Aterciopelados. “Florecimos en la desesperanza”: Andrea Echeverri

La banda colombiana, liderada por Andrea Echeverri y Héctor Buitrago, regresa el tiempo 30 años, con “Mujer Gala”, acompañados por Rubén Albarrán de Café Tacvba

Aterciopelados (Especial).
Ciudad de México /

En las calles de Bogotá la gente los veía raros y se cambiaba de asiento en el transporte público en rechazo, y era tal la violencia que los bombazos, si no los veías, los oías por ahí.

“Aterciopelados florecimos en la desesperanza”, cuenta Echeverrí en entrevista con MILENIO a propósito del sencillo y video en vivo de “Mujer Gala”, con Rubén Albarrán de Café Tacvba, con el conmemoran el lanzamiento en 1995 del álbum icónico El Dorado, y tres décadas como agrupación; preparan también una gira por Estados Unidos, Colombia y, en México, Ciudad Juárez y Ensenada.

Conscientes de que rompieron muchas barreras en su país, aún como pareja: ella fresa y él punk, destacan haber creado canciones “clásicas” y una identidad propia en una Colombia conservadora.

Héctor Buitrago (1963), que encabezó la banda de punk La Pestilencia en la década de los 80, que igual está festejando sus 60 años, recibe la comisión de Andrea Echeverri (1965) para hablar del disco.

“‘Mujer Gala’ fue de las primeras canciones de Aterciopelados. La escribimos de manera espontánea, muy inocente. Es un juego de palabras sobre materiales de ropa que describen a una mujer, sin ninguna intención. Y se volvió muy popular, yo creo que por ese juego de palabras. Básicamente es una canción que no tiene ningún significado, ni intención de contar una historia muy profunda.
“Fue nuestro primer éxito en Colombia, con la particularidad de que era un demo. Después, la incluimos en El Dorado como bonus track, por eso ahora quisimos lanzarla en el primer sencillo de El Dorado en vivo, e invitamos a Rubén Albarrán, aprovechando ese espíritu punk que tiene la canción”, cuenta Buitrago, sobre el tema que salió primero en su LP debut Con el corazón en la mano (1993).

El origen de la colaboración es un concierto que dio Aterciopelados el 22 de abril pasado en el Palacio de los Deportes de Bogotá, para celebrar los 25 años de El Dorado, tardíamente debido a la pandemia.

Atercios y Cafetas

Echeverri justifica la inclusión del cantante mexicano porque confiesa que cuando grababan El Dorado en 1995, escuchaban mucho el disco Re (1994), el segundo álbum de Café Tacvba, una banda que surgió un año antes que Delia y los aminoácidos (1990), el antecedente que originó a Aterciopelados.

“Atercios y Cafetas tenemos muchas cosas en común, la raíz folclórica e identitaria, encontramos una voz propia. Eso nos une, y nos une también la época. Últimamente hemos estado con Rubén muy cercanos, fui con él a la gira Gracias totales de Soda Stéreo, nos vimos en varios países, después hicimos una canción con él que se llamó “Volver a sonreír”. Como que Rubén está ahí cercano. Y Héctor Vi (por Vicente) fue el que pensó que quedaría bien en ‘Mujer Gala’”, refiere Andrea.

Buitrago también destaca que la evolución entre Aterciopelados y Café Tacvba es muy parecida.

“Al principio, el espíritu era más punkero, como que eso nos acercaba; luego, evolucionó a los temas del ambientalismo, de la defensa de los derechos indígenas, de las tradiciones, de los territorios… Y nos hemos encontrado en esa evolución también. Con esta nueva grabación es como recordar esas primeras épocas cuando las energías eran más punkeras; nos cayó bien a todos”, añadió.

Andrea recuerda que Buitrago tiene desde hace 11 años un evento que se llama Canto al agua, que coincide con Rita Cantalagua, uno de los personajes de Albarrán. Más aún: en “Mujer Gala” se habla de una chica banda, otra coincidencia con las canciones que hizo famosas Café Tacvba.

