Aunque Alejandro Rosso considera que en cuestión de influencias y naturaleza musical es muy "opuesto" a Juan José González Jonaz, ambos encuentran su punto común en el humor, por ende el eslabón y bandera de Plastilina Mosh.
"El humor negro que tenemos hace que podamos utilizar la música como una excusa para hacer bromas pesadas, burlarnos o recordar cosas que eran divertidas", dice el responsable de los teclados, programaciones y voz en entrevista con MILENIO con motivo de su presentación en el Festival Amigo.
"De las cosas interesantes del humor como influencia musical son, primero, que no se toma en serio; la persona que lo aplica no se la cree tanto y eso es más genuino. El humor es una manera de no limitarse, de ver más adentro. Y segundo, que es impredecible; te brinda la oportunidad de explorar sin tener ciertos objetivos, vivir en el momento genera ideas distintas", agrega.
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Por su invitación al Festival Amigo, a celebrarse el sábado 4 de noviembre en Cuautitlán Izcalli, los músicos originarios de Monterrey se sienten "contentos y honrados", sobre todo porque "tenemos décadas de no tocar en Cuautitlán como tal, entonces siempre es divertido regresar después de mucho tiempo a estas urbes".
Rosso resalta que este tipo de festivales, con talentos consolidados - por ejemplo, León Larregui y Los Bukers - y en desarrollo - como Dawn Avenue y Coolestandie -, sirven para "explorar" el panorama sonoro actual.
"Hay veces que tienes más oportunidad de ver las bandas, hay veces que es más difícil porque los horarios no lo permiten, pero en este caso probablemente podamos disfrutar un poco más de lo que va a haber".
"El rock es de lo más lejano a mi centro"
Al hablar de la escena actual, Alejandro reconoce que no es una persona que esté al tanto de la moda, "entonces no me puedo adjudicar que sé los más alternativos ni fregones del momento".
"Lo que últimamente me gusta está relacionado al piano, por ejemplo, Nikolái Kapustin, compositor ruso que acaba de morir, lastimosamente". También estima por lo que hacen Donny Benét y Connan Mockasin.
Este gusto lo desarrolló desde temprana edad, cuando empezó a estudiar música "y el piano era la columna vertebral de esto. Hace unas dos décadas estuve estudiando en Austria clavecín, música barroca, entonces siempre ha estado muy cerca de mí, y de ahí parto para lo demás".
"El rock es de lo más lejano a mi centro", sentencia.
Pero aclara que, en cuestión de percepción creativa, está "en medio de esos que son muy nostálgicos y los que son todo lo contrario, como en el limbo".
Esto gracias a su manera de consumir música: "Agarro un músico, compositor o banda y no la suelto, exploro toda su obra y de ahí me paso al siguiente, no soy tanto de andar 'capiroteando'. Entonces, es lento para mí el proceso".
La música, "la forma más espiritual"
El proceso de Rosso, siendo distinto al de Jonaz, no genera choques, sino todo lo contrario, su diferencia exalta su coincidencias: el ya mencionado humor.
"No estoy diciendo que todas las canciones de Plastilina se hagan así (desde el humor), pero muchas así se hacen, en muchas el elemento importante es ese".
Aquí el músico regio detalla que es difícil "ser fiel a tu idea de lo que debe ser divertido y plasmarlo sónicamente".
Lo sencillo es tocar, actividad que compara con "haber ganado el mundial y estar dando la vuelta al estadio con la bandera; no hay nada que pueda pasar que sea malo, es nada más celebrar. Así lo percibimos nosotros".
Y ahonda en lo vital que es para Plastilina Mosh seguir interactuando con los escuchas en directo: "Es una celebración que podamos hacer algo que nos gusta y que estimule a un tercero, y que veamos a generaciones que no les tocó de primera mano la obra que generamos cuando empezamos, pero sí a través de sus padres o abuelos".
"La música es utilizar el sonido para sanar algo de nosotros; es la mejor terapia, la mejor medicina, la más pura. Me parece la forma más espiritual del ser humano", es su reflexión final.
Su postura ante los algoritmos
En estos tiempos de plataformas musicales regidas por algoritmos, Alejandro Rosso confiesa que el tema no está en su radar porque "no consumo como tal la música de esa manera, o sea, no uso Spotify o TikTok, no estoy en las redes sociales. Entonces, ese tipo de atención u observación a la obra musical a través de esos medios, entiendo que es la norma ahora, pero yo soy de otra generación; no lo intento adaptar porque no está en mí, pero en general, no solo en la música. Tener celular o redes sociales y procurarlas me da una tremenda flojera, pero sé que tiene sus ventajas. Aunque una de las grandes desventajas es que te vas más por estadísticas que por lo visceral. Me siento afortunado de no estar en ese modus operandi".
hc