El inmenso salón, donde la duela toma un rol protagónico al igual que los cientos de reconocimientos y fotografías que revelan la historia que ha hecho en el terreno de la danza y la música a escala mundial, cobra vida apenas Sonia Amelio entra y da unos pasos.
“Este es mi santuario”, dice la prima ballerina, quien el próximo martes volverá a presentarse en un escenario mexicano, el Teatro de la Danza, luego de varios años de ausencia. La ocasión es muy especial, argumenta, porque va a celebrar 23 años de que inició La Cruzada del Arte por la Paz; justo “en el marco de la firma de acuerdos en San Andrés, Chiapas”, destacó.
Además, la idea de volver a presentarse en su patria la emociona, como sucede cada vez que sube a un escenario, pues aunque a los 3 años se puso sus primeras puntas y a los 6 años ya estaba dando un concierto en Bellas Artes; aún no acaba de aprender, de enfrentar los nervios y de disfrutar como si fuera la primera vez.
¿Cómo es el momento previo a una presentación , después de tantos años, se ha convertido en algo habitual?
No se crea, todos los momentos y todos los conciertos son de reto, de nervios, de preparación, de estudio, sobre todo de responsabilidad. En este caso es especial porque no es fácil regresar a mi México, es como un reencuentro con el público de mi país. Pero lo más importante es que estoy festejando 23 años de mi Cruzada del Arte por la Paz en todo el mundo. Se dice fácil, pero no lo es.
¿Cómo surge la Cruzada del Arte por la Paz y en qué consiste?
Bueno, se inició hace 23 años en San Cristóbal de las Casas, cuando se iban a firmar los acuerdos de San Andrés; ese día yo tenía un estreno mundial de una obra que se llama Corazón alado, basada en una escultura de una artista de allá, Socorro Velasco; entonces, tuve ese estreno en el teatro de los hermanos Domínguez. No se firmaron los acuerdos, pero el concierto de Sonia sí se hizo, en ese día que estaban el ejército, las etnias y público en general. Inicié mi cruzada diciendo, que si Sonia Amelio siempre había querido paz y amor entre todos los seres, a partir de ese momento llevaría un nombre, que se llamaría Cruzada del arte por la paz. Ahí se inició, lo he hecho en todos los niveles y en los cinco continentes. He estado en países en conflagración o en países que pueden estar en guerra, y Sonia Amelio está ahí diciendo que el arte no solo abre las mentes, sino también los corazones.
¿Le representa algo especial volver a presentarse en México?
Sí, aquí nací, mi mami era del Estado de México, mi papi de aquí, aunque tengo antecedentes italianos, pero realmente me formé aquí; en muchas partes del mundo me dicen que soy embajadora de México en el mundo, también me dicen que embajadora universal, pero no olvido mis raíces.
¿Cómo llega por primera vez a pisar una duela de un salón de baile?
Mmm. A los tres o cuatro años, mi mami me llevo de acompañante con mi hermana, porque no había con quién dejarme. Y a esa edad me pusieron unos zapatos de punta, algo que no debiera haber sido, una locura, pero mis papis me heredaron una fortaleza, aunque no me pasó nada; al contrario, a partir de entonces ya estaba en una escuela de danza.
“Y a mi hermana también la llevaban a clases de piano, pero no les gustó, ninguna de las dos cosas. Pero yo dije: ‘Yo quiero el piano y la danza’. Y me pusieron como condición que tenía que ser aplicada en la escuela, sacar buenas calificaciones; y por supuesto que las saqué. Y no porque fuera muy estudiosa, sino porque anhelaba que me llevaran a las clases de baile.
“A los seis años di mi primer concierto, como pianista, en Bellas Artes; meses después como bailarina en el Teatro de la Ciudad.Terminé la carrera de Concertista de Piano, a la vez de la secundaria, y a la vez de la carrera de bailarina clásica, después ya fui prima ballerina, luego vino la parte de la actriz, incluso trabajé con los mejores directores. Con el Indio Fernández, por ahí está (dice al tiempo que señala una foto con el director) con Alejandro Galindo, Alejandro Jodorowski. Hice todo al mismo tiempo, ha sido impresionante, porque en mi vida no he perdido un segundo; bueno, eso pienso yo. Pero para mí el arte es mi vida y el porqué de mi vida; entonces vivo para y por el arte. Así de sencillo.