Buitrago regresa en el tiempo para recordar qué hizo diferentes a Aterciopelados en 1993: “Varios grupos nos atrevimos a hacer algunas fusiones más lanzadas para el momento, mezclando cosas, poniéndolas en el contexto de donde veníamos, de nuestro país, ciudad, lenguaje y sonidos. Era arriesgado. En algún momento eso hizo que algunas personas no nos entendiera; luego se consolidó un poquito toda esa intención de buscar una identidad a través de la música, y eso es lo más valioso de muchos de los grupos de ese momento, incluidos Café Tacvba y nosotros”, explica el coautor de las letras y productor.

¿Qué han sido para ustedes estas tres décadas?

AE. ¡Uy, 30 años, sí! Ha sido muy bonito, ha sido un regalo poder dedicarse a la música; un orgullo que hemos vivido de la música y disfrutado ser músicos: viajar, conocer personas y estar todo el tiempo en los escenarios y con otros artistas. Es una vida deliciosa. Es como un regalo.

¿Quiénes eran aquellos Andrea y Héctor?

AE. Éramos la rebeldía en pasta, rompimos muchos esquemas, construimos un lenguaje y una identidad, porque en ese momento todo estaba referido a lo de afuera, en inglés, y a cosas que venían de otras partes. Nosotros logramos hacer un lenguaje, una estética, una manera de expresarnos nuestra. Eso fue una gran conquista. Incluso revelarnos a las maneras tradicionales. Colombia es muy conservador y tradicional, y nosotros nos vestíamos raro, éramos raros: uno se sentaba en el transporte público y la gente se paraba, nos rechazaban. Que estos jóvenes se hayan consolidado y se hayan convertido en unos de los músicos más importantes de nuestro país, abre muchas puertas. Yo creo que ahora los jóvenes se deciden mucho más fácil a ser músicos, a ser diferentes de lo que la norma dicta y a buscar sus propias inclinaciones y caminos.

¿Cómo los verían ahora esos dos jóvenes a ustedes?

AE. Los jóvenes de esa época nos mirarían chévere, como que la logramos con eso que éramos. Y que con mucha honestidad y mucho trabajo tenemos 30 años de carrera. Hermoso. Incluso rompimos barreras sociales: por ahí un periodista amigo decía que Héctor y yo éramos como una telenovela, porque yo era la chica fresa y él el chico punk. Rompimos barreras sociales y empezamos a hacer una carrera musical en un momento en que la escena musical aquí era casi que inexistente. Sí fue un pasado poderoso, hermoso, y 30 años muy productivos, muy llenos de canciones buenas, de clásicos”.

¿Qué hicieron para superar el éxito de El Dorado?

AE. Fuimos los primeros en muchas cosas. Y una de nuestras normas es no repetirnos. Hemos tenido una evolución muy grande, porque siempre estamos buscando otro sonido. Héctor, que es quien generalmente dirige la producción y el rumbo del sonido, siempre está buscando algo diferente. Discos como Caribe Atómico (1998) también fue una innovación, porque empezamos a experimentar con lo electrónico. Cada disco tiene su manera de romper el anterior y de crear clásicos, como “Maligno” o “El estuche”, que son increíblemente buenas y eternas. Eso mismo estamos tratando de hacer ahorita: que nuestras canciones tengan un poder y acompañen a la gente, que sean parte de la vida de la gente. Y ahí seguimos disfrutándolo.

¿Cuál es el secreto para mantener la relación creativa entre ambos?

