Like a Rolling Stone, Mr. Tambourine Man, Masters of War, Blowin’ in the Wind, The Times They Are A-Changin', It Ain’t Me Babe y muchas otras canciones de Bob Dylan se han convertido en himnos transgeneracionales que no muestran signos de fatiga. Tampoco su autor, cuya creatividad se mantiene activa, como lo demostró su disco de estudio más reciente, Rough and Rowdy Ways (Columbia, 2020), lanzado en tiempos de pandemia.
Alguna vez David Lynch declaró: “Adoro a Bob Dylan. ¿Quién no? Se topó con una veta y ahí sigue. No hay nadie como él, es único”, mientras que Patti Smith refirió: “Cuando yo era joven no teníamos la frase ‘estilo’, pero yo realmente copié a Bob Dylan cuando era más joven: un poco de Bob Dylan o mucho de Bob Dylan, y de los poetas simbolistas franceses…”.
Muchos músicos han destacado la importancia que tuvo en sus carreras el artista que el próximo lunes cumple 80 años. Pete Townshend, guitarrista de The Who, afirmó que “el pop británico recibió una ayuda tremenda de la escritura de Bob Dylan, quien probó que podías escribir sobre cuestiones políticas y bastante controversiales”.
John Lennon declaró que cuando los Beatles descubrieron el disco The Freewheelin’ de Bob Dylan lo escucharon durante tres semanas: “No dejábamos de tocarlo. Todos nos volvimos locos por él”. Con una larga carrera ya cimentada, Elton John aseguró que cuando escuchó Modern Times, álbum editado en 2006, le hizo cambiar “la manera en la que quería hacer discos”.
Por supuesto, no todos se rinden al talento del maestro, como Captain Beefheart, quien advirtió: “Bob Dylan me impresiona tanto como… iba a decir una babosa, pero me gustan las babosas”, o Björk, que se quejó de que “su voz es demasiado nasal. Y es como música literaria: estructuras aburridas de tres acordes sirven como una cama para las palabras”.
Tres acordes…
Harlan Howard, uno de los maestros de la música country —una de las fuentes de las que abrevó Dylan— describió este género como “tres acordes y la verdad”. La frase fue reinventada por U2 en su versión de la canción dylaniana “All Along the Watchtower”, al agregarle a la letra original la frase: “Todo lo que tengo es una guitarra roja, tres acordes y la verdad”.
Fue precisamente esta canción la que impresionó a Daniel Karlin, profesor de Literatura de la Universidad de Bristol, cuando en los 80 la escuchó una y otra vez en el disco Greatest Hits Vol. 2. “Me di cuenta de que sus canciones, además de su valor musical, tenían un peso desde el punto de vista literario”, dice en entrevista.
Especialista en poesía victoriana, Karlin piensa que hay una manera especial de Dylan al abordar el inglés. “Esto lo afirmo con una frase de Ezra Pound, por ‘hacerlo nuevo’. Destacaría el uso del lenguaje hablado ordinario (proverbios, clichés) que transforma en formas mágicas de pensamiento y sentimiento”.
El académico considera que Bob Dylan está por encima de sus contemporáneos. “Me encanta Leonard Cohen, pienso en él como un poeta grande y hay canciones que pueden colocarse al lado de las de Bob, no hay duda, y lo mismo se puede decir de Lennon y McCartney, o de los autores de las canciones de blues y folk que Dylan ama (y de las que roba). De todos modos pienso que él es especial debido a la escala y el alcance de su carrera. Es como en la novela victoriana: realmente hay grandes novelas de muchos escritores, pero solo hay un Dickens”.
Al preguntarle sobre su disco favorito, Karlin responde: “Supongo que se refiere a álbumes originales y no a grandes éxitos o piratas. Si es así, sería Oh Mercy (1989), pero Blood on the Tracks (1975) se acerca mucho. Es terriblemente oscuro, con una gama de tonos que van de la sátira a la ternura; como un río, corre rápido y lento, y su voz nunca ha servido mejor al lenguaje”.