“Ha sido una carrera maravillosa, bendito Dios. Sobre todo, porque estoy en una forma estupenda, pero no es gratis, porque trabajo seis u ocho horas diarias, eso me permite tener una condición física fantástica. De atleta, porque además de artista, música y bailarina, ya después vino la coreografía. Crear un estilo me obligaba a ser mi propia coreógrafa, porque lo mío es muy diferente. Los críticos de Alemania y de muchos lados dicen que es una nueva forma de arte en la música y en la danza clásica. Después vinieron los crótalos, ser directora de orquesta y desde luego concertista de piano”.
¿Qué tan fácil fue destacar en todas esas facetas, le costó trabajo llegar a ser lo que es?
Sí, tuve maestros de muchas nacionalidades, cubano, húngaro, ruso, alemán, tanto en el conservatorio como en la parte de danza. Ha sido un acervo que me legaron los maestros, que me dieron la base para que yo a la vez recreara, no solo los conocimientos, sino la propia música de los clásicos, Bach, Mozart, Beethoven, estamos hablando de los genios, porque esa es mi música, ese es mi mundo, esos son mis amantes. Yo no puedo estar con cualquiera (risas).
“Son mi inspiración y lo menos que puedo hacer es corresponder a esa genialidad, respetando nota a nota, con las manos, con los pies, con todo el cuerpo, lo que ellos escribieron. Claro, viene la impronta que yo le doy, pero esto es trabajo en serio y en serie. Siempre ha sido una disciplina férrea”.
¿A qué atribuye la frescura que proyecta al hablar de su técnica y la exitosa permanencia que vive?
Desde que tengo uso de razón, sé que en la vida nada es de gratis y que en la vida hay que luchar, entregarse, pero sobre todo disciplinarse.
“He prescindido de muchas cosas, porque pienso que el arte es maravilloso, pero es cruel. Exige todo y yo me he dado toda y sigo dándome y pienso seguir en ese sentido. Y no es que tenga varias facetas, sino que esto implica seguir proyectándote, seguir dándole al público, pero sobre todo a ti misma la satisfacción de haber cumplido”.
Hablaba de lo que ha tenido que sacrificar…
Sí, pero fue mi decisión, yo decidí no tener bebés, decidí muchas cosas porque me impedía el amor entrañable al arte; y entendí que era mi dueño, mi amo y que me debía a él. Es entrega, es una lucha incesante, maravillosa, pero a veces muy difícil.
Sacrificada…
Sí, sacrificada, tengo que comer equis cosa, no puedo comer otras cosas, tengo que dormir nueve horas, tengo, tengo, tengo y debo, pero yo lo quiero hacer; y no me pesa porque es el camino que escogí y estoy fascinada porque tengo satisfacciones maravillosas. Más de 400 premios de todo el mundo. Mire (dice y señala los premios que tiene y forman parte de su estudio).
¿Hay otra actividad que le guste?
Leer, no me alcanzaría la vida para aprender y estudiar todo lo que quisiera saber. Es dificilísimo, imposible, pero trato de tener un campito, para leer aparte de lo que necesito estudiar, partituras, etc. Amo la naturaleza, amaba a mis bebecitos, a mis mascotas, perrito y gatito.
¿Hay algo que le falte?
Sí, algunos países por conocer y que me conozcan. Ya son menos.
¿Es feliz?
Inmensamente feliz, desgraciadamente mi pareja maravillosa se me fue y eso a veces me hace sentir sola, entre comillas, pero luego pienso, no, al contrario, él está conmigo, porque conocí al ser más extraordinario en el mundo y tuve el privilegio que fuera mi pareja.
Adriana Jiménez Rivera
Twitter @Adriana_jiramil
El arte es maravilloso, pero cruel: Sonia Amelio
ENTREVISTA
La bailarina y concertista, quien el martes reaparecerá en el Teatro de la Danza, habla de cómo inició su pasión por el arte, de los sacrificios que le ha implicado su carrera y de que la disciplina ha sido la base de su éxito.
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