En 1955, Juan Rulfo escribió Pedro Páramo, una novela que retrata a un cacique cuya presencia controla la vida y muerte de Comala, un pueblo atrapado entre sombras y recuerdos. Setenta años después, este clásico de la literatura latinoamericana se materializa en la pantalla bajo la dirección de Rodrigo Prieto, quien nos invita a un viaje entre la inmensidad del desierto mexicano y el silencio sepulcral de las almas que habitan Comala.
Rodrigo Prieto llega a este proyecto después de su experiencia como director de fotografía en la película Barbie. El contraste entre ambos universos es abismal: el colorido de BarbieLand, un mundo de plástico y fantasía, frente a la desolación y los rencores que habitan Comala. Sin embargo, Prieto logra compaginar ambos mundos con gran habilidad de explorar profundamente lo humano a través de cualquier prisma visual.
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“Hay profundidad en cualquier obra de arte si te detienes a explorarla. Lo mismo pasó con Barbie que con Pedro Páramo. Cada una fue una oportunidad para profundizar en diferentes aspectos de lo femenino, lo masculino y la naturaleza humana en su esencia más cruda”.
Y comenta en broma cómo los fines de semana viajaba de la “tierra de ensueño de Barbie” a las conversaciones con Mateo Gil sobre las raíces mexicanas y el universo rulfiano.
Aunque a Prieto le fascinaba la idea de fotografiar la historia, al final tomó el rol de director para hacer de la obra de Rulfo una versión propia. Durante el proceso creativo, el debutante en dirección se nutrió de la experiencia de Eugenio Caballero y Carlos Y. Jaques, quienes crearon un diseño visual que captura el misticismo y decadencia de la novela de Rulfo. Y poco a poco, ese diálogo interno que Rodrigo tenía con Juan Rulfo se fue materializando.
“Es curioso porque mi esposa Mónica, en varias partes de la preparación y producción de la película y postproducción, me decía que sentía la presencia de Juan Rulfo, y que me estaba guiando. Y no lo sé, pero quiero pensar que de alguna manera estoy canalizando algo que él estaba expresando y poniéndolo en otro medio. Él lo expresó a través de sus palabras en esta novela; nosotros hicimos una versión fílmica inspirada en lo que él escribió”, explicó.
“Sí había todo el tiempo un diálogo interno, y quizá habría un diablito diciéndome: ‘No, no la vas a librar, te van a decir que ¿por qué lo hiciste?’ Y otro: ‘No, pues no importa, tú hazla, disfruta’, siempre tuve esas vocecitas; tenía que ignorarlas y meterme al texto a ver qué se sentía. Era importante tratar de traducir eso que yo sentía a la hora de llevar a los personajes a imagen y a sonido. Ese era mi diálogo constante”, agregó Prieto.
De fotógrafo a director
Rodrigo Prieto, reconocido por su carrera como director de fotografía con cineastas como Ang Lee, Martin Scorsese, Spike Lee, Oliver Stone y Pedro Almodóvar, da un importante giro en su trayectoria al asumir el rol de director con Pedro Páramo. En sus años de formación en el CCC, la dirección le parecía un terreno serio y reservado para cineastas con un enfoque intelectual, lo que lo llevó a la fotografía, donde sentía libertad para experimentar y “jugar”.
Sin embargo, con Pedro Páramo, Prieto descubrió que también podía dirigir sin perder ese sentido de exploración lúdica: “ahora veo que sí puedo dirigir y puedo jugar como director y explorar cosas también profundas, pero también jugando, eso es parte de lo que me deja Pedro Páramo”, explicó el cineasta sobre la película que se proyectó en el Festival Internacional de Cine de Morelia y que llegará a la pantalla de Netflix 6 de noviembre.
