La Zowi se refiere a sí misma como “una puta” y sus conciertos tienen una carga erótica intencionada. Igual que los de Bad Gyal, cuyo último videoclip se llama Zorra y reivindica el baile jamaicano del dancehall, un movimiento frenético de nalgas.
Son las estrellas de la nueva escena musical en España que arrasa entre la juventud a ritmo de trap y sonidos latinos. En plena ola feminista su propuesta genera un debate: ¿hay un mensaje detrás de esa hipersexualización? ¿Logran que el público lo comprenda? “Me gustan las putas, mis ex son putas y yo soy una puta”, decía La Zowi a principios de año en el programa de televisión La Resistencia. “Pues a tope con ese sueño”, contestaba el presentador David Broncano entre las risas del público, a lo que ella, de 26 años, respondía: “En la tele sois muy antiguos, sabía que esto no se iba a entender”.
El mismo choque de perspectivas está ocurriendo con el baile. “En Jamaica o Colombia no es nada raro ver a una mujer de 60 años moviendo el culo en la calle. No deja de ser sexual, pero se percibe de otra forma, no genera ningún escándalo”, decía Bad Gyal, de 22 años, a este redactor en 2018.
En el universo hispanohablante la palabra “puta” ha estado cargada de significado. Desde “pasarlas putas”, expresión reconocida por el diccionario de la RAE, hasta “viste como una puta”, además de insultos tan extendidos en España y América Latina como “hijo de puta”. El término siempre conlleva una carga despectiva, ¿hasta ahora? “Es muy interesante lo que hacen estas cantantes, tiene un poder subversivo desde el punto de vista del lenguaje y la imagen. La pregunta es por qué este examen constante sobre los cuerpos de las mujeres, por qué los cargamos de significado”, dice Lucía Lijtmaer, nacida en el 77, autora de Ofendiditos y conductora junto a Isa Calderón del talk show Deforme Semanal.
Es un debate que va más allá de la música. La escritora Cristina Morales, Premio Nacional de Narrativa en 2019 por Lectura fácil, usa indistintamente las expresiones “lo mujer” y “lo puta” para superar las expectativas que la sociedad tiene de lo femenino.
Experimental
Virgen María, hija de la actriz Verónica Forqué, es una de las nuevas voces de la música experimental. En festivales de referencia como el Sónar de Barcelona ha llevado su show donde se presenta sobre el escenario como si fuera una muñeca inflable. Su intención es plantear por qué el cuerpo desnudo de la mujer sigue molestando. “Estas chicas encajan en el canon de belleza aceptado por la sociedad. Lo revolucionario sería si siguen haciendo lo mismo con 60 años, cuando el físico de la mujer se vuelve invisible. La sociedad rechaza los cuerpos envejecidos, son constantes las bromas sobre Madonna enseñando el culo”, dice Lijtmaer.
No es inédita la apropiación del lenguaje, dar la vuelta a un insulto para vaciarlo de su connotación machista y homófoba. Igual que ahora se reivindica “puta” o “zorra”, los negros de EU se apoderaron de la palabra “nigger” y el colectivo LGTBI ha hecho suyo el término “maricón”.
“Las palabras significan cosas distintas según quién las pronuncie. No es lo mismo que una señora del Opus Dei diga maricón o que lo use un chavo, igual que no es lo mismo que Donald Trump use la palabra ‘nigger’ a que lo diga un rapero”, dice Christina Rosenvinge ,quien atizó este mismo debate en 2012 al decir que la música se había convertido en “un concurso de zorras”.
“Siento que volvemos a la cosificación de la mujer. Al partir de esa imagen sexualizada, le quitas fuerza al resto de tu mensaje", dice Lorena Jiménez, quien es directora de la agencia La Trinchera y quien insiste en que es un debate, donde juega un papel destacado el choque generacional.
Polémica
Con su himno punk “Me gusta ser una zorra” Las Vulpes protagonizaron uno de los mayores escándalos de la televisión pública española al cantar en vivo en el programa Caja de ritmos, en 1983.
Proyectos propios
Un punto en el que todas las mujeres consultadas coinciden es que nunca ha habido tantas voces femeninas en la música española como ahora, la mayoría liderando sus propios proyectos.
Pequeñas
Anxela Baltar, integrante de Bala lit, sed do recordó que trabajó con Bad Gyal y quedó “sorprendida” porque entre su público había chicas muy jóvenes.