Su público en la Casa de Cultura de Guanajuato mantenía una compostura a la que quizá no está acostumbrada en sus conciertos, pero al final eran jóvenes –todos con su uniforme, eso sí- y uno que otro adulto con mirada severa para que no se salieran del corral mientras escuchaban una voz que suele ir acompañada de música, pero que ahora lo estaba de la palabra, de la imaginación de otros.
La cantante Ely Guerra se convirtió en promotora de la lectura en el Festival Internacional Cervantino (FIC), donde además de leer cuentos mexicanos e indios –India es el país invitado de honor de la edición XLVI de la llamada fiesta del espíritu-, invitó a sus jóvenes oyentes a acercarse a la literatura.
“Nunca había leído en voz alta para otros, es fascinante, porque es como subirte al escenario y cantar. Para mí, la exposición en público es una grata responsabilidad: la exposición ante otros es atemorizante, por lo general quienes nos dedicamos a ámbitos que nos hacen personas públicas le tenemos mucho miedo al escenario y a estos intercambios”, decía Ely Guerra durante el programa Lectura: Crece leyendo.
Si bien confesó que lo suyo no era leer en voz alta, “no soy actriz”, tiene amigos actores y actrices que sí lo hacen, en la práctica no fue necesaria esa experiencia, porque mantuvo el interés de los jóvenes a lo largo de una hora que duró El futuro que pasó. Relatos de ciencia ficción de México y de la India.
“Cuando me dicen que soy músico, suelo decir que no, que soy bruja, porque necesito elementos para explicar quién soy, qué me toca vivir y reflejarlo en mis canciones. Las historias que estamos escuchando se basan en oscuros secretos familiares, porque todos tenemos secretos”, contó Ely Guerra, quien dejó la parafernalia del espectáculo para meterse de lleno a la magia de la palabra, de la literatura, a la que convirtió en un lugar personal, en un espacio para refugiarse.“Aprender de otros es lo más maravillosa que he recibido en la vida. Siento que, a mitad de la vida, lo único que puedo transmitirle a jóvenes como ustedes es: sientan hambre por conocer y leer es un lugar maravilloso para nutrirnos”.
La lectura en voz alta transcurrió entre risas, anécdotas y una hoja que circula entre los jóvenes, tienen que anotarse no vayan a ser que les bajen un punto, y en todo momento con una Ely Guerra entusiasta, quien no sólo le hizo al cuento, sino hasta se “desnudó” en la Casa de Cultura de Guanajuato.
“Creo que el acto de escribir es una forma de desnudarse, pero es cómodo cuando puedas hacerlo a través de circunstancias que te permitan continuar como un misterio para los demás. Cuando escribo las letras de mis canciones, sin duda la gente me conoce más, pero uno, en su interior, busca ser anónimo ante los demás, es una necesidad personal”.
DIGL