Ismael Serrano ha ingresado a su camerino después de ofrecer un concierto en el que el público argentino no lo dejaba abandonar el escenario, pues demandaba por más tiempo su canto y sensibilidad; en su rostro aún se aprecia el sudor, reflejo del desgaste físico, pero sobre todo emotivo que ha vivido por ese encuentro con los jóvenes que por dos décadas lo han acompañado.
Seca ese sudor con una toalla y se instala en el sillón para atender la entrevista en la que comparte lo que ha sido su experiencia en la música en las últimas dos décadas y cómo decidió proyectarla a través del disco que promociona y lo llevará de gira por Latinoamérica y España por lo que resta del año, mientras a las afueras del teatro Luna Park, el público se va satisfecho, y unos cuantos más, alrededor de 100 amigos e invitados especiales, lo esperan fuera del camerino.
Estás celebrando 20 años de carrera después de tantas experiencias. ¿Cambia la perspectiva de la carrera, de la vida?
“Sigo teniendo la misma ambición, la misma ilusión, los mismos nervios, la música sigue siendo esa misma terapia que amo ayuda a defenderme de mis nervios, sigue siendo algo fundamental en mi vida para sentirme acompañado; y en estos conciertos (de su gira) ese hecho se consuma, porque te sientes acompañado, la gente se hace parte de tu propuesta.
“Siempre he sentido que la vigencia en este trabajo es algo precario, hoy estás, mañana no; siempre he tenido la sensación de que una carrera musical es como ir en bicicleta y tienes que estar pedaleando constantemente para que la bicicleta no se caiga. Quizá eso es lo que nos ha llevado a estar permanentemente de gira durante estos 20 años.
“Entonces, siendo consciente de esa precariedad, me veía en la obligación de celebrar esas dos décadas, por eso el show tiene un carácter festivo, una celebración entre amigos que hemos caminado juntos”.
¿La historia que has vivido en estas dos décadas ha derivado en canciones?
“Sí, he aprendido muchas cosas, más allá de las canciones que surgen; de hecho, una de las razones por las que quería grabar un disco en vivo era para plasmar todo ese aprendizaje, no solamente en las canciones, sino que también hemos incluido temas nuevos, hemos incluido además de versiones de autores a los que admiro, como Luis Eduardo Auté, a Silvio Rodríguez y Joaquín Sabina, porque me siento en deuda con ellos, porque son responsables de que yo agarrara la guitarra y me diera por cantar. Se trataba de proyectar lo que he aprendido a la hora de desarrollar el concierto, yo lo entiendo como una suerte de relato, no es solo una lista de canciones, todo el concierto es un relato, y cada vez me gusta más el carácter teatral del espectáculo, quizá porque tengo una vocación frustrada de hacer un musical, por eso como nunca he hecho uno, me construyo el propio.
“En lo personal he ido incorporando cosas, cuando empiezas y tienes 20 años, hay una cierta arrogancia que te lleva a ser muy solemne. Hay un punto de soberbia, porque crees que lo sabes todo y con el paso del tiempo te vas haciendo más flexible, tienes mayor capacidad de aprendizaje y también más libertad. Tienes más claro hacia dónde quieres ir.
“Cuando empiezas sabes lo que no quieres, pero no tanto lo que quieres. Y a estas alturas sí voy teniendo claro lo que tengo, cuál es el camino a seguir, qué es lo que quiero, eso te lo da la trayectoria. Y a la hora de hacer un repaso de lo vivido en estos años, caigo de las muchas cosas que he aprendido y de las deudas que uno tiene”.
¿Hasta ahora se han cumplido los objetivos, estás satisfecho con la historia que has escrito en la música?
“Se han cumplido mucho más de los sueños que en un principio pensaba que podía vivir, porque no solo he podido dedicarme a la música, sino que también he podido recorrer España y gran parte de Latinoamérica, y compartir escenarios con referentes, como Silvio (Rodríguez), Sabina (Joaquín), Mercedes Sosa, como tantísimos artistas. Conocer a gente maravillosa. Sin duda se han cumplido muchos sueños. El mayor de ellos es la vigencia, permanecer, que es lo más complicado, sobre todo con nuevas propuestas.
