El general, las autodefensas, la turba, y aquella guerra michoacana…
Juan Pablo Becerra Acosta
Era 22 de mayo. Mis compañeros Vicente González (camarógrafo), Alejandro Carmona (operador del Live U) y yo estábamos en la Tierra Caliente de Michoacán. Semanas atrás habían surgido las autodefensas: limoneros de Buenavista Tomatlán y La Ruana; ganaderos de Tepalcatepec; madereros de Coalcomán; cientos de hombres de la región se levantaron en armas contra el cártel de los Caballeros Templarios durante todo 2013.
Los calentanos estaban hartos de saqueos, extorsiones, desapariciones y asesinatos perpetrados por los criminales, que además, violaban mujeres.
Hubo feroces enfrentamientos y muertos de ambos bandos. Los criminales cercaron la zona. Establecieron un sitio de guerra: no permitían el paso de medicamentos, combustibles, alimentos, programas sociales, vaya, hasta los curas huían.
Aquel miércoles se vivió uno de los episodios más tensos que hubo en la región. Por la mañana un grupo de soldados capturó a cuatro autodefensas. En represalia, más tarde, civiles armados detuvieron a un general (Sergio Arturo García Aragón) y a sus 23 hombres. Los militares fueron encerrados en la cárcel de Buenavista Tomatlán, a 219 kilómetros de Morelia.
Había gente armada con palos, machetes, pistolas y pequeñas escopetas. Dos avioncitos y un helicóptero de la Fuerza Aérea sobrevolaban la zona.
En ese lugar nunca habíamos logrado levantar señal para transmitir en vivo: hacíamos enlaces telefónicos.
La noticia ya había llegado a México. El secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, se apuraba a desmentir los hechos: afirmaba que el general no estaba detenido, sino que dialogaba con la turba.
Quién sabe cómo logramos levantar una débil señal. Y entramos en vivo.
La imagen era elocuente: el general y sus soldados sí estaban tras las rejas. La gente, airada, gritaba que desarmaran a los militares. El general, detrás de los barrotes, y ante nuestra cámara y micrófono, respondía con monosílabos. La tensión era tremenda. Así estuvimos un larguísimo rato, al aire. Luego se cayó la señal, pero solo Milenio Televisión tuvo esas imágenes televisivas.
De pronto un grupo de agitadores empezó a gritar que les prendieran fuego a los militares. Y que también nos quemaran a nosotros: alegaban, entre vituperios, que no decíamos la verdad. Me quedó claro que ahí moriríamos. Los militares miraban azorados lo que ocurría: sabían que si disparaban, habría una masacre.
Fueron los propios ciudadanos los que, eternos minutos después, nos salvaron: “¡Milenio sí ha sacado en la tele todo lo que pasa aquí!”, gritaban mujeres. Y nos liberaron.
El conflicto acabó a las 21:15 horas, cuando los miembros de las autodefensas fueron soltados y trasladados en helicóptero hasta el lugar.
Por cierto, jamás alguien volvió a conseguir levantar señal ahí. Nunca, nadie…
El mundo de los geeks y las relaciones públicas
Fernando Santillanes
Hace 10 años Ciro Gómez Leyva me pidió que fuera el coordinador de invitados de su noticiario en Milenio Televisión.
El primer invitado en la historia de Milenio Noticias fue Guillermo Ortiz Martínez, en ese entonces gobernador del Banco de México. Así empezó esta aventura de cientos de entrevistas, decenas de breaking news y grandes coberturas, pero sin duda hay dos momentos que recuerdo con más detalle en el newsroom de Milenio Televisión.
El primero, el 4 de noviembre de 2008, dieciséis días después de nuestra primera transmisión. Nos preparamos para hacer una gran cobertura de las elecciones en Estados Unidos, donde todo apuntaba a que Barack Obama ganaría. Pero de repente todo cambió.
El reporte de un avión que había caído en Periférico nos hizo empezar dos breaking news al mismo tiempo. El rumor de que en la aeronave venía el secretario de gobernación, Juan Camilo Mouriño, hacía que los mensajes SMS (porque aún no existía Whatsapp) y las llamadas se dirigieran, sin respuesta alguna, a Miguel Monterrubio Cubas, director de comunicación social de la Secretaría de Gobernación. No sabíamos, en ese momento, que él había fallecido en el mismo avionazo.