Una Comala vestida de historia
El vestuario de la serie, diseñado por Ana Terrazas, es otro de los elementos que logran capturar el espíritu del México de la Revolución y la Guerra Cristera. Terrazas trabajó con más de 800 extras en un periodo de 15 semanas, empleando técnicas artesanales para confeccionar cada prenda a mano, asegurándose de que cada hilo transportara a los personajes y a los espectadores a la época que retrata la obra, ese México revolucionario.
La conexión con Rulfo
Manuel García-Rulfo es pariente lejano de Juan Rulfo, aunque su participación no fue determinada por esta relación. Para él, dar vida a Pedro Páramo significó adentrarse en las contradicciones de México, “cuando decimos que todos somos Pedro Páramo es real, y pienso en cómo los países, la mayoría de las veces, se construyen a base de sangre y corrupción, por eso creo que todos somos hijos de este México tan complejo y hermoso”.
García-Rulfo confesó que su conexión con el texto fue gradual, como le ocurrió con Shakespeare: “Al principio no entendía mucho, pero había frases tan poderosas que no podía soltar el libro, no entiendo ni madre, pero hay frases tan poderosas que sigo yendo a la novela, y eso me pasaba con Pedro Páramo, no entendía, pero había frasecitas que me hablaban y me hacían volver, cuando supe de la película la volví a leer, leí varios análisis”.
Entre risas y frente a Rodrigo Prieto y Dolores Heredia, el protagonista comentó que “creo que estoy a punto de entenderla, no sé cómo explicarlo, pero desde chavito que vivo en ese mundo rulfiano, nací en un rancho, con vacas, con este humor. Llano en Llamas lo he leído mil veces y me encanta, por eso lo siento muy cercano, no soy experto en el tema, pero lo leo y me llama y me siento muy cercano a su lenguaje”, agregó el protagonista de la película.
Dolores Heredia, quien también forma parte del elenco, recordó cómo su pasión por la obra de Rulfo la llevó a insistir en audicionar varias veces: “ya estaba fuera”, explicó la actriz que da vida a Eduviges, “son cosas que pasan y es parte del trabajo, pero amo profundamente a Rulfo, y siempre he sentido que los personajes femeninos en su obra están ligados de formas muy íntimas, como si fueran versiones de una misma mujer en diferentes circunstancias”.
Mujeres resilientes
En Pedro Páramo, las mujeres están marcadas por la fuerza que les permite sobrevivir en un México revolucionario. Sus personajes representan una resistencia frente a las estructuras patriarcales, la violencia y las expectativas sociales de la época. Ilse Salas, quien interpreta a Susana San Juan, destaca la complejidad de su personaje al enfrentarse a un dolor profundo que la llena de rabia, especialmente en el contexto de la violencia de género.
Ilse compartió que uno de sus mayores retos durante el rodaje de la película fue encontrar el balance entre la vulnerabilidad del personaje y la furia contemporánea que quería imprimirle a Susana: “Rodrigo y yo tuvimos discusiones sobre cómo expresar esa rabia que siento que tiene Susana, pero que en la novela está escrita con una delicadeza casi poética; quería que su dolor fuera tangible al abordar la violencia de género que aún persiste”.
Giovanna Zacarías, quien interpreta a Dorotea, señala que su personaje simboliza la necesidad de supervivencia en un entorno opresivo: “Creo que lo que más me impresionó fue cómo logró sobrevivir. Sobrevivir como mujer, sobrevivir en la sociedad, sobrevivir con el entorno que te tocaba, en este machismo, sobrevivir a la iglesia, a la religión, sobrevivir al no maternar, Dorotea es una sobreviviente en todos los sentidos”.
Mayra Batalla, que interpreta a Damiana, añade otra capa de fuerza femenina al destacar el papel de cuidadora que, aunque está ligado al servicio, está cargado de dignidad y entrega:
“En esa época y para muchas mujeres hoy en día, no hay opción, incluso heredan ese puesto, pero también quiero hablar de esta otra parte que es, genuinamente, la entrega, como quien se entrega al Señor, las monjas, así siento la esencia de Damiana”.
DAG