El próximo 21 de octubre, Armando Manzanero recibirá en Miami el Premio Billboard a Trayectoria, por lo que el cantautor está contento, sobre todo porque se reconoce el historial que ha escrito en el mundo de la música desde hace 70 años.
Con gran cantidad de éxitos en su haber, Manzanero dice que desde 1959 vive de “las joyas de la corona”: “Contigo aprendí”, “No sé tú”, “Por debajo de la mesa” y “Voy apagar la luz”, aunque precisa que siempre se preocupa por tener buenas canciones y buscar buenos intérpretes en un contexto cada vez más difícil porque los cambios de la industria han acabado con muchas cosas, entre ellas el disco físico.
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¿En qué momento de su carrera llega el Premio Billboard a Trayectoria?
Me llega en el momento más preciso, cuando por esta pandemia hemos estado paralizados en todo el mundo. El problema de mi profesión, y me imaginó que de muchas otras, es el estar tanto tiempo en la casa, en la que llega un momento en que uno hasta cae mal.
Entonces, este reconocimiento me llega para ratificarme, con un nombre y con algo que he trabajado durante tantos años. Bendito sea el Premio Billboard que voy a recibir.
Es un reconocimiento por la trascendencia que ha tenido a través de su obra musical…
Soy una de las personas que siguen viviendo de las joyas de la familia, eso me da una seguridad. Sí me preocupo por tener una canción nueva y por supuesto que me esfuerzo por tener quién me la grabe, pero si no la encuentro de todos modos mi comunicación con el público es constante.
¿Cuántos años lleva ese diálogo?
Yo comencé a trabajar de lleno en este bendito negocio que es la música en el año 50, entonces prácticamente tengo 70 años de estar en él.
¿El amor sigue siendo su inspiración?
Mire, el amor lo lleva uno dentro, no necesita tenerlo de fuera. Claro que es muy bonito sentirse amado, pero desde que era niño me enseñaron a quererme, y a través de eso quiero a la vida, quiero las cosas que me rodean, amo todas las bendiciones que tenemos en este mundo. Y si todavía tengo una señora morena, bien esculpida, con 35 años menos que yo, pues definitivamente se retroalimenta ese asunto bello del amor.
Habla de “las joyas de la familia”, ¿cuáles son?
La canción más grabada y más vendida para medios publicitarios y para todas las cosas que tengan que ver con una canción es “Contigo aprendí”. Pero también están “No sé tú”, “Por debajo de la mesa”, “Voy a apagar la luz”, de 1959, entonces si se pone a ver que todavía vivo de una canción del año 59, me siento muy satisfecho.
Y ahora está compartiendo esa experiencia, porque está dando clases.
Bueno, quiero aclarar el asunto de las clases, cuando yo la imparto no digo dónde se escribe la clave de sol, ni de nada que tenga que ver con rítmica, con contrapunto, con melodía, con toda esa gama que la ciencia de la música tiene. No, hablo de lo más importante que un compositor tiene, porque el músico tiende a ser trasnochador, a no dormir las horas que tiene que dormir, tiende al vacilón, y cuando se da cuenta ya es tarde, se fue el tiempo.
Y el compositor tiene que tener una vida ordenada, una disciplina férrea y exacta para poder, no solo hacer canciones que tengan interés para un artista, sino tener la fuerza de poder hacérselas llegar (al público). Yo considero que actualmente los muchachos (compositores) están viviendo un tiempo muy difícil porque desaparece el disco, casi la mayoría de los grupos son cantautores, entonces tienen pocos intérpretes para que canten sus temas. Eso es de lo que hablo en esas conversaciones a las que les pusieron “clases”.
Hablaba de la disciplina, eso es parte de la educación, ¿no es así?
Yo creo que sí, viene de la educación. Yo no hablo muy bien de mi papá, quizá por el carácter que tenía tan duro, tan difícil. Pero sí le reconozco haberme enseñado a ser puntual, a bañarme temprano, a que si tenía yo los testículos para desvelarme, tenía los testículos más grandes para levantarme a hacer lo que tenía pendiente.
La gente que tiene disciplina lo tiene todo. Por eso quiero hacerles entender a los muchachos que desean ser compositores, que definitivamente no solo es (crear) la canción bella, buena, sino hacerla brillar y sacarla a la luz pública.
