El máximo ritual que los músicos aportan a la sociedad son sus shows en vivo, afirman Marc Gili y Belly Hernández, por eso desde que Dorian, su banda, comenzó a pisar los foros de Barcelona a principios de los 2000, han sido conscientes de lo vital que resulta ser unos “animales del directo”.
Frente a la gente, el grupo español, catapultado a nivel mundial tras la salida de su tercer material de larga duración, La ciudad subterránea (2009), enciende “un fuego” que rápidamente se esparce entre sus feligreses.
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“El músico es el único que representa su arte en directo de forma interactiva, en el momento, delante de sus seguidores. Y poder construir frente al público es algo mágico”, dice Belly, tecladista, arreglista y compositora del proyecto.
Por su parte, Marc, voz y pluma, comenta que “nunca salimos a tocar en modo funcionario, cada noche es a muerte, sea un toquín para 500 personas o un festival para 30 mil. Dorian es siempre energía, amor y fuerza”.
Y también es soledad, en un sentido energético; así lo ejemplifica el vocalista: “Me gusta estar solo antes del show; hay un momentito antes de empezar donde me voy por ahí a leer o tomar una cervecita o medito, intento retener la energía para que no se me derroche”.
Después de que cada integrante se aísla por un rato antes de subir a la tarima, viene otro ritual: “Nos juntamos en el camerino y empezamos a calentar nuestras voces a capela, vamos con una especie de canticos africanos. Ahí no puede haber nadie que no sea la banda, es un momento donde nos concentramos”.
La soledad también tuvo un peso en el nuevo disco de la banda, pues en su modalidad de aislamiento – debido a la pandemia de covid-19 – hizo ver a Marc que “el ser humano es propiamente humano, como decía Aristóteles, cuando es político y cuando se junta con los demás”.
“Y me di cuenta que cuando nos juntamos con los demás es cuando más felices somos, y los momentos más importantes de las vidas de las personas son casi siempre en comunidad y a través de rituales, por ejemplo: un cumpleaños, Año Nuevo, un funeral o un nacimiento”.
Ritual, una palabra de pocas letras, pero con “una fuerza tremenda que resumía lo que tenía que ser un disco pospandémico: apelar a lo comunitario, a juntarnos todos”, explica el cantante.
Ritual, el nuevo disco de Dorian.
Un tipo irreverente, inconformista y rebelde
De configurar a Dorian como una persona, resultaría alguien “irreverente, inconformista y rebelde, sin pelos en la lengua”, asegura Belly.
Marc coincide, agrega el adjetivo “reflexivo” y luego comenta: “Nuestra música es una invitación a la rebeldía, está dirigida a la oveja negra de la familia, al que no acaba de encajar en la sociedad actual”.
La sociedad actual, un lugar donde, debido a la virtualidad, “las fronteras se están desdibujando, estamos en una aldea global”, apunta el vocalista.
Y resalta el fenómeno del K-pop: “Que las bandas coreanas hayan sido las principales de la música pop en los últimos años era algo impensable hace algunos años. En definitiva, estamos cada vez más en un mundo hiperconectado, y diría que es positivo que cada vez conocemos más al vecino, eso favorece la paz”.
Aunque en esto hay un lado nuboso: “La velocidad con la que estamos consumiendo crea desinformación, confusión, y al final estamos creando generaciones un tanto acríticas. Ante esta aceleración, diría que hay que imponer cierto sosiego, una cultura del reposo”, reflexiona el cantante.
Reposo, otro ritual que, al volver a casa, para Marc implica asomarse al mar Mediterráneo y pasearse por La Barceloneta, un barrio pesquero. Y para Belly tiene que ver con de inmediato “meter la ropa a la lavadora” y paulatinamente volver a visitar a los amigos que, a pesar del paso del tiempo, no se pierden.
Pero, ese tipo irreverente, inconformista y rebelde, ese Dorian, ¿a qué le teme?
“Le tiene miedo, igual que la novela de Oscar Wilde, a ser irrelevante socialmente. Y yo le diría a ese Dorian que la mirada de los otros tiene que resultar irrelevante, es decir, tienes que ser tú mismo, independientemente de los demás. Y en segundo lugar, le diría que cumplir años es una bendición porque significa que estás vivo; tienes que apreciar cada época de la vida porque cada una tiene sus cosas buenas. Le diría que no sufra por eso”, confiesa Marc.
¿Y qué lo motiva a seguir creando?
“La curiosidad”, contesta la tecladista. Y su colega suma: “La curiosidad es el motor de la vida; cuando una persona cree que ya ha vivido todo, empieza a morirse”.
Por último, Dorian, experto en rituales, en rebeldía, en viajar como un local en lugar de un turista, en descubrir autores, en sortear tormentas de arena, en probar licores y en evitar energías raras que sedentarizan , revela su concepto del amor: “Es la fuerza universal que lo mueve todo, es la fuerza constructiva, y casi siempre es gratuito; no se puede convertir en dinero, no se puede comprar”.
hc