Artistas consolidados como Bob Dylan, Stevie Nicks, Neil Young y Taylor Swift, así como la banda Imagine Dragons son algunos de los que han decidido vender los derechos de explotación de su discografía, con la que han obtenido ganancias estratosféricas.
La banda Red Hot Chili Peppers fue la última en sumarse a esta lista al vender a Hipgnosis Songs, un fondo de inversión birtánico, todo su repertorio por 140 millones de dólares; unos meses antes también hizo lo mismo la colombiana Shakira, aunque no precisó el monto de la transferencia.
Esta tendencia tomó impulso con el inicio de la crisis sanitaria, luego de que los ingresos de la música rock y pop cayeron 64 por ciento, hasta quedar por debajo de los 6 mil millones de dólares a escala mundial por la falta de conciertos, que es la mayor fuente de ingresos por delante de las plataformas de música y los derechos de autor, según la consultora PwC.
Para entender esta revolución en la industria musical, Mariza de la Mora, consultora de servicios jurídicos en ClarkeModet México, explica que los catálogos de canciones también cuentan con un contenido de derecho autoral, por lo cual, la diferencia en el licenciamiento o cesión de estos es lo que se puede llegar a negociar, ya sea que se busque explotar un catálogo que incluye un repertorio amplio de canciones o una canción individual, pero en ambos casos se tienen que respetar los derechos de autor.
De la Mora detalló que uno de los pioneros fue el fallecido David Bowie, quien convenció al mundo financiero de comprar valores que le dieran a la gente una participación en sus regalías durante 10 años. “La inversión inicial fue de 55 millones de dólares, dando un rendimiento anual fijo de 7.9 por ciento, lo cual convirtió los éxitos de Bowie en un activo que proporciona un ingreso estable”.
Otro ejemplo es Bob Dylan, quien vendió por 300 millones de dólares los derechos de más de 600 canciones a Universal Music Publishing, mientras que Stevie Nicks vendió 80 por ciento de los derechos sobre sus canciones a Primary Wave por unos 100 millones de dólares.
Nueva realidad
“La pandemia frenó conciertos y giras de diversos cantantes, los artistas tuvieron que reinventarse y algunas de las alternativas fueron los conciertos vía streaming o la venta de sus catálogos musicales, que también pueden monetizarse en estas plataformas, y en su mayoría consisten en los grandes éxitos, pues estos aún cuentan con derechos de autor vigentes que siguen generando ganancias a los artistas mediante las plataformas digitales”.
Esta es una de las virtudes de la protección de Propiedad Intelectual, explicó, ya que mediante una estrategia exitosa estas canciones pueden ser fuente de ingresos, y en estos casos la asesoría de un experto en la materia es esencial, pues advirtió que “puedes ser propietario de una obra, pero no por ser el titular de los derechos de autor”.
De la Mora recordó que hay varias formas de proteger la Propiedad intelectual, ya que también se utiliza la tecnología para innovar con nuevas formas de protección en las obras musicales como NFT o Wipo Proof, con la cual se puede “tokenizar” las canciones para garantizar la autenticidad de un archivo en formato digital, así como la identificación de su propietario a través de un certificado digital de autenticidad.
La experta recomienda tener el registro ante Indautor para contar con la constancia de un título declarativo de derechos, ya que muchas autoridades lo requieren para reclamar y ejercer sus derechos en otras instancias.
“La tendencia legal no ha modificado la forma en que se reconocen los derechos de autor en las obras musicales; sin embargo, está direccionada a modernizarse y a aplicar las herramientas tecnológicas para coadyuvar al cuidado y protección de los derechos”, dijo la especialista.
bgpa