Conocido por sus virtudes en los terrenos del jazz y la salsa, el contrabajista y arreglista Andy González murió el jueves pasado, aunque no se precisaron las causas de su muerte, según confirmó su hermana Eileen e su cuenta de Facebook.
"Con profunda tristeza anunciamos la muerte de nuestro hermano Andy González. Tenía 69 años de edad. Es difícil expresar con palabras el dolor que todos sentimos en este momento, pero nos reconforta saber que ya no está sufriendo y que ahora está en el cielo con Jerry y nuestros padres. Lo vamos a extrañar muchísimo”, escribió Eileen.
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Medio siglo dedicado a la música lo hicieron uno de los músicos prominentes de la escena neoyorquina. También en Facebook, el percusionista puertorriqueño recuerda que comenzó a tocar desde los 13 años.
“En el Latin Jazz Quintet, una agrupación inspirada en la música interpretada por el vibrafonista Cal Tjader y en la cual compartía con su hermano Jerry. Aunque mucho tiempo antes Gerardo González, padre de González, ya había iniciado la educación musical de su hijo: Gerardo era vocalista de Augie Meléndez y su combo”.
Nacido en Nueva York de padres puertorriqueños, fue un músico sumamente activo que, además de sus proyectos personales, trabajó con grandes músicos de jazz y salsa, como Dizzy Gillespie, Tito Puente, Eddie Palmieri, Astor Piazzolla, Chico O´Farril y su hijo Arturo.
En su cuenta de Facebook, este último dijo que “Andy González fue el inventor del bajo latino moderno. Era también la autoridad más preparada en música latina. Fue mi mentor, fue mi guía, fue mi héroe. Toqué con él en Conjunto Libre, Fort Apache Band, Piratas y Trovadores, la Orquesta de Jazz Afrocubano de Chico O’Farrill. Hicimos siete discos juntos. Viajamos juntos por el mundo y nos amamos profundamente. Sin Andy no tendría esta carrera”.
En Acapulco tuve la fortuna de escucharlo a fines de los noventa con la Fort Apache Band, grupo dirigido por su hermano Jerry, el cual hacía una exuberante mezcla de jazz y música latina, con un énfasis especial en la obra de Thelonious Monk, como escucha en su disco Rumba para Monk.
En los terrenos de la salsa destacó su trabajo como director musical y arreglista de El Conjunto Libre, que en los años setenta cambió el rumbo de la salsa en Nueva York, lo mismo que su trabajo con su hermano Jerry en el Grupo Folklórico y el Experimental.
La salud del contrabajista había mermado desde 2010, dado que padecía de diabetes y, por un accidente, tuvieron que amputarle tres dedos de un pie. Poco a poco se fue recuperando.
En días de recuperación, en una entrevista para la revista Herencia latina, el contrabajista hablaba sobre los músicos actuales y su manera de tocar.
“Quieren ser el siguiente virtuoso. Ya nadie habla sobre tocar como un equipo, tocando juntos para acompañar la música, para acompañar los arreglos, tocando junto para acompañar la música, para acompañar al cantante. Muchos de ellos, si no todos, son muy académicos porque han acudido a buenas escuelas. Sin embargo, algunas veces no sientes una pasión”.
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