Intérprete emocionante
Elijah Wald, autor del libro Dylan Goes Electric! (Dey Street Books, 2015), afirma en entrevista que para su generación “Bob Dylan es importante por lo que hizo en los 60. Sin embargo, es importante ahora porque todavía es sorprendente. Si vas a un concierto de los Rolling Stones sabes que van a tocar “Satisfaction” y cómo va a sonar. Si vas a ver a Dylan no sabes qué canciones va a tocar, y aunque toque la que piensas, puede que no la reconozcas porque la tocará como reggae. Para la gente joven es un modelo impresionante, pero no un ejemplo comercial.”
Wald centra su libro en 1965, año en el músico fue abucheado en el Newport Folk Festival por presentarse con una banda eléctrica, lo que significó su entrada al mundo del rock y su transformación en una de las figuras más influyentes hasta nuestros días.
Dylan ha sido malinterpretado, considera Wald, también autor del ensayo Narcocorrido: un viaje dentro de la música de drogas, armas, y guerrilleros (Rayo, 2001). “La gente siempre quiere trazar su historia como un autor de canciones, poeta. Y no creo que eso esté mal, pues es su mayor contribución, pero debido a que contamos la historia de ese modo, es fácil olvidar que fue el primer cantante folk masculino joven firmado por una compañía discográfica de Nueva York. Eso ocurrió en un tiempo en que era cantante, guitarrista, armonicista y solo había escrito un par de canciones”.
Fue contratado como músico y no como compositor, abunda Wald, “porque era un intérprete emocionante. Lo loco del asunto es que cuando Peter, Paul & Mary triunfaron con “Blowin’ in the Wind”, sus fans eran seguidores del blues o del rock. A los seguidores de Peter, Paul y Mary les gustaban los cantantes folk con voces bonitas, como la de Joan Baez, así que de repente Dylan era descrito como alguien que no podía cantar, no podía tocar, pero escribía increíblemente bien y, por tanto, ignoremos sus deficiencias”.
Una de las tesis de su libro es que el rock cambió en 1965. “Antes de 1965, el rock era de grupos con gente que usaba el mismo tipo de ropa y cantaba canciones estúpidas para adolescentes. Cuando Dylan empezó a tocar eléctrico mucha gente sintió que ahora iba a hacer música estúpida. En esos días, los Beatles eran todavía los muchachos guapos que cantaban ‘quiero estrechar tu mano’ y ‘ella te ama, sí, sí, sí’”.
Mucha gente pensó que Bob Dylan trataba de pasarse al pop, abunda el investigador. “Pero cuando fue abucheado y siguió tocando eléctrico en varias partes de Estados Unidos y en Inglaterra se terminó la sensación de que se estaba vendiendo y comenzó la sensación de que tomaba una decisión artística valiente. Y nadie había pensado antes en el rock and roll como una decisión artística valiente.”
El centro vital
El discurso de aceptación de Dylan al Premio Nobel es una buena declaración de principios de un músico que nos sigue sorprendiendo. “Llevo haciendo lo que me propuse hacer por mucho tiempo ya. He grabado docenas de discos y he tocado miles de conciertos por todo el mundo. Pero son mis canciones el centro vital de casi todo lo que hago. Parece que encontraron un lugar en las vidas de tantas personas y en tan diferentes culturas, y me siento muy agradecido por eso”.
También se refirió a Shakespeare y sus preocupaciones como dramaturgo, para luego afirmar que “como Shakespeare, estoy a menudo ocupado con la búsqueda de mis esfuerzos creativos y haciéndome cargo de todos los aspectos mundanos de la vida. ¿Quiénes son los mejores músicos para estas canciones? ¿Estoy grabando esto en el estudio apropiado? ¿Está la canción en la nota adecuada? Algunas cosas nunca cambian, incluso en 400 años”.
Si sus conciertos han sido cancelados por la pandemia, seguramente en cuanto las condiciones lo permitan Bob Dylan regresará a los escenarios, pues como dijo en alguna entrevista: “No quiero convertirme en una leyenda porque todavía no estoy muerto”. Esto nos permitirá seguir disfrutando de un músico con una capacidad ilimitada de reinventar sus canciones y proporcionarnos nuevas sorpresas en el estudio de grabación.
bgpa