Pedro Infante, a 62 años de su muerte

La ciudad de Mérida, Yucatán, conmemorará al cantante con una misa, una carrera atlética y un festival ranchero que encabezará su hijo, Armando Infante.

Pedro Infante perdió la vida el 15 de abril de 1957 cuando su avión se estrelló en el centro de la capital de Yucatán. (Archivo)
Editorial Milenio
Mérida /

La ciudad mexicana de Mérida conmemora el 62 aniversario luctuoso del actor y cantante Pedro Infante, donde perdió la vida el 15 de abril de 1957 cuando se estrelló su avión en el centro de la capital del suroriental estado de Yucatán.

"Pedro Infante pudo haber sido sinaloense, pero en Mérida dejó su corazón y eso tenemos que celebrarlo", explicó a Efe el alcalde de Mérida, Renán Barrera Concha.

En Mérida se celebra este 15 de abril una misa, una carrera atlética y un festival ranchero que encabezará su hijo, Armando El Torito Infante, para recordar al artista Pedro Infante (Mazatlán (Sinaloa, 1917), conocido como el Ídolo de Guamúchil.

Barrera Concha aseguró que la velada "será especial, tendremos algo inédito en el homenaje", el hijo menor del actor de la época de oro del cine mexicano.

La historia que une a Yucatán con el intérprete de "Amorcito corazón", "Qué te ha dado esa mujer" y otras 300 canciones que permanecen en el imaginario del pueblo mexicano "va más allá de la tragedia, porque está llena del amor que tuvo por esta región y su cultura".

Doña Lucía Benigna Alcocer Ravell, de 80 años de edad, es una prueba viviente del cariño que el Ídolo de Guamúchil sentía por Yucatán y su gente, "era una persona de buen corazón, sencillo y amable".

Tenía 12 años de edad cuando conoció a Pedro Infante. "Convivía mucho con mi familia porque mi papá trabajaba en Tamsa", recuerda.

"Una de las cosas bonitas que se mantienen en mi memoria es cuando nos mandaba tarjetas de Navidad", agrega.

Aunque autoridades de Sinaloa y Ciudad de México organizarán también algunos homenajes, el caso de Yucatán es excepcional.

"No solo porque viene su hijo Armando y otros parientes, sino porque hay tres sitios en Mérida donde es tradición evocar su obra en el aniversario luctuoso", dice el alcalde.

El primer punto es la esquina de La Socorrito, donde cayó el avión (calle 54 entre 87); luego sigue donde tenía su casa, en plena avenida Itzáes que luego se convirtió en hotel, y en el Monumento a la Canción Mexicana, en la colonia (barrio) Cinco Colonias, que muestra una enorme estatua del ganador del Oso de Plata en Berlín por la cinta Tizoc: Amor indio.

Armando “El Torito” Infante Gutiérrez, posa junto a la estatua de su padre Pedro Infante. (EFE)

Para Armando Infante Gutiérrez no hay palabras para agradecer ese cariño genuino. "Mientras más pasan los años, más lo quieren (en Mérida), es como aquella estrofa que dice: y si vivo cien años, cien años pienso en ti".

En México y Centroamérica su recuerdo sigue vivo "gracias a las estaciones de radio que programan sus canciones, a sus admiradores y la televisoras que pasan sus películas", apunta su hijo.

La dueña del predio donde hace 62 años se estrelló el avión de la aerolínea Tamsa que transportaba al artista mexicano, María Remigia García Suaste, todavía recuerda ese 15 de abril de 1957, "como si fuera ayer".

En medio del caos, "llegó un señor de Tamsa a verificar si era el avión de su compañía el accidentado y al darse cuenta que era el único que despegó esa mañana del aeropuerto de Mérida se puso a llorar porque entre los muertos estaba Pedro Infante".

Además del actor y cantante, en el avión viajaban el capitán Víctor Manuel Vidal y el mecánico Marciano Bautista.

En ese lugar también falleció una joven. "Parecía un maniquí cuando la sacaron de ese caos en que se convirtió nuestro predio", rememora.

Su esposo Rubén Emilio Canto Ceballos, ya fallecido, "estaba consternado porque el lugar estaba terrible, había pescado, textiles y cuerpos quemados por doquier".

"Y cuando identificaron a Pedro Infante Cruz, el dolor y el llanto aumentaron de las decenas de personas que llegaron para ver de cerca el accidente", recuerda la mujer.

Ahora, 62 años después, en ese sitio su nieto Mauricio Canto Hernández organiza la misa, carrera atlética y un festival de música ranchera en el que acuden algunas "novias" del intérprete de "Muñeco de cuerda" y "Carta a Eufemia".

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