La serie de Netflix sobre la monarquía británica, específicamente sobre la reina Isabel, regresa hoy con su quinta temporada, y los temas que presenta son amplios y fascinantes.
En esta ocasión M2 platicó con los grandes actores Imelda Staunton (IS) y Jonathan Pryce (JP), quienes interpretan a sus reales majestades en la década de los 90, el cual fue un momento particularmente difícil para la realeza inglesa partiendo de los conflictos personales de la familia, el amor del pueblo a la princesa Diana, la entrevista que Lady Di dio a la BBC, que fue el principio del fin, y la dificultad de mantener el proceder Victoriano en un reino que se volvía más liberal día con día.
¿Interpretar a los monarcas se siente como una especie de culminación para ustedes?
IS. Es curioso que digas eso porque sentimos que hemos pasado nuestras vidas enteras viendo a la reina y al príncipe Felipe en este país. Ella trabajó hasta dos días antes de su muerte. Nosotros los actores no nos retiramos. La familia real no se retira, así que podemos ver una línea paralela ahí. Y no es interpretar a alguien que solo va al trabajo cada día. Y especialmente en el teatro, sí estás haciendo una larga temporada de algo, puedes decir: “Estoy muy cansada”, pero no importa, vas a trabajar; “estoy aburrida”, no importa, vas a trabajar. Para la reina, el deber siempre fue el principal ingrediente de todo esto, igual que para Felipe. Lo toman como su única prioridad.
La quinta temporada, justo en estos tiempos, se siente como una carta de amor a la reina Isabel en muchos sentidos. ¿Así lo ven ustedes?
JP. Muy parecido. Es que hay una especie de comodidad entre nosotros dos, porque ya hemos hecho muchas cosas juntos, así que nos identificamos con la reina y el príncipe. Nos hemos conocido por más de 30 años y somos amigos; hay mucho de eso cuando nos encontramos en las tablas. En la actuación pasan esas cosas, hay mucho de lo que no tenemos ni de qué hablar ya. Y eso es lo que estamos viendo con ellos: hay cosas que ya no necesitan ser dichas. Y cuando se dice algo, como cuando el príncipe habla de su apoyo o de su amor por la reina, creo que va a causar algo de sorpresa. Le va a dar mucha más información a la audiencia de lo que era su vida privada, me parece.
Veo la diferencia de esas vidas dedicadas al deber, en contraste de tantas vidas de hoy que solo comprenden lo inmediato. Aunque nosotros no vamos a ser realeza, sí tenemos deberes con nuestras propias vidas. ¿Será un ejemplo a seguir?
IS. Sí, cuando la reina murió y nos mostraron esas filas interminables de gente que por días enteros esperaron para poder rendir tributo un momento a quien pasó toda una vida dedicada al servicio de la gente, la apreciación ante ello fue para robar el aliento. Por supuesto que no toda Inglaterra es monárquica, pero creo que hay un gran respeto por alguien que cumplió siempre su parada e hizo todo lo que prometió. Esos días vimos todo lo que hizo con todo ese pietaje que había. Un año que no recordábamos, pues ahí estaba todo lo que hizo, en otras palabras, su bondad.
JP. Además, creo que con la gente normal, ese sentido del deber es importante, cada quién lo debe profesar según sus vidas; nosotros en nuestro deber como actores. Nuestro deber es presentarnos cada día en el escenario, o nuestro deber con los amigos es ser leales a ellos. Todo lo que ves que hace la reina se refleja en las personas reales. Y creo que el valor de ello es recordar que hay que tener ese sentido de deber, lealtad y devoción al prójimo.
caov