A pesar de ser la favorita para llevarse el Oscar a Mejor Película Animada, Klaus perdió contra su fuerte rival de Pixar Animation Studios, Toy Story 4, que se llevó la estatuilla.
Colgarse el cartel de favorito no suele ser una buena estrategia. Es una presión añadida innecesaria y se corre el peligro de hacer el ridículo de no hacer buenos los pronósticos. Sergio Pablos, el director español de la película, lo sabía y por eso desde un principio prefería señalar a Toy Story 4 "como la probable ganadora" a Mejor Película Animada en los premios Oscar. Sin embargo, era consciente de que habría suficiente margen para dar la campanada. Sobre todo, porque su película venía de arrasar en los Annie Awards con 7 premios y de hacer historia en los Bafta.
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Klaus
Jesper (Jason Schwartzman), el peor estudiante de la Real Academia Postal, queda apostado en una gélida isla por encima del círculo polar ártico, donde los locales no intercambian palabra y mucho menos cartas. A punto de darse por vencido, Jesper encuentra a una aliada en la maestra local, Alva (Rashida Jones), y descubre a Klaus (el ganador del Óscar J. K. Simmons), un misterioso carpintero que vive solo en una cabaña repleta de juguetes hechos a mano. Estas improbables amistades le dan una nueva vida a Smeerensburg y crean un nuevo legado de generosidad entre los vecinos, tradiciones mágicas y calcetines colgados en la chimenea. Dirigida por el cocreador de Mi villano favorito Sergio Pablos, Klaus es una comedia de animación para las fiestas navideñas, con las voces de Joan Cusack, Will Sasso y Norm Macdonald en la versión en inglés.
Klaus se convirtió en la primera película animada original de Netflix, "en la punta de lanza de un monstruo que viene detrás con mucho proyecto arriesgado que no están probando en otros estudios". Una casa y una fórmula a la que aplaude por su valentía. "De no ser por Netflix, esta película ni siquiera existiría". Ni la suya ni Roma, de Alfonso Cuarón, ni El irlandés, de Martin Scorsese, añade.
Pablos reconoce ser un romántico del cine que se enamoró del oficio acudiendo a salas como todo el mundo. Afirma que entiende "perfectamente" la postura de realizadores como Chris Nolan, Steven Spielberg o el propio Scorsese, defensores del sistema tradicional, pero cree que el streaming es una nueva vía y "como cineasta que soy" tiene que apoyarla.
Está convencido que es cuestión de tiempo que la mejor película en los Oscar "sea una cinta de streaming" y que, de no haber sido por ese nuevo sistema, hubiera sido imposible que más de 30 millones de personas hubieran visto su trabajo en las primeras cuatro semanas. Más que el Oscar, su verdadero premio es la respuesta del público.
El director novel, creador de la franquicia Mi villano favorito y ex animador de Disney y 20th Century Fox, no escondía su ilusión. "Hay una posibilidad (de ganar el Oscar) y eso es algo que no podíamos esperar", admitía frente a un grupo de periodistas españoles en las oficinas de Netflix en Los Ángeles. "Lo que nos da una gran ventaja a nosotros son esos premios, los Annie y los Bafta, que han hecho que seguramente tengamos la garantía de que los miembros (de la Academia) por lo menos se molesten en verla y que sea un voto justo".
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