Solo hace falta una chispa para comenzar un gran incendio. Y en los pequeños foros y grandes escenarios musicales del país no hay mejor fosforo que Julián Lede-Silverio, predicador de la transgresión que cuando hace fricción con su sampler Akai produce un destello que rápidamente desnuda, hiperventila y trasiega a sus escuchas.
El músico, que presume Chilpancingo en su acta de nacimiento – aunque aún no tiene un regreso triunfal a la tierra familiar –, habla con MILENIO de su 'piromanía sonora', pero también de esos 'bomberos del teclado' que con hashtags quieren apagar su desenfreno y lo hacen afirmar que “la censura está a la orden del día”.
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Las críticas más recientes que enfrentó Su Majestad Imperial (como lo exaltan sus fans) tuvieron lugar tras su presentación en el Festival Electric Daisy Carnival México 2022: “¿En serio la gente pagó por ver algo tan nauseabundo y grotesco en calzones en el EDC?”, preguntó el usuario de Facebook Salvador Camacho. Mientras que el productor mexicano Neos dijo, también a través de la plataforma de Zuckerberg, que el responsable del tema Yepa yepa “es de las cosas más vulgares que he visto en un escenario en mi vida”.
“Me sorprendí de ese tipo de reacción”, dice Silverio sobre estos señalamientos. “Me agrada y lo disfruto, la sorpresa es parte de mi carrera, pero lo que me sacó de onda es que 50 años después de Avándaro sucedan este tipo de cosas ya no viniendo de la autoridad sino de la sociedad civil, la nueva inquisición”.
Y es que el artista, que se jacta de hacer “música de las cavernas... nasales”, también ha enfrentado a la ‘vieja – pero vigente – inquisición’: el 13 de enero de 2013, durante el festival navideño de Oaxaca, Silverio salió a escena, pero al poco tiempo las autoridades locales detuvieron su acto y lo arrestaron por ‘faltas al pudor’,así lo reportó en ese entonces Multimedios.
“Creo que hubo una confusión bastante grande de la cual me aproveché, que era que el gobierno me invitara a tocar, una cosa extraña porque es un show absolutamente confrontativo. Estaba muy sorprendido de que me invitara el gobierno, aunque la sorpresa se la llevaron ellos. Por otro lado, creo que la censura me ha servido mucho en la carrera, mucha gente voltea a ver qué está pasando”, reflexiona.
Foto: Facebook Silverio
Tras estas experiencias, Silverio confiesa que se cuida más de las plataformas virtuales que de los uniformados: “Es bastante extraño lo que ha pasado en redes sociales. Antes decía que eran un espacio que tenía para poder expresarme como a mí me gusta, pero definitivamente ya se convirtieron en otra cosa, la censura está a la orden del día. Tengo que tener cuidado de lo que posteo, me bloquean a cada rato, prácticamente toda la pandemia estuve bloqueado”.
Explica esto último: “En Facebook tengo casi medio millón de seguidores y por una extraña razón (mis publicaciones) les llegan a pocas personas, entonces ahí hay una situación bastante rara. Era un lugar en el que me podía expresar de una manera bastante cómoda, podía decir lo que quisiera. A fin de cuentas, mi show no se trata de violencia ni nada parecido, pero hay algo con lo que no están de acuerdo”.
Un servicio a la comunidad
El músico afirma que lo suyo – el desmadre, el semi-nudismo, los trajes de sastre y los beats toscos –, es un servicio a la comunidad porque las personas que acuden a sus homilías sonoras viven “una explosión, una catarsis. Entran muchas veces chuecos y salen como gente de nuevo. Además, yo realmente soy la mecha, el show lo hace el público, ellos dictan qué tan lejos podemos llegar esa noche”.
“El triunfo es cuando la gente responde de alguna manera, que puede ser de mil maneras diferentes a lo que estoy haciendo: bailar como cavernícolas o subirse al escenario. Se trata que la gente le entre, no tener un público pasivo”, agrega.
¿Pero cómo fue esa primera noche en que Su Majestad Imperial vivió su Jekyll y Hyde personal y acabó solo con una trusa roja encima? “No me acuerdo exactamente porque todo se ha dado en el escenario y nunca he planificado nada, es algo que sencillamente sucedió. Mi manera de trabajar es muy simple porque termina siendo con mi cuerpo, lo que tengo solo es el traje, no me interesa tener toda esa fantochada. Sucedió en el escenario, lo disfruté, me sentí muy cómodo y así empezó. Las pocas veces que he planificado algo con Silverio sale todo mal, entonces se trata de todo lo contrario, dejarse ir”, responde.
Aunque el reconocimiento y los fans que ostenta actualmente no fueron algo inmediato, al contrario: en sus comienzos al músico le resultó “bastante complicado” hacerse de un lugar en el panorama porque “la gente no entendía”. Por eso probó suerte en Europa, le fue bien – al grado que se despelotó en la televisión holandesa – y regresó a ocupar su trono.
“Ahorita es completamente diferente, pero sí les tomó un rato entender cómo iba la cosa y que hay que romper los formatos para no seguirlos repitiendo, no ser un grupo más. El escenario es un espacio donde las cosas se podrían construir de mil maneras diferentes y la gente no lo está haciendo. Mi intención de irme a Europa no fue porque me guste, fue una cuestión de supervivencia”.
“No veo cosas que quieran romper los límites”
Julián tiene en Silverio una forma explosiva de expresarse, no lo ve como un personaje, por eso revela que “no hay mucho ritual” detrás de sus presentaciones, solo se empapa de “la adrenalina que genera estar frente a la gente; eso es más que suficiente para que haya una colisión emocional”.
Los trajes deslumbrantes que presume en sus tocadas los manda a hacer con un sastre: “Todos están hechos a la medida, voy a buscar la tela, siempre ando buscando sorpresitas”. Respecto a su ropa interior, ese calzón rojo que ha vuelto emblema, dice que “es del mercado, sale a granel”.
Además de su vestuario, otro detalle que el músico de Chilpancingo cuida con esmero es su sampler Akai 2000XL, “una verdadera maravilla de batalla” que lo mantiene distante de las computadoras: “Creo que una me duraría menos de 5 minutos”.
Foto: Facebook Silverio
Cuando le preguntan por qué no vuelve titánico su proyecto sumando a alguien más, lo que se traduciría en incorporar otros instrumentos, señala que "basta una persona en el escenario para hacer un buen espectáculo. La magia que puede tener la tecnología es que no necesitas de músicos para tocar en vivo. ¿Para qué voy a poner más gente? ¿Para que les llueva mierda? Mejor la acaparo yo”.
“Realmente soy un caso bastante aislado, mi manera de funcionar en la industria o escena es bastante aislada, en general no hago colaboraciones. Lo hice con La Tesorito porque obviamente me llamó la atención por su voz tan aterciopelada, pero en general no tengo mucho contacto con la escena musical porque no veo cosas que quieran romper los límites”, confiesa.
Y ahonda en su trabajo con Laura León para una nueva versión de Suavecito: “Fue muy simple el acercamiento, le hablé por teléfono, me respondió, decidimos vernos, después entramos al estudio, a todo dar la señora, una buena experiencia. Es la única colaboración que he hecho y no creo que se repita mucho. Lo hice porque me llamó la atención su forma de ser, ella hace música tropical, pero yo la veo más punk”.
Por último, el facilitador del sudor en las tocadas y reminiscencia directa a GG Allin manda un mensaje a aquellos que no lo han escuchado: “No sean ignorantes, pónganse al día porque Silverio es un show para toda la familia aunque no lo parezca. Tienen que abrir sus mentes así como sus braguetas”.
hc