Por un lado es difícil y por otro es fácil, porque yo, por ejemplo, tuve una conversación con Alejandro Lerner para ponerme de acuerdo en lo que íbamos a hacer con una canción, y antes eso se llevaba tiempo, porque era a través de cartas, de llamadas telefónicas y ahora es inmediato. Entonces tiene su parte difícil y su parte fácil.
Pero en general es más difícil, la desaparición del disco hizo que se hiciera un hueco en este negocio tan hermoso de la música. Claro, a cambio de eso, todo lo tienen en un Iphone o en un teléfono. De eso es lo que hablo, de que hay que atenerse a los cambios, a las corrientes de la música; y lo que más enseño es que hay que pegarse a un buen árbol para tener buena sombra. Eso quiere decir que uno debe oír música buena para intentar hacer música buena.
Sin embargo, usted ha enfrentado y superado todos esos cambios en las siete décadas que lleva en la música…
Yo empiezo a tener noción del disco cuando se hacían acetatos, cuando el vinil era el rey de los medios para poder oír una canción, pero los sistemas cambiaron y ahora cualquier muchacho puede tener su grabadora en el garaje de su casa; ahora cualquier muchacho con un teléfono y una computadora hace un disco.
En ese camino también se ha mostrado como un apasionado defensor del Derecho de Autor de los compositores…
El Derecho de Autor es mi pasión desde el momento en que empiezo a tener noción de todo por lo que pasaba una canción. Cuando empiezo a vivir de esto, a tener canciones en una editorial con esos contratos leoninos, y solo por no leer la letra pequeñita de los contratos y no saber Derecho y no tener un abogado que le diga: “Firma esto o no firmes todo”. Pues de todo esto es lo que yo hablo en la clase, que eso es más importante que sacar una bonita canción.
¿Qué le ha permitido hacer la pandemia? Por cierto, ya hizo un concierto streaming.
Sí, pero no lo vuelvo a hacer porque como que no me lo merezco, con todo el éxito que he tenido, con lo que he vivido y los públicos que he manejado, estar en esa frialdad de las cámaras, de los reflectores y nadie que me esté aplaudiendo o chiflando, no me gustó…
¿Está preparando alguna producción, alguna mancuerna?
No tanto como mancuerna, la mancuerna la hice hace 25 años cuando hice aquel disco en España que se llama Duetos, y todavía si me voy más lejos, al año 78 cuando hice un disco para Televisa que se llama Corazón salvaje en el que puse a cantar a medio mundo. Entonces para mí, eso ya está completamente obsoleto. No, no, yo todo lo que hago lo estoy haciendo solo, porque estoy haciendo todo lo que tengo asentado, todo lo que he escrito asentado, no quiero dejar canciones sueltas, quiero dejar todo perfectamente bien estipulado en una grabación, y en eso ando y me está saliendo muy bien.
¿Y cómo la está pasando con la pandemia?
Con la pandemia lo que hago es ponerme el tapabocas, como dice mi gran doctor (Hugo) López Gatell, guardando la sana distancia, como también dice el doctor; y de lo demás, detesto lo que está sucediendo, mas una cosa es que le tenga respeto (al covid-19) y otra cosa es que le tenga miedo.
¿No le tiene miedo a nada?
A nada, excepto a que mi mujer se me vaya.
Pero es disciplinado y lleva una vida tranquila…
Lo mejor que tengo y que ayuda mucho es un consejo que no di en clase: no fumar, porque es algo que puede mermar a la hora de tener una enfermedad. Fumo poco, nunca tomé mucho y toda la vida de viví con esa disciplina de hacer todo, pero con medida.
Del recetario de Manzanero...
A usted le gusta la cocina, ¿en este tiempo ha cocinado más?Pero por supuesto, hace dos noches hice un pastel de choclo. ¿Y qué es? Es un platillo que comen los chilenos en época de invierno, cuando el maíz está en plena producción, es una delicia, porque es una cazuela de barro con un picadillo de carne de puerco y res con aceitunas y pasitas, frito con aceite de olivo. Luego una pasta de maíz bien molido refrito con mantequilla. Primero va el picadillo, inmediatamente la pasta de elote, su azúcar espolvoreada, se mete al asador y eso se hace un pastel maravilloso. Lo hice para tomar chocolate por la tarde. Soy diabético, pero tampoco le tengo mucho respeto a la pinche diabetes, como y después me inyecto un litro de insulina (jajaja).
amt