La unidad móvil que teníamos en Polanco estaba con un grupo de simpatizantes del Partido Republicano y se movió de inmediato al lugar del accidente. Así comenzó una noche en la que, al mismo tiempo, dábamos reportes del triunfo de Obama y enlaces en vivo al peor accidente aéreo en la Ciudad de México en lo que iba del siglo XXI.
El segundo momento, el cinco de octubre de 2011. Los rumores de la muerte de Steve Jobs llevaban semanas en Twitter, pero ese día no fue un rumor. Desde Cupertino una fuente de Apple me confirmó el fallecimiento. En menos de 5 minutos estaba microfoneado y listo para entrar al aire.
Ese día hice más de ocho intervenciones en Milenio Noticias, coordinamos las notas de web y el periódico y, por unas horas, la política estuvo en segundo plano en nuestra cobertura. La muerte del fundador de Apple le ganó a todo los demás.
Mis años en Milenio Televisión, el reto más gratificante
Alejandro Domínguez
Cuando Milenio Televisión salió al aire por primera vez, yo estudiaba la carrera de comunicación. Y en ese entonces, no me imaginé jamás que estaría en esta pantalla.
Hoy es un honor formar parte del canal de noticias más importante de México.
Ahora llevo aquí más de la mitad de la vida del canal, cinco años siete meses, en los que me ha tocado hacer de todo frente y detrás de cámaras. Cinco años llenos de satisfacciones, incluyendo la presión de hacer televisión, las constantes desveladas y el estrés. Todo esto deseando que quien nos ve reciba —de la mejor manera— la información más completa.
Entre las coberturas más retadoras han estado las electorales, incluida la elección presidencial de Estados Unidos en 2016, cuando sorpresivamente ganó Donald Trump. Entender el sistema electoral estadounidense y transmitirlo de manera correcta fue un reto.
La cobertura más dura, no solo en Milenio, sino en mi carrera profesional fue el sismo del 19 de septiembre de 2017. Aquella tarde, noche y madrugada viví todo tipo de emociones. Los días siguientes al sismo fueron cada vez más tristes; más cuerpos encontrados sin vida y gente sin casa. Fue durante esa cobertura en las calles y desde el estudio de televisión que me convencí de mi responsabilidad de estar ahí, informando lo que pasaba.
Un año después del sismo volví al mismo lugar desde el cual transmití la noche y madrugada de la emergencia. Pensé que sería una transmisión sencilla, a pesar de la lluvia que iba a caer, pero la voz se me cortó al realizar una entrevista con uno de los voluntarios que un año antes estaba sobre el edificio en ruinas tratando de rescatar a dos amigos atrapados que no sobrevivieron. Con un nudo en la garganta continué la transmisión; las emociones seguían en mí un año después. Había que aguantar sin mostrar mi tristeza e informar.
De todas las funciones que he desempeñado, el estar al frente de un noticiero es, sin duda, el mayor reto. Es mi responsabilidad lo que se transmite, lo que digo y cómo lo digo; las imágenes y las declaraciones que se seleccionan; los datos que aportamos y la forma en la que los presentamos.
Tejer el día a día
Azucena Uresti
Hace 10 años el sueño de Milenio Televisión se hizo realidad. Empezamos una aventura que sabíamos nos llevaría a consolidar una pantalla donde se contaran historias como nunca antes y se escucharan voces por primera vez.
Empezamos conduciendo, algunos de nosotros, cuatro horas continuas de noticias sin parar: de lunes a domingo, de un espacio a otro, ya fueran breaking news, entrevistas, exclusivas. Con la convicción profunda de que hacemos lo que nos gusta.
La pantalla donde sí pasan cosas, nació de correr el riesgo, de tener una apuesta y un proyecto que se envolvía en la delicada tela de los sueños. Tan delicada, que podía romperse o evolucionar, como lo hizo, hasta convertirse en una membrana que gestaría el éxito.
