De lo primitivo a lo futurista, de lo denso a lo agresivo, del jazz al funk, Planetary Orchestra presenta su material más concreto, una buena obra sonora del 2019. Que continúa la línea de improvisación que sus discos anteriores, con evocaciones espirituales y con la Luna como guía hacia las distintas sonoridades. Hay que comentar que en el 2019 ya hicieron sus primeras presentaciones en vivo, algo que no realizaban desde que arrancó su proyecto.
Una decena de piezas conforman este disco llamado Dedicado a: Lord Jaganath, un disco hecho de manera independiente y que pueden encontrar en la página de la banda y ya en todas las plataformas digitales. Desde el títulos se captan sus referencias, con las que llevan su bandera dentro de las música que quieren expresar.
Ya encauzados en esta producción, desde su apertura con “Ancient”, destaca la voz potente de Chuy Guzmán, resalta el sonido del bajo que mantiene la melodía durante todo el tema, mientras la irrupción violenta de la guitarra, saturada de distorsión y con efectos de wah wah elevan el sonido agresivo, antes de tranquilizarse y escuchar una nueva textura profunda y casi narrativa de la voz, que en el resto de la canción comparte protagonismo con la guitarra estridente y llena de efectos.
“New begining”, con la voz en tono de urgencia , mientras la guitarra acompaña con su estruendo y la línea del bajo lleva el tema hacia el punto de choque entre la guitarra acelerada y la voz, antes de terminar en una erupción de solos de la lira de J.L. Rodríguez. Lo han dicho sus mismos integrantes: en este disco Planetary Orquestra rockeó como nunca. Abrieron sus sentidos a otras emociones.
El inicio tranquilo de “Ages” se escucha muy distinto a los temas anteriores, con un timbre de voz muy distinto al que maneja Chuy Guzmán, pero aún profundo, aunque cambia paulatinamente con las notas sostenidas de la guitarra que combina efectos como el wah wah, muy en la línea de Hendrix, al tiempo que la voz se endurece y se torna más agresiva.
“MOTHER FUNKER”
Un riff pegadizo del bajo destaca en “Mountain of power”, al tiempo que la voz principal, acompañada de una segunda más aguda lleva al sonido a un nivel más demencial y prepara la irrupción de la guitarra con sus solos efectistas y distorsionados, que se combina con las voces para llenar el sonido de estridencia.
En “Seeing the down”, Guzmán ataca la línea narrativa jugando con texturas y el eco con la guitarra requinteando en todo momento, pero a diferencia de los otros temas a un ritmo más lento y pausado que la entonación de la voz acelera a mitad del tema, aunque las notas de la lira permiten que sean mejor apreciadas porque la reverberación es menos estridente; es la pieza más larga del disco, de siete minutos y medio.
Los efectos de la guitarra tipo funk de “Mother funker” se combinan con la voz a un ritmo rápido que recuerdan el sonido blackexplotation de los 70, pero siempre con la guitarra en primer plano, y para la segunda parte de la canción, Chuy Guzmán utiliza distintas texturas para enriquecer su narrativa.
Distinta a todo lo escuchado “Space invaders”, como su nombre lo indica, es efectista, de ciencia ficción, entre los efectos de guitarra y el potente bajo, incluso con ruiditos que recuerdan a escenas de una batalla intergaláctica.
El inicio lento del bajo de Marco Gil en “Live to learn” es enmarcado por una voz lenta que entona con cuidado las palabras y frases, extremadamente densa, que prepara la explosión de la guitarra que va llenando el audio desde que se escucha, aunque al principio es lejana y distante.
“Old times dreams” cuenta con una lírica profunda, densa, grave, asentada, con el palpiteo de los tambores de Lu Marte ante la urgencia de la voz, con efectos provenientes de instrumentación inusual, mientras se acelera un poco, en una pieza que no lleva guitarra.
Un sonido de otro mundo muestra el último tema, “Moonlight walking”, instrumental, sensual, casi jazzístico con el órgano y metales intercambiando arreglos, una buena manera de concluir un disco que mantuvo la línea estridente de la guitarra como su línea melódica, y que ahora se decanta por texturas tranquilas, pero muy cerca del free jazz con improvisaciones caprichosas que deja de lado la voz de Chuy Guzmán.
Nombre del disco
Jaganath es una deidad venerada en las tradiciones regionales del hinduismo y el budismo en la India y Bangladesh. Para la mayoría de los hindúes vaisnavas es una representación abstracta de Krishna; para algunos hindúes Shaiva y Shakta, es una representación tántrica de Bhairava; para algunos budistas, es una representación simbólica del Buda en la tríada Buda-Sangha-Dhamma; Para algunos jainistas, su nombre y rituales festivos se derivan de la tradición de Jeenanath del jainismo.
Contacto en facebook: PlanetaryOrquestraMusic