Una vez que has hecho historia en 20 años, ¿ahora hacia dónde vas?
“Yo creo que se recorre un camino de vuelta a partir de cualquier momento en tu carrera, cuando te das cuenta que no tienes que demostrar a nadie nada, crees en lo que haces, más allá de las dudas; yo soy un tipo con muchas dudas, cuando subo al escenario hay una necesidad de reafirmarte en tu identidad y de sentirte reconocido, hay una búsqueda de una voz propia de manera permanente, pero hay un camino de vuelta en el que te lo tomas con más calma, quizá no sientes esa necesidad de impulso urgente, pero hay cosas que no cambian, ciertos principios ideológicos, esa pasión por la música, eso sigue estando.
“Pero ese camino de vuelta también me ha llevado a que a la hora de escribir trate de ir más a lo sencillo; por ejemplo, antes escribir un estribillo que se repitiera, me parecía una concesión, y ahora voy a la raíz de la canción y me doy cuenta que hacer un estribillo es algo muy bonito y muy difícil. Un estribillo que se pueda cantar, que pueda ser reconocible, entonces, creo que estoy en ese camino de vuelta y tratando de ir a la sencillez, pero no a la simpleza, no es lo evidente, pero que es el secreto de la canción popular, de esas melodías que, de alguna manera, se instalan en tu memoria y pasan a formar parte del imaginario colectivo que son aparentemente sencillas, pero que encierran una magia y una poesía que nos conmueve y estoy en esa búsqueda”.
En dos décadas ha cambiado mucho la industria de la música, ¿te ha afectado, te ha ayudado, cuál es tu visión?
“Nos ha afectado a todos, porque ha cambiado, porque el cd como soporte físico está devaluado, las redes sociales y el internet imponen otro tipo de comunicación, tienen cosas muy positivas, en tanto te permiten una comunicación directa, sin intermediarios; pero, por otro lado, no sé hasta qué punto el caudal de información en internet es tan grande, que a veces se pierde, se convierte en ruido, por así decirlo. Es muy difícil discriminar lo que te interesa, de lo que no. Y como que genera una necesidad que es sustituida todo el tiempo por otra, es una necesidad de consumo voraz y encapsula el mensaje. A mí el Twitter, por ejemplo, me fascina, pero a veces me pregunto, si, encapsular el mensaje en 280 caracteres, también de alguna manera encapsula nuestra manera de pensar y hace que perdamos el matiz. Yo creo que en algún punto estamos perdiendo capacidad para reflexionar en profundidad.
“Y hay ciertas canciones que nos invitan a ello, a la reflexión, no solo a la evasión, a escapar, sino también a reflexionar, hacer un viaje interior, y sobre todo a hablar del nosotros; es curioso, porque a veces me da la sensación que viviendo en la era de las comunicaciones, en la que estamos tan interconectados, no apelamos tanto al nosotros. Desde el punto de vista musical es un hecho. Cantamos el enésimo tema de amor, pero como que los anhelos colectivos no se atienden a través de la música.
“Creo que a veces las redes sociales generan una fantasía en lo que respecta a nuestras proyecciones vitales, por ejemplo, una fantasía en lo que respeta a la amistad, creemos que tenemos una relación y muchos amigos, porque tenemos muchos seguidores. En el activismo creemos que podemos cambiar las cosas porque hacemos un retuit y realmente lo que cambia las cosas es estar en el mundo y en la sociedad.
“Entonces, a veces me preguntó, hasta qué punto no vivimos un espejismo en las redes sociales, en nuestra vida virtual en internet, y creo que eso también ha cambiado nuestra forma de relacionarnos con la música. Más allá de muchísimas otras cosas, a mí me gusta pensar en el concepto de un álbum, de 12 o 14 canciones que resumen un estado vital, pero en realidad eso se ha perdido, ahora se propone el consumo de canciones descontextualizadas, por ello debemos pensar de qué manera las redes sociales interfieren en nuestra vida”.
Twitter: @Adriana_jiramil