La familia Milenio éramos todos, los visionarios Don Francisco, Francisco y Jesús González; Ciro Gómez Leyva, quien no dejó un detalle suelto; pero también conductores, redactores, camarógrafos, ingenieros, reporteros, maquillistas, iluminadores, editores, quienes se hacían cargo de mantener el estudio reluciente. ¡Todos!
Un día tras otro, tejiendo delicada pero constante y apasionadamente cada hora, cada día. Porque un noticiero es eso, tejer día a día, con cuidado, con atención pero, sobretodo, con empatía hacia quienes están del otro lado.
El privilegio que significa haber vivido estos 10 años en mi casa: Milenio Televisión, lo escribo desde el escritorio donde se han planeado 2,160 noticieros; donde se han cuestionado errores; donde hemos sufrido por una entrevista frustrada, por una decisión precipitada o por un apunte incómodo. Este lugar que no cambio por ningún otro y desde el cual quisiera, hoy, extender un enorme agradecimiento a quienes nos ven, quienes nos han dado el oxígeno, las agallas y la fuerza para seguir y querer más; querer siempre ser y dar lo mejor. ¡Gracias!
Así hemos caminado estos años, una década con el sueño de que se cumpla el presagio, el Milenio, y que entonces otros —con el mismo entusiasmo y las mismas ganas— sientan el orgullo al encender las luces, correr el prompter, desmenuzar las noticias y contar las historias.
Cada día, una novedad
Liliana Sosa
Ha sido un viaje increíble. Son 10 años de bajadas, pero también de muchas subidas junto a personas que aman esta casa y que se casaron con el proyecto. Resulta difícil elegir momentos, Milenio me ha permitido estar en lugares privilegiados y trabajar con gente que admiro.
Como reportera recuerdo la muerte del entonces secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, en noviembre de 2008. La avioneta había caído en una de las avenidas más transitadas de la ciudad: Periférico, justo a la altura de la Fuente de Petróleos.
El tráfico en la zona de Polanco estaba parado, y poco antes de llegar se confirmó que el secretario de gobernación iba en la avioneta. Mi compañera camarógrafa, Lizeth Romero, y yo corrimos cargando el equipo. En tacones, brincaba cualquier obstáculo a mi paso, sabía que teníamos que llegar.
Parecía que había caído una bomba en la zona. Ese lugar que transité miles de veces estaba irreconocible. Había un olor peculiar —carne quemada— que invadió mi nariz y no salió en más de un mes, tiempo en el que no pude comer carne. Pero, era momento de controlar los sentidos, la adrenalina, para trabajar y transmitir lo que mis ojos veían.
Como conductora recuerdo la balacera afuera del estadio Corona en el minuto 40 del partido entre Santos y Monarcas. Las imágenes en redes sociales corrieron rápido, los compañeros de La Afición también. Faltaban 10 minutos para empezar el noticiero. El encargado de la redacción, Antonio Ramírez, Héctor Zamarrón y yo decidimos, a pasar de lo poco que se sabía hasta ese momento y de las dudas de muchos, dar la noticia.
Decidimos entrar con las imágenes de los jugadores corriendo para salir de la cancha, recuerdo que uno de los porteros saltó a las gradas en búsqueda de su familia y salió cargando a su hijo. Quienes habían ido en familia a ver un partido terminaron resguardándose entre las butacas y en medio del caos se les permitió entrar a la cancha. El equipo trabajó rápido para hablar con las autoridades del Estado y con especialistas en deporte. La transmisión duró varias horas.
Son solo dos recuerdos dentro de 10 años en los que cada día es diferente.
De Michael Jackson a Juan Gabriel
Susana Moscatel
No hay adrenalina que se compare con la de las breaking news, las noticias que están desarrollándose al mismo tiempo que estás al aire. En Milenio Televisión hemos tenido muchos momentos así, pero imposible dejar de pensar en dos, la muerte de los más grandes ídolos en sus géneros: Michael Jackson y Juan Gabriel.
