Con una carrera que dura ya dos décadas, Pablo Perroni (Ciudad de México, 1974) se ha ido colocando como una de las fuerzas más vitales en la actual escena teatral mexicana. Esto obedece a su participación actoral en obras como Mi primera vez, el musical Regina, Vestuario de hombres, la aclamada puesta en escena de Hamelin —pieza galardonada del dramaturgo español Juan Mayorga—; la inquietante pieza canadiense Aquí y ahora, la trilogía Solo quiero hacerte feliz, de Alan Ayckbourn; Ave María Purísima y La última palabra, de Luis Agustoni. Pero además, Perroni se ha revelado también como un incansable productor teatral —es uno de los fundadores del nuevo Teatro Milán, célebre recinto completamente restaurado que incluye el Foro Lucerna en esta ciudad—, y un gran impulsor de nuevos talentos en la actuación y la dramaturgia.
Jovial e inteligente, Pablo es un intérprete versátil, según se advierte en las dos obras que tiene en escena en el Lucerna. La primera es un monólogo del inglés Duncan Macmillan (traducido por Pilar Ixquic Mata) titulado Puras cosas maravillosas, que se presenta los martes por la noche y los fines de semana; la segunda, es la más reciente obra del polémico escritor catalán Josep María Miró, Nerium Park, donde Pablo comparte cartel con su esposa, la actriz Mariana Garza. Es un fuerte thriller psicológico que se estrenó con gran éxito de crítica. Ambas obras bajo la dirección de Sebastián Sánchez Amunátegui.
¿Qué es más complejo, una obra de varios personajes o un monólogo como 'Puras cosas maravillosas'?
Desde mi punto de vista sería un monólogo, ya que al montarlo, toda la responsabilidad recae en ti y son solo tú y el director volando con un texto y sus requerimientos; en un monólogo no te puedes dar el lujo de dar pasos en falso. Aunque tal vez sería injusto decir que una obra con más personajes es menos compleja, porque ahí el director trabaja con varios elementos que son los actores, ya que los distintos personajes, sus interacciones e idiosincrasias son las que hacen que fluya una obra. Siendo honesto, pienso que ambos aspectos de la actuación, solo o en ensamble, son igualmente complejos.
¿Cómo fue que llegaste a 'Puras cosas...'?
Es curioso. Yo tenía un par de años con la idea de buscar un monólogo para representar, porque era un reto que desde hacía mucho tiempo quería enfrentar. Encontré varios textos interesantes pero ninguno me conmovía ni me hablaba al punto de decir “¡Eureka! ¡Tengo que hacer esto!”. Y aunque no desesperaba y seguí en otros montajes como Aquí y ahora y Solo quiero hacerte feliz, que duró casi todo 2015, seguía con esa idea en mi mente. Estando en Nueva York, en una librería llamada The Drama Book Shop (que es una parada obligatoria desde hace varios años y que todo amante del teatro debería visitar) encontré este texto de Duncan Macmillan —en coautoría con Jonny Donahoe—, de quien ya había visto escenificada en México la obra Pulmones, así que lo compré. No pude parar de leerlo, me enamoré de la historia. Ya en México conseguí los derechos, le propuse la obra a Sebastián, que es un extraordinario director, con el que es un placer trabajar… y lo demás, como se dice, es historia.
El monólogo gira en torno a la depresión y sus efectos en los seres queridos, así como en buscar una manera de salir adelante. ¿Qué le deja esta obra al espectador?
Jonny Donahoe utiliza muchas de sus experiencias y las vuelve universales. Así es como Macmillan construye el texto: desde que es un niño pequeño, el personaje está expuesto a la terrible depresión que consume a su madre. Así, para tratar de alegrarla, comienza a redactar una lista de, efectivamente, “puras cosas maravillosas”, para alegrarla y devolverle las ganas de vivir. Lo que él no se imagina es que al llegar a la edad adulta, esa lista adquiere vida propia y lo modifica en modos extraordinarios. Además, son cosas muy sencillas y luego muy personales y todas fantásticas las que componen esa lista que crece y crece. Y por eso creo que la obra le llega al público en varios niveles, pero la más importante creo que es, al llegar al final, darse cuenta de que toda esas cosas pequeñas y no tan pequeñas que damos por hecho, son las que nos hacen felices, y por eso hay que saber valorarlas. Y qué mejor que llegar a esa conclusión a través del teatro.
¿Y qué es lo que cada función te deja a ti?
Una gran satisfacción de ver como la gente conecta con el texto, de ver como se logra la magia y saber que la recomienda porque desean que sus seres queridos vivan la misma maravillosa experiencia que ellos. Los martes es mi día favorito para hacer esta obra. Y la seguiremos haciendo el resto del año, mientras el público conecte.
Tu trabajo es también como impulsor de múltiples proyectos en el Milán Foro Lucerna. ¿Cómo es este aspecto de tu oficio?
Es como todo trabajo, lleno de cosas maravillosas y otras no tanto. Al programar y administrar los teatros, Mariana, yo y nuestro equipo, que son unos chingones, tenemos que tratar con muchísima gente y con sus proyectos, y encontrar la manera de hacer que funcionen del mejor modo posible en nuestro escenario, es la parte complicada, pero definitivamente vale la pena.
Con Mariana Garza no solo has creado una familia, sino una sociedad creativa, ¿cómo se da el proceso?
Mariana y yo nos conocimos trabajando hace más de 10 años, de ahí surgió una gran amistad, luego el amor y finalmente una familia. Lo primero que hicimos fue trabajar juntos y desde el principio descubrimos que para nosotros compartir escena es algo muy fácil, hacemos muy buen equipo y la experiencia lo ha demostrado. Además, ella es la única persona que, como yo, se avienta con una obra sin dudarlo, estamos igual de locos. Así fue, por ejemplo, con Nerium Park.
Ahora estrenan esa obra nueva de Josep María Miró. ¿Qué tan distinta es a 'Puras cosas maravillosas'?
Diametralmente opuesta, no hay proyectos más distintos en el universo. El monólogo es pura luz, a pesar de tener un tema tan delicado como la depresión y el suicidio; y la obra de Miró es una especie de cuento de fantasmas moderno, ambientado en el tiempo de la crisis del desempleo y la burbuja inmobiliaria; es un manejo muy agudo, oscuro, complejo y retorcido del suspenso. Son muy diferentes, aunque tengan el mismo director, lo cuál es un crédito a la versatilidad y talento de alguien como Sebastián.
De todos los aspectos de tu carrera, ¿cuál es el que más satisfacciones te ha dado?
Cada proyecto que emprendo me da satisfacciones, cada uno es un reto, trabajamos mucho para lograrlo y verlo realizado es muy emocionante. Puras cosas maravillosas es un proyecto muy especial por lo que implica hacer un monólogo y por la respuesta que ha tenido el público. Como actor, para mí lo más importante es explorar riesgos y enfrentar desafíos, de eso se ha tratado mi carrera y eso quiero que siga siendo siempre, no la concibo sin esos dos elementos, me atrevería a decir que es lo que le da sentido a mi trabajo y a mi vida entera.