La voz de la mujer en la industria del cine hace eco una vez para enfatizar la necesidad de un cambio que brinde igualdad de oportunidades y espacios seguros.
Si bien, las estadísticas pueden ser tan relativas y diversas como las historias del cine, sí se debe puntualizar que el campo laboral aún es dispar; de acuerdo con datos del Instituto Mexicano de Cinematografía, de las 11 mil 809 personas que en 2022 formaron parte de una producción, solo 40 por ciento fueron mujeres (4 671), 3 por ciento menos con respecto al año anterior.
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Esas son las cifras, pero es mejor poner rostros reales ante la necesidad de un cambio; varias profesionales comparten sus experiencias dentro de la industria del cine, entre ellas la productora Mónica Lozano, responsable de más de 70 películas, incluida No se aceptan devoluciones, la más taquillera en la historia del cine mexicano; Anna Roth, productora y gerente de producción de cintas como Titanic o Apocalypto; Adriana Barraza, directora, actriz nominada al Oscar y docente de la actuación.
Lozano comenzó su carrera en la gestión cultural, siendo apenas mayor de edad y motivada por generar el sustento para su familia, encontró en Alejandra Moreno Toscano un modelo a seguir.
“Tenía 18 años cuando entré a trabajar con ella y dije: ‘si ella puede yo también’, fue generosa y me llevó de la mano”, pero el servicio público era un mundo de hombres “y yo no quería que me trataran diferente por ser mujer, me exigía más y no dejé que los hombres tuvieran un trato diferenciado conmigo por mi condición de mujer”.
A pesar de la fortaleza y determinación de Lozano, hacer frente a las condiciones laborales de los años 70 no fue sencillo.
“Sí viví, como muchas mujeres, problemas de acoso, recuerdo que en el servicio público había giras presidenciales (las cuales ella organizaba) y recuerdo perfecto ir al estado mayor presidencial acompañada de mi chofer y el general o el teniente se dirigía a él en su condición de hombre, aunque la que comunicaba era yo”, dijo Lozano, quien, con los años y experiencia, se convirtió en líder de Alebrije producciones.
Desde sus primeros años como profesional del cine, Mónica estuvo al frente de historias importantes, compartió el set de Amores perros con otra mujer que también se convirtió en su guía: Tita Lombardo, y “tuve otros ejemplos muy lindos como Bertha Navarro, que había sido precursora de la producción de cine, lo mismo que Laura Imperiale. No es sencillo ser madre de familia y productora, pero hoy, las mujeres nos hemos generado las condiciones para lograrlo, aunque, muchas veces eso significa ser madre una ausente”, explicó.
La realidad en el rubro de la actuación “no es muy distinta de la que se vive en otras áreas del cine”, explicó Barraza.
“Pero no solo en la actuación, los cargos de liderazgo te cambian, he tenido estos puestos y te masculinizas, te vuelves más dura de lo habitual, independientemente de que uses falda. Nos toca apoyar a otras mujeres y avalar su trabajo, sí, falta mucho, pero debemos agradecer a esas mujeres y hombres que han sido esa plataforma para que mujeres como yo puedan gozar de lo que gozamos ahora”, dijo.
En cuanto a ser madre y profesional del cine, Adriana compartió lo duro que ha sido tratar de equilibrar la balanza.
“Fui madre ausente y algo similar me pasa con mi nieto, porque vive en Argentina. Un día me dio mucha tristeza, porque mi nieto hizo un dibujo en el kínder donde estaba su mamá, su papá, él y una televisión al lado, donde estaba su abuela.
“Sí, es inevitable estar ausente cuando uno tiene que trabajar”, agregó Barraza, quien ha abordado el tema de las desaparecidas en México en sus recientes proyectos.
En el caso de Anna Roth, su vínculo con el cine fue casual, Claudia Becker era su amiga en la secundaria y “en su casa se hacían reuniones donde veíamos a Jorge Rivero y Hugo Stiglitz y Andrés García”.
Con el tiempo se volvió asistente de la secretaría de producción “y me tocaba preparar los cafés y sacar fotocopias. Efectivamente era un mundo masculino, yo creo que me dejaron entrar porque tenía 21 años y usaba minifalda”, bromeó respecto a su llegada al cine, donde después se volvió gerente de producción.
Con este cargo llegaron los proyectos internacionales, como: Apocalypto, Hombre en llamas, Sense8 y Titanic, filmada en Rosarito por James Cameron.
“Fueron dos años y medio de mi vida. Tuvimos que crear un mundo y después destruirlo, el Titanic es un gigante, en un momento éramos 2500 personas en ese set; es la película más grande que yo he hecho en mi vida”, explicó Roth
La historia de Anna en el cine no ha sido tan compleja como para otras mujeres.
“Nunca me sentí menospreciada, ni agredida por los hombres, no fue fácil, claro, porque decían que esto no era para mujeres, pero yo decía: ‘No importa’. Sé que hay la necesidad de un cambio por la desigualdad, pero en mi caso, debo decir que yo gané mucho dinero. Y sí, sí soy mujer y sí, a lo mejor fue lento el proceso de llegar a donde llegué, pero llegué con mucha seguridad, porque me tocaba, creo que no es por género”, agregó Roth.
Así como Mónica Lozano encontró en otras mujeres el camino a seguir, Lozano también se volvió un referente para otras profesionales del cine como Ana Claudia Talancón, quien tomó el camino de la producción para complementar su desempeño como actriz y generar sus propios proyectos y los personajes que quiere interpretar.
“Mis referentes eran Mónica Lozano, Mónica Vargas, productoras y directoras con quienes he tenido la fortuna de compartir trabajo, y claro que el pensamiento es: ´si ellas pueden, yo también puedo´”.
Han pasado casi siete años desde que comenzaron los movimientos globales en defensa de los derechos de la mujer
y aunque aún falta mucho camino por recorrer, sí surgieron medidas que permiten prevenir el acoso.
“Ya hay una forma de respeto mucho más clara, puedes hablar si te acosan; ahora, las producciones te pasan una hoja para que denuncies de forma anónima si eres acosada o acosado, creo que sí tenemos un poco más de protección”, explicó Talancón, sobre los pequeños cambios dentro de la industria.
AJR