Un pequeño estudio en la calle Jesús María, en el centro de la ciudad, es el rincón de inspiración de Mayté Carballo, mejor conocida como Flor Amargo, joven que vivirá emocionada su primer Lunario, y que está próxima a lanzar dos nuevos sencillos.
La cantante llegó vistiendo una chamarra de piel negra y botines rojos, con su característico cabello chino amarrado en una coleta; pasó la mañana con ¡hey!, para hablar de sus proyectos y salir a la calle a mostrar su talento.
Faltaba poco para el mediodía y se le ha hecho un poco tarde, por lo que habla mientras termina de retocar su maquillaje, sentada en una sala con sus discos colgados en la pared.
“Hacer una fecha en el Lunario, el 4 de noviembre, para un artista urbano independiente como yo, implica mucho esfuerzo, dedicación y disciplina; porque una cosa es que te vean en la calle, ser la artista de la tele y tener seguidores, y otra es que de verdad paguen por verte”, dice. “De verdad es un reto, porque la gente solamente va a pagar cuando está convencida de que quiere verte actuar, que le gusta lo que haces; entonces, para mí todo esto es mucho estudio, diariamente entre cuatro y siete horas, componer y practicar, bajar todo a un Lunario es como mi examen final”.
Mientras camina hacia el lugar, a unas cuadras del Zócalo, comenta que está trabajando en dos nuevos sencillos, que pronto los lazará en plataformas digitales.
“El primero se llama ‘Me siento bien’, es una cumbia muy alegre, que te invita a bailar; esta canción refleja mucho mi filosofía de vida, porque la manera que he tenido de sanarme es bailando”, menciona.
Por el contrario, en “Nunca más” se habla del desamor y la tristeza, uno de los sentimientos más comunes en sus letras.
Antes de comenzar su concierto y que la gente la rodeó para oírla cantar, aplaudir y dejarle un par de monedas, dijo que empezó su carrera tocando en las calles y lo seguirá haciendo, es algo que la llena de vida y pasión.
“Yo necesito a mi público y yo necesito de la calle. Decía la Madre Teresa: ‘El que no vive para servir no sirve para vivir’; entonces, para mí tocar en la calle y acercarme al público es una terapia espiritual, para no olvidarme del por qué y para qué estoy aquí”, concluyó.
La música es amor
Para Flor Amargo, “la música significa amor. Cuando uno tiene miedo es muy complicado escuchar a otra persona, estar de buenas, sonreír, ser cordial; sin embargo, cuando vas cantas o bailas conectas con el amor, con esa conciencia de que el universo te ama y te necesita”, dijo a
¡hey!La joven, que participó en
La Voz... México: “Cuando tenía cuatro años un día vi en la tv a un director de orquesta y, en ese momento, dije que quería ser eso, pero mi mamá me dijo que no, que fuera pianista”, compartió. A los seis, ya se subía a las mesas a cantar y tocar, aunque esa etapa se debatía entre ser artista, cortar pollos o limpiaparabrisas. “La primera vez que estuve en la calle me acuerdo que fue en avenida Juárez y sí, sentí mucho temor, aunque lo que más me cuesta son los mercados y el vagón; la calle es un escenario difícil, porque la gente no está ahí para escucharte”, refirió.