No le creo a la ONU ni a la OMS: Mauricio Clark sobre las 'terapias de conversión'

Tras declarar que la homosexualidad es parte de su pasado, el comunicador ahora va en contra de las 'terapias de conversión', pero no de todas pues, a pesar de lo que dice la OMS, él afirma que hay algunas “certificadas”.

Mauricio Clark visitó MILENIO para hablar sobre sus declaraciones sobre la homosexualidad.
Ernesto Raymundo Huerta
Ciudad de México /

Mauricio Clark entra a la sala en apariencia tranquilo, aunque acaba de fumarse un cigarro tras una entrevista con Azucena Uresti para MILENIO Televisión. Toma asiento y durante 24 minutos contesta preguntas rápidas para una transmisión en vivo por Facebook. Cada que puede aclara que él jamás dijo haberse curado de la homosexualidad, a la que, sin embargo, califica como una conducta desviada. Acabada la charla para la red social, ya con más calma, Mauricio dice estar en contra de las llamadas terapias de conversión, pero también en contra de la iniciativa de ley que busca prohibirlas. 

Hace tres meses que Mauricio declaró que la homosexualidad es parte de su pasado. Dice que jamás pensó que generaría tal controversia y críticas por parte de activistas de la comunidad LGBT y organismos contra la discriminación como el Copred. Pero Mauricio sigue hablando del tema, insiste en que un homosexual debería poder contar con lo que él llama “acompañamiento” si ya no quiere “llevar esa vida”. “Sería un cobarde, un egoísta quedarme con un testimonio de 20 años de dolor y sufrimiento en todos los sentidos como para quedarme callado ante una iniciativa, una ley que quieren poner. No puedo quedarme callado porque conozco el mundo de la homosexualidad y hay muchas incongruencias”, señala seguro de lo que dice. 

Mauricio se refiere a la iniciativa de ley impulsada por Morena que busca prohibir las “terapias de conversión”, llamadas también Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género (ECOSIG). La iniciativa no hace sino seguir las recomendaciones de organismos como la OMS o la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), que catalogan estos procedimientos como actos de tortura. La APA, por ejemplo, indica que “algunas personas homosexuales o bisexuales pueden buscar un cambio en su orientación sexual a través de la terapia, a menudo como resultado de coacción por parte de miembros de su familia o grupos religiosos”. Especialistas indican que estas terapias dejan secuelas graves, pero Mauricio no comparte la idea. 

El comunicador descarta que sus palabras abonen a la discriminación contra la comunidad LGBT. “Yo estaría fomentando eso si hubiera dicho que me curé, que ser homosexual es una enfermedad, que tomé terapias de conversión, pero hoy estoy, con todo el amor, para ayudar a defender al homosexual de no tomar esas terapias de conversión”, dice para momentos más tarde matizar y explicar que sólo está en contra “de ésas que dicen, de los electros, eso es inhumano”.

¿Cuáles son las “terapias” por las que Mauricio aboga, entonces? “No le puedes quitar el privilegio a otro ser humano de tomar una terapia con un terapeuta o psicólogo, pero certificadas, estudiadas, que te puedan hacer un acompañamiento”, señala. ¿De qué manera podrían ser certificadas —le pregunto— si los organismos internacionales y las instituciones médicas ya han dicho que todo tipo de terapia que busque cambiar la orientación sexual de una persona es dañina? “Para la ciencia no hay entendimiento de Dios”, responde. “Si me dices que qué opino de la ONU, que no le creo; si me dices que qué opino de la OMS, que a ellos lo que les importa es el dinero, no la parte humana”, agrega, convencido de que la homosexualidad beneficia a las farmacéuticas para comercializar antidepresivos.

Y es que si bien Mauricio no identifica a la homosexualidad como “el único factor” que lo llevó a padecer alcoholismo y drogadicción, sí la incluye dentro de ellos y recuerda que en el pasado tomaba ansiolíticos y antidepresivos. “Hoy no tomo uno solo”, dice orgulloso y agrega que está dispuesto a trabajar para defender lo que él considera los derechos de los homosexuales. “Si me invitara la comunidad LGBT, la señora Jaqueline L’Hoist, claro; yo también estoy dispuesto a defender los derechos del homosexual, ojo, no la ideología de género, porque el homosexual merece ser tratado con amor, merece una vida digna”.

¿Que si acaso podría volver a cambiar de orientación sexual? “Las tentaciones claro que están, el príncipe de este planeta es Satanás”, responde momentos antes de volver a mezclar el tema de su sexualidad con las drogas. “Estamos en su territorio, yo estoy muy alerta, voy a estar tentado a drogarme de aquí hasta que me muera”. Sin embargo, afirma que con ayuda de la fe, “de terapias, un guía espiritual que es Yuri y su esposo Rodrigo y una comunidad católica”, ahora está dispuesto a vivir una vida “con principios, lejos del pecado, de la mentira, de la promiscuidad, del adulterio”.

Las terapias de conversión

En junio pasado el Experto Independiente de la ONU en temas de orientación sexual e identidad de género, Víctor Madrigal-Borloz, publicó un reporte en el Consejo de Derechos Humanos con recomendaciones para los países miembros; entre ellas, un llamado a la prohibición de las terapias de conversión, mecanismos “practicados no sólo por algunos servicios de salud profesionales, sino también por miembros del clero o consejeros espirituales en el contexto de prácticas religiosas” y que resultan “perjudiciales para los pacientes y pueden causar grave dolor y sufrimiento y conducen a la depresión, la ansiedad y la ideación suicida”.

En México, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) ha señalado que, con base en la Constitución mexicana y la Declaración Universal de derechos Humanos, las terapias de conversión son “una forma de violencia y discriminación por motivos de orientación sexual e identidad de género” y agrega que dichos mecanismos “transgreden los derechos al libre desarrollo de la personalidad, a la salud, a la integridad personal y a la igualdad y no discriminación; además de que son fáctica y potencialmente dañinas al desconocer la diversidad sexual y estigmatizar la homosexualidad, contribuyendo a la persistencia de la homofobia”. 

La erradicación de estas terapias es uno de los objetivos de la recién creada Coalición Mexicana LGBTTTI+, que agrupa a representantes de organizaciones de la sociedad civil en favor de los derechos de dicha comunidad. En su agenda política, presentada el 21 de marzo, la Coalición presenta como una de sus líneas de acción “prevenir y erradicar los esfuerzos por modificar la orientación sexual, la identidad y expresión de género”. 

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