido hasta ahora; desde siempre habían pensado en esta obra, un clásico contemporáneo.
Para el éxito no hay alguna fórmula; para Diego se trata de colaboración, de convertirse en cómplices. Él busca honestidad en los actores, ganas de hacerlo, porque el teatro es un deseo. Para él es un arte que no se rige por la inspiración de los cuerpos, sino que ocurre a la hora acordada; demanda una voluntad que se construye.
Al dirigir su responsabilidad principal es cuidar el tono de cada personaje, para que al unísono logren un gran resultado equilibrado y armónico.
DAG