Cuando nos enteramos por las noticias, ya sea en la televisión, en la radio o en los periódicos, sobre la existencia de un despiadado criminal que de manera cruel y aberrante le ha quitado la vida a una o varias personas, la mayoría de la gente, con cierto desprecio, reprueba que notas tan turbulentas se publiquen y hasta con enojo las censuran. Sin embargo, muchas de esas personas en su intimidad, ya sea por morbo o curiosidad, buscan la forma de saber más de la nota que horas antes habían rechazado.
Pero no sólo eso, pues cuando saben que por televisión o en el cine se exhibirá alguna película o documental con esta temática, no se la pierden por nada del mundo. Y en esos 60 o 90 minutos, sus miradas y sus mentes quedan atrapadas sobre todo en las escenas donde surge la cruel maldad del criminal. Y aunque sufren, extrañamente también disfrutan de los escalofriantes hechos.
Netflix, con su psicología comercial, ha detectado esa fascinación que la gente siente hacia los nefastos personajes, ha captado a la perfección ese gusto que el público siente por los criminales y, con inteligencia, se ha aprovechando de esta adicción para producir películas sobre la historia del crimen. El éxito ha sido rotundo, pues Netflix dentro de su extenso historial fílmico ha producido a la fecha 21 películas donde los ingredientes más importantes son la maldad, la crueldad, el terror y el crimen.
No podemos negar que existe una extraña fascinación por la maldad; ésta nos atrapa aún más cuando sabemos que la película sobre un asesino serial no es producto de la ficción, sino que es una historia verídica... y es que los crímenes reales para muchos pasan de ser delirantes a terroríficos. Y Netflix, para cautivar más a su público, ha adquirido los derechos para realizar otra película más sobre el asesino serial Ted Bundy, un despiadado sujeto que en la década de los setenta aterró a varias ciudades de los Estados Unidos cometiendo los crímenes más abominables con 36 mujeres, todas sin excepción bellas, de cabello negro y liso, muy parecido al de su ex novia.
Pero él éxito de Netflix sobre estas series es que paralelamente adquirió una cinta que de manera "casi" real da a conocer los hechos más sádicos y espeluznantes que cometiera Ted Bundy, uno de los más despiadados asesinos y violadores de los Estados Unidos. Para el gusto y beneplácito de los amantes de filmes de este género, el intérprete del desquiciado personaje es el guapo actor Zac Efron, pues sin duda su magna interpretación y la caracterización de Ted Bundy completaron el éxito de Netflix.
La historia de Ted Bundy, llamada en Netflix Extremely Wicked, Shockingly Evil, and Vile, es por demás aterradora, quizá por eso se han filmado cuatro películas, varios documentales y hasta se ha publicado un libro donde se narra con lujo de detalle su brutal malignidad y su merecido final al ser ejecutado en la silla eléctrica.
Un hombre sediento de sangre
Sí, la década de los setenta fue tiempo de sangre, tiempo de violar, torturar y matar, tiempo de horrendas atrocidades. Y lo que a continuación les vamos a narrar no es ninguna fantasía creada por la mente delirante de algún escritor o guionista, es la historia real del mismísimo Ted Bundy, quien horrorizó al mundo por su bestialidad.
No se puede decir que Ted Bundy nació malo, pero quizá el ambiente que lo rodeó desde niño fue la causa que poco a poco lo fue volviendo hostil, violento y antisocial. Theodore Robert Cowell, quien nació en Burlington, Estados Unidos, el 24 de noviembre de 1946, no conoció a su padre. Fue producto de un desliz de su madre, Leonor Louise Cowell, cuando apenas era una adolescente. Y aunque fue criado por sus abuelos, jamás se sintió querido ni por ellos ni por su propia madre, pues en vez de ofrecerle cariño lo maltrataban y lo rechazaban.
Cuando Ted cumplió los cuatro años, su madre se casó con un sujeto de nombre John Bundy, quien lo adoptó como hijo y le dio su apellido. Sin embargo, su padrastro también lo rechazó; para colmo, al poco tiempo el marido de su madre se volvió agresivo, violento y su nuevo hogar se convirtió en un infierno. Al paso de los años, Ted fue mostrándose cruel e inhumano, al grado que para entretenerse mataba y descuartizaba animales como gatos, palomas o pájaros.