AE. Somos afines en ciertos aspectos y muy diferentes en otros. En el disco Claroscura (2018) tenemos una canción que se llama “Dúo”, que describe más o menos cómo es nuestra relación. Creo que el secreto fue pelear. En 2011 ya estábamos un poco aburridos, la relación estaba muy tensa y en ese momento nos separamos; por tres años cada uno se dedicó a su proyecto solista, Héctor con Conector (2006 y 2011) y yo con Ruiseñora (2012).
“Pienso que esos tres años que estuvimos separados fueron clave, porque cuando volvimos a trabajar juntos como que cada uno había hecho lo que el otro hacía. A Héctor le tocó cantar y un poco ser el que comunicaba, y a mí me tocó producir. Nos dimos cuenta de que esas cosas no eran nuestra especialidad, y que era delicioso tener al otro para complementarnos. Ese momento fue clave para que ahora la relación sea respetuosa, fluida, y eso: hacer lo que mejor haces y delegar en el otro lo que no haces tan bien”.
HB. Sí, creo que es eso. En esa primera época está toda esa energía de construir un grupo junto, las canciones; luego vino un proceso natural de especialización en el que cada uno encontró su propio camino, sus inquietudes, lo que lo movía más. Andrea empezó a trabajar por los derechos de la mujer, el feminismo; yo, más por el ambientalismo, los temas ancestrales. Y esa fase que es natural en la mayoría de los grupos, de buscar un camino solista, también la tuvimos, la quemamos y luego volvimos a encontrarnos, con fortalezas y debilidades, cada uno valorando y admirando lo que el otro tiene.
“Esa ha sido parte del contenido de las canciones y de lo que hemos escrito en los últimos años. Ambos hemos seguido siendo muy activos, muy creativos, queremos componer canciones nuevas, seguir siendo muy curiosos, seguir experimentando, diciendo cosas. También es importante que no nos quedamos atrás, tratando de volver a escribir canciones exitosas, sino que evolucionamos y dejamos atrás eso y quisimos buscar caminos nuevos”.

¿Qué esperanza, qué futuro ven en AL, ustedes que cambiaron la visión de un continente a través de su música?

AE. nosotros en el 93 surgimos en la peor desesperanza, Colombia estaba en un momento terriblemente violento: explotaban bombas todo el tiempo, florecimos en la desesperanza. Ahora, digamos que sí hay desesperanza, pero también las luchas más fuertes. A veces el sistema agarra las luchas y las usa, que es muy horrible, pero pienso que hay más personas conectadas con lo crítico y con la idea del cambio. Vamos a ver qué opina Héctor, que es más optimista.
HB. Ahora ya estamos en otro nivel más allá de esas luchas de antes. Ahora estamos en otras que aparentemente son más complejas, pero también se ven las cosas que antes no se veían: no se veía la corrupción y todo lo que pasaba, estaba más oculto. Ahora lo vemos en todas partes, ya se mostró toda esa corrupción que hay en el mundo, no solo en nuestros países, toda esta hipocresía con el tema del ambientalismo, muchas luchas y guerras culturales.
“A veces caemos en esas luchas, guerras culturales de la izquierda, de la derecha, del feminismo, de los animalismos, que nos enfrentan. Y mientras, hay un movimiento geopolítico de las élites que se benefician de eso. Lo importante es que nos estamos dando cuenta de eso también; entramos a ese nivel de despertar todos, de ver cómo son las cosas, y de unirnos como humanidad para afrontar esos retos. De alguna manera las cosas se ven más grises, pero por lo menos se ven, y tenemos las herramientas para defendernos y avanzar”.

¿Aterciopelados son un personaje?

AE. No, ahí sí no. Somos los mismitos.
HB. Nosotros sí estábamos en un momento en que tratamos de seguir siendo los mismos, a pesar del éxito. Cuando tuvimos mucho éxito, todo lo que pasó con Aterciopelados, siempre mantuvimos los pies en la tierra. Ahora sí vemos muchos artistas que tienen una personalidad por acá y otra por allá, de youtuber. Hacen muchas cosas. Es un signo de los tiempos. Pero nosotros sí, como Aterciopelados, hemos sido Andrea y Héctor, y lo seguimos siendo.


caov

  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.

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