Fue a los pocos días de aterrizar en México después de vivir cuatro años y medio en Houston, sería mayo, cuando me llamó Ciro Gómez Leyva. En algún café del sur de la ciudad me contó que a finales de aquel 2008 saldría al aire Milenio Televisión, primer canal mexicano de 24 horas de noticias en televisión de paga.
Me contó en qué estaban pensando, cómo querían hacer una televisión que trabajara al ritmo del nuevo ciclo noticioso que, a diferencia de otros tiempos, ahora duraba minutos, que no esperaba a la salida de un impreso o el noticiero de la noche.
Muchos años atrás Ciro me había invitado a colaborar en Milenio Semanal y desde 2003, gracias a Carlos Marín, yo publicaba una columna semanal en el diario. Desde aquel día Ciro tenía muy claro qué quería: 15 minutos Carlos, solo 15. Una entrevista –insistió–. Agregamos otro elemento que ha resultado el más sabroso, el mayor reto, el que hace del programa lo que ha sido: sin edición, sin truco. Como salga a la hora de grabar, así se va. Falso vivo, le llaman en tele. Tardamos semanas en decidir el nombre hasta que, como suele suceder, nos quedamos con el que había salido en aquel primer café: En15.
Casi dos mil entrevistas después aquí seguimos. Y yo no tengo más que agradecimiento a esta casa, que es la mía, por uno de los proyectos más satisfactorios de mi vida profesional y periodística. Los En15 se volvieron para mí un sabrosísimo experimento periodístico. Me propuse no hablar ni una palabra con mis entrevistados antes de iniciar el programa. Teníamos un tema, pero nada más.
Tenía que ser todo rápido, cosa a la que ni ellos ni yo estábamos acostumbrados; en muchas ocasiones los programas se volvieron raros, muchas veces terminamos hablando de temas que nada tenían que ver con lo propuesto originalmente, ahí donde mis invitados o yo inventamos alguna conversación que no imaginamos cuando llegamos. Abrimos la puerta a todos, pero nos empeñamos en dar voz a muchos que hace 10 años no veíamos en la televisión.
Caras que no aparecían durante 15 minutos en la televisión noticiosa del país. Y por supuesto, todos los viernes y muchas semanas en otros días, a los creadores: escritores, pintores, chefs y cocineros, músicos y cineastas. Nos empeñamos en dar voz a víctimas y sus representantes, organizaciones no gubernamentales que hace 10 años no eran lo que son ahora, personas que tenían una buena historia que contar y no sabían dónde contarlas.
En estos 10 años ha pasado un poco de todo: lágrimas, risas, algún grito, un entrevistado que se paró y se quiso ir, más de alguno enojado, se ha cantado y hemos viajado a varias ciudades del país para enseñar esos otros personajes que nuestro centralismo a veces ignora. Y sí, también nos hemos aburrido y, por lo tanto, algunas noches hemos aburrido a quien nos ve.
Hay días así, más de los que uno quisiera, cuando ni el entrevistador ni el entrevistado traen el ánimo, o las palabras, o quieren estar donde están. La fortuna de lo que hacemos es que mañana siempre se puede hacer mejor.
He tenido la suerte en estos 10 años de que me ha acompañado un equipo excepcional, en la producción, la coordinación de invitados y en el staff del estudio. Y hemos tenido la fortuna de que nuestros invitados quieren seguir viniendo a Morelos 16, en el no siempre fácil de llegar centro de la ciudad, a pasar 15 minutos inesperados.
Pero sobre todo hemos tenido la suerte de que alguien nos ve, porque de eso se trata. A quienes nos tienen esa paciencia, nuestro agradecimiento. Diez años, quién lo diría. Y solo En15, porque usted, decía yo antes al terminar el programa, ya no tiene tiempo para rollos. Lo sigo creyendo.