Era un chico muy inteligente y buen estudiante e incluso le gustaba tanto la escuela que, a pesar de ser antisocial y de la violencia en la que vivía, a los 18 años empezó a estudiar Psicología. Cuando cumplió 20 años se enamoró de una compañera de la universidad, de nombre Stephanie Brook, pero luego de dos años, la chica terminó la relación, pues comenzó a notar en él cosas que no le agradaban. A Ted le molestó ser rechazado y siguió hostigándola.
Ya en esa época de su vida, la violencia se le había acentuado más y duraba muy poco en los trabajos, pues siempre salía de pleito. En 1969, cuando ya tenía 23 años, inició una relación con una chica de nombre Elizabeth Kloefer, y en ese lapso se graduó en Psicología. En 1973 terminó su relación amorosa y comenzó a estudiar Derecho y, por su gran capacidad, se vinculó con la política y se afilió al Partido Republicano. Extrañamente entre su labores estaba ayudar a mujeres golpeadas y ultrajadas.
Sin duda, Ted era un hombre no sólo trabajador y talentoso, sino que también tenía buena presencia: era atractivo, esbelto, respetuoso y muy amable, pero detrás de su agradable aspecto nadie podía imaginar que existía un verdadero demonio y que su maldad, anidada desde su adolescencia, estaba resurgiendo de manera más sádica, pues ya no pensaba en matar animales, sino a mujeres, muchas mujeres.
En enero de 1974 quiso iniciar el año con su nueva carrera: la de criminal. Su primera víctima fue una chica de nombre Joni Lanza, a quien sorprendió en su departamento, y luego de golpearla con un martillo la ultrajó de manera brutal. A los pocos días atacó, violó y asesinó a Lynda Ann Healy. Y como si fuera un vampiro sediento de sangre continuó con su cadena de crímenes y pronto su víctimas, todas ellas jóvenes y bonitas, sumaron 10. Fue entonces cuando la Policía supo que se estaba enfrentando a un asesino serial.
Y Ted, sin mostrar ningún rasgo de arrepentimiento o temor por ser descubierto, se alegró al darse cuenta que matar se le facilitaba. Como era un tipo agradable y carismático utilizó su auto Volkswagen para seducir a jovencitas. Optó por las estudiantes y, para que cayeran más fácil en su trampa, fingía tener un brazo fracturado; con ese pretexto, las chicas lo acompañaban hasta su departamento cargándoles sus libros y ahí, tan pronto cerraba la puerta, dejaba salir sus instintos criminales y con saña diabólica las estrangulaba. Y una vez sin vida cometía con los cadáveres el acto de la necrofilia.
Pero entre más aumentaba el número de víctimas, sus actos era más sanguinarios, pues no sólo disfrutaba con matarlas y violarlas, sino que las descuartizaba y guardaba partes de los cuerpos: dedos, orejas y cabezas como trofeos de sus aberraciones. La Policía pronto supo que el asesino de tantas mujeres era uno solo, pues sus víctimas todas era jóvenes, morenas y de pelo largo, como lo tenía su madre y su primera novia.
En 1975, una de sus víctimas, de nombre Carol Daroch, logró escapar cuando Ted estaba a punto de esposarla. Fue ella la primera que lo denunció y, por medio de un retrato hablado, pronto dieron con él. La Policía lo capturó y al revisar su Volkswagen encontró esposas, cintas y más objetos que utilizaba para inmovilizar a sus víctimas.
Más tarde, un estudiante lo reconoció como el hombre que trató de secuestrarlo y bajo ese cargo fue encarcelado, pero como él era abogado solicitó desempeñar su propia defensa y, cierto día que obtuvo un permiso para ir a la biblioteca, aprovechó un descuido de los guardias y logró escapar.
Ya libre, Ted Bundy se fue a otras ciudades y continuó asesinando a bellas jovencitas... hasta llegar a 37. Una más logró sobrevivir y al denunciarlo ya no hubo duda de que Ted Bundy era el monstruo y autor de esos crímenes, Luego de una intensa búsqueda fue detenido en un hotel de Florida, en 1979. Tras un largo juicio fue sentenciado a morir en la silla eléctrica, pero su ejecución fue consumada hasta el 24 de enero de 1989.
Este breve relato es sólo un poco de lo que Netflix está por ofrecerle, así que prepárese para sufrir, temblar y regocijarse con la truculenta historia de Ted Bundy, un asesino serial.
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