Michael Jackson murió el 25 de junio del 2009. Llevábamos, como equipo nuevo, poco tiempo. Pero con velocidad hicimos arreglos para que volara a Los Ángeles nuestro coeditor Salvador Velázquez (q.e.p.d.). Y no fue hasta que verificamos la nota por varios medios que entramos al aire. No imaginábamos, en un espacio meramente político y verdaderamente joven, cómo hacerle justicia al hecho. Lo hicimos bien. Sé, que unos años después, la historia hubiese sido otra. Lo sé por Juan Gabriel.
El 28 de Agosto del 2016 teníamos muchos más espacios establecidos para ¡Hey! Dicen que no hay reportero sin suerte. Ese día, estaba en Los Ángeles, cubrendo un evento, y estaba por volver a casa.
“Hay rumores que murió Juan Gabriel”, decía el chat de editores de Milenio. Cambié mi rumbo hacia Santa Mónica, donde vivía el Divo de Juárez. Vimos todo, reportamos todo. La cobertura fue a través del teléfono. Enlace tras enlace. Llamada tras llamada. Y así fue como la noticia que rompió el corazón de millones de fans nos dio a entender lo mucho que había cambiado la forma de cubrir eventos importantes. Sí, la tecnología es básica. Pero saber cubrir noticias, 24 horas si es necesario, lo es mucho más. Aunque para iniciar solo tengas el celular en la mano.
Unas semanas después, Milenio Televisión hizo una grandiosa cobertura en vivo desde Bellas Artes, donde millones de personas pasaron frente a las cenizas del cantante para decir adiós, mientras afuera tocaba su mariachi. Por dos días sin parar entramos todos, de todas las fuentes. En vivo. A toda hora. Fue la cobertura que, en espectáculos, nos dio a entender que Milenio Televisión puede con todo.
Y, aunque una parte de nosotros quería llorar esa muerte, fue muy relevante ser quienes contaron la historia del amor de México a esa figura llena de talento, contradicciones y pasión. Sin duda, hacemos lo que nos gusta y me atrevo a decir: cada vez mejor.
Los sueños concebidos
Carlos Zúñiga
La memoria me falla al intentar recordar el mes, pero fue en 2005 cuando por primera vez escuché la idea de crear un canal de noticias de 24 horas, los 365 días del año. A muchos les parecía una locura. Años antes se había cerrado el único concepto similar que hasta entonces había existido. Recorrer una ruta en la que otros se extraviaron hacía dudar a colegas, amigos e incluso directivos del Grupo Multimedios.
Pero un hombre que siempre estuvo convencido. Él concibió y lideró el proyecto el 20 de octubre de 2008. Él, Francisco A. González, hablaba de regresar a las noticias continuas en una señal de televisión de paga. Y siguiendo su instinto sagaz sorteó todo tipo de inconvenientes y —con uno que otro manotazo sobre la mesa— logró reunir a un puñado de personas que ejecutaron la idea que él diseñó.
Cuando escuché la intención, no dudé en sumarme al esfuerzo. No importaba abandonar mi natal Monterrey, familia y amigos, con el afán de realizar ese sueño, que desde entonces también fue mío.
Tardó un poco en cristalizarse. Fue un reto hacer equipo con profesionales de Milenio Diario y Multimedios Televisión, planear las operaciones simultáneas de dos centros de producción, convencer a uno que otro escéptico e invitar a directivos, conductores, productores, reporteros, editores, redactores y técnicos a ayudarnos a salir al aire. Me da gusto que, aunque ya no forme parte cotidiana de este esfuerzo, muchos de ellos continúen colaborando.
Hoy la señal es el referente obligado para quienes desean enterarse al momento de todo. Ha marcado la pauta en coberturas periodísticas multiplataforma, mesas de debate, estilos de conducción, tendencias en redes, denuncias y la manera de ver a los políticos, que adoran esa pantalla. Es semillero de nuevos talentos y, lo digo con vanidad, responsable del nacimiento de canales similares. Un éxito, pues.
Nada de esto sería posible sin la visión de Francisco A. González. Estoy orgulloso de lo que pude hacer tanto al frente como detrás de las cámaras, gracias a su confianza y a la de los diversos jefes con los que trabajé.
Gracias, Don Pancho. Felicidades por esta primera década. Hoy, como entonces, es un privilegio llevar a la realidad otro sueño